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Ernesto Talvi, al término de una conferencia de prensa en Cancillería (archivo, junio de 2020).

Foto: Mariana Greif

El eco de tu adiós: politólogos analizan el alejamiento de Talvi de la política

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Las características personales del dirigente aparecen en el centro de los distintos enfoques.

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En 2014 Pedro Bordaberry ganó la interna del Partido Colorado (PC) con 73% de los votos, y así el sector que lideraba, Vamos Uruguay (VU), se transformó en la mayoría casi aplastante del partido con sede en Andrés Martínez Trueba. Pero tres años después, en abril de 2017, Bordaberry anunció que luego de terminado el período legislativo –que lo tenía de senador– abandonaría la política.

Su alejamiento dejó acéfalo a VU, a tal punto que en la siguiente elección, en 2019, el sector ya no existía. Como se sabe, varios de sus dirigentes formaron Ciudadanos en torno al liderazgo del economista Ernesto Talvi, que también ganó la interna –aunque no con tanto margen como Bordaberry– y se convirtió en la mayoría del PC. Pero, como también se sabe, hace seis días, apenas cinco meses después de empezado el nuevo gobierno, Talvi anunció que dejaba definitivamente la política activa, en su caso, sin esperar a que termine la actual legislatura.

En su carta de despedida Talvi reconoció que “sobreestimó” su capacidad de adaptarse del quehacer académico al quehacer político, y lo resumió en cuatro palabras que conforman una frase coloquial muy directa: “No es lo mío”. Para trata de entender qué pudo haber pasado con Talvi y qué sucederá con Ciudadanos, la diaria conversó con tres personas que tienen claro que lo suyo es la ciencia política.

“Atado de manos”

Para la politóloga Fernanda Boidi no hay muchos puntos en común entre el alejamiento de Bordaberry y el de Talvi, excepto la obviedad de que son correligionarios. La salida del primero fue “más programada”, mientras que la de Talvi fue “intempestiva”. Además, Bordaberry hizo su carrera dentro del PC y fue quien “se puso el partido al hombro en el momento más difícil, tras la debacle electoral” de 2004. Ese año, con Guillermo Stirling como candidato, los colorados obtuvieron apenas 10% de los votos. En cambio, si bien “tenía afinidad con el PC”, Talvi empezó su vida activa en el partido en agosto de 2018, cuando oficializó que sería precandidato.

“Talvi hizo una carrera meteórica y muy exitosa. Formó una agrupación y obtuvo la candidatura presidencial única del PC, disputándosela nada menos que a Julio María Sanguinetti. Y, por lo que sabemos, en función de las encuestas de opinión pública, logró atraer al PC a votantes que previamente no se inclinaban hacia ese partido. Movilizó a personas que nunca habían estado cercanas a la política ni al partido. Generó una especie de revolución y después resultó que esto no era lo de él”, señala.

Boidi sostiene que los líderes se van de la política porque quieren o porque el electorado les da la espalda. Obviamente, Talvi entra en el primer grupo, ya que estaba en “el momento más alto” de su carrera política y era un canciller “con altos niveles de aceptación y con mucha visibilidad”. La politóloga señala que, según declaraciones de sus correligionarios, Talvi se frustró por no poder llevar adelante su proyecto político, aunque “no estaba del todo claro cuál era”. Además, mientras hablaba de la “nueva forma de hacer política”, en su entorno se señalaba que su modo de conducirse era “un poco vertical”.

“Se encontró con dificultades para conciliar y articular, y por no ser él quien tuviera la última palabra. Me parece que la frustración más importante de Talvi fue que él creía que la suya iba a ser la cancillería de Ernesto Talvi, pero rápidamente se dio cuenta de que tenía que ser la cancillería del gobierno de Luis Lacalle Pou. Se vio un poco atado de manos. La política es el arte de hacer posible lo imposible, hay que moverse con recursos limitados y negociar, pero me parece que no estaba dispuesto a negociar”, sostiene.

La politóloga recuerda que el discurso de Talvi, incluso durante la campaña, le imprimía un “velo de oscuridad” a esa característica de la política, la de negociar. “Fue muy explícito cuando Sanguinetti le fue a dar su apoyo y él le respondió: ‘usted sí, pero el resto de lo que viene con usted, no’. Pero sin esa otra mitad del PC no hubiese obtenido los votos que obtuvo”, agrega Boidi. Para la politóloga, la decisión de Talvi de no de ocupar su banca en el Senado es “más difícil de interpretar” sin información adicional a la que brindó en su carta de alejamiento, ya que “naturalmente, ese podría haber sido el lugar para construir su liderazgo”.

A partir de ahora Talvi se enfocará en dirigir la Fundación Ciudadanos y desde allí se dedicará a hacer recomendaciones políticas. Boidi subraya que por más que la fundación sea un “think tank” partidario (algo así como una usina de ideas), eso está “muy lejos” de poder incidir en política, porque hay más chances de incidir cuanto más cerca se está de la toma de decisiones, y esos lugares eran la cancillería o el Senado, como líder de la bancada de Ciudadanos. Por último, señala que el rol de Talvi ahora será más parecido al que tenía antes de entrar en la política, cuando estaba a cargo del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (CERES), con la diferencia de que los documentos que produzca tendrán “el logo del PC en algún lado”.

La liga amateur

Para el politólogo Daniel Chasquetti, el PC tiene un problema con sus líderes que está asociado a su crisis, que se ha vuelto “casi estructural”. Sostiene que a partir de la elección de 2004 el electorado histórico del PC migró, y su lugar estructural en el sistema político lo ocupa ahora el Frente Amplio, que se podría encuadrar en la clase media urbana y que territorialmente se ubicaría en el litoral, el sur y la capital. Entonces, el competidor más fuerte del PC es el Partido Nacional (PN), que “está mejor distribuido en el territorio y mantiene su posición histórica, con un tercio del electorado”. Además, el PC tiene dificultades porque carece de “recursos institucionales” a su cargo, como la presidencia, intendencias y ministerios, como tuvo entre 1985 y 2005. Por lo tanto, la plantilla política colorada “se achicó dramáticamente” y le “cuesta reclutar”.

“Al estar en crisis, todo el sistema de carreras políticas dentro del PC está afectado. Además, los liderazgos se ratifican en las urnas. Los liderazgos que necesita son de personas más jóvenes, que piensen en 20 años, y eso no se ha dado. Talvi le había otorgado una mayor amplitud, hizo crecer al PC hacia el centro, pero al cerrarle la puerta a Bordaberry perdió parte del electorado de derecha. Ahora es peor, porque al no estar ni Bordaberry ni Talvi el PC quedó mucho más chico desde el punto de vista de la convocatoria y de su capacidad para segmentar mensajes”, asegura.

El politólogo subraya que el alejamiento de Talvi de la política es “peculiar” y “es difícil explicarlo, porque evidentemente hay factores personales”. Pero, en definitiva, sostiene que el ex líder de Ciudadanos es un político “amateur”, que “no aprendió el arte de la política, las reglas básicas, y tuvo problemas de adaptación, como bien dice en su carta”. También subraya que su salida deja ver que tuvo una “gran frustración”.

Chasquetti marca la diferencia entre Talvi y Jorge Batlle, que perdió cuatro elecciones antes de ser elegido presidente. Talvi mencionaba a Batlle, un día sí y otro también, como su mentor y su principal referente para largarse a la arena política. El politólogo pone a Batlle como un ejemplo de político “profesional”, que hizo del ejercicio de la política su vida y profesión, todo lo contrario a un “amateur”, de “ocasión”, como “terminó siendo Talvi”. Agregó que “Batlle hizo toda la carrera de honores: hijo de un presidente, fue diputado, senador, compitió cuando se murió el padre [Luis Batlle Berres] y se quedó con la conducción del grupo, etcétera”.

Otro aspecto que hay que tener en cuenta, plantea Chasquetti, es que la vida en la política a veces puede llegar a ser “monótona”. Porque, por ejemplo, ser senador supone hacer “un montón de cosas que no tienen mucha épica”, una situación muy distinta a la del presidente, que está “todo el tiempo frente a las cámaras” –de televisión–, tomando decisiones “que afectan la vida de todos los ciudadanos”. “En el Parlamento el trabajo es distinto, más de hormiga, hay que tener mucha paciencia y vocación, e incluso uno puede llegar a pasar desapercibido”, advierte.

En cuanto a la consigna “la nueva forma de hacer política”, Chasquetti opina que sólo era un discurso, como tienen todos los políticos, ya que Talvi “en ningún momento mostró cómo era la nueva forma”. Además, la compara con la línea discursiva de Edgardo Novick, el ex candidato del Partido de la Gente: “Es una posición cómoda, casi populista, la de decir ‘los políticos hacen mala política, yo vengo acá a mostrarles cómo hay que hacer las cosas bien’”.

Chasquetti explica que las facciones políticas se organizan porque tienen una ideología o porque tienen líderes con aspiraciones a ser presidentes. El politólogo es “muy pesimista” en cuanto al futuro de Ciudadanos porque, a su juicio, el sector no tiene ninguna de las dos características.

“Cuando se acerque la próxima elección van a tener el dilema de ver qué hacen. Si tienen alguien que sea presidenciable, tal vez se salven. Eso ha pasado en la historia del país. El Movimiento Nacional de Rocha fue fundado por Javier Barrios Amorín, que se murió en seguida, pero el grupo siguió adelante, postuló a Alberto Gallinal en 1966 y luego surgió Carlos Julio Pereyra. Pero estaba ubicado a la izquierda en el PN, tenía un posicionamiento ideológico, una orientación definida; en cambio, en Ciudadanos eso no está claro”, finaliza Chasquetti.

“Para psicólogos, no para politólogos”

“No es algo para lo que yo encuentre una explicación a partir de la ciencia política”, dice el politólogo Daniel Buquet, porque la decisión de Talvi de alejarse de la política le parece más basada “en consideraciones personales que producto de procesos políticos” que se conozcan académicamente y estén modelados. “Hasta la renuncia a la cancillería podíamos entender que todo esto formaba parte de procesos políticos en los que Talvi no se había manejado como suele hacer un político en el marco de una coalición de gobierno. Cometió una serie de errores que se pueden atribuir a su condición de novato en la política. Pero que decida abandonar la política luego de un breve período ya es para psicólogos, no para politólogos”, opina.

Buquet dice que la sensación de que uno no es adecuado para cierta actividad la puede tener cualquier persona en cualquier área de la vida, ya que mucha gente abandona una actividad después de intentar y fracasar. Pero subraya que ese no es el caso de Talvi, porque si no hubiera renunciado a la cancillería estaría “en la cima de la fama y del prestigio personal”, y sería el líder del principal partido aliado del gobierno. “No es común que alguien abandone una actividad después de que le fue muy bien, por eso es más confiable una explicación psicológica que una politológica”, insiste.

En cambio, Buquet opina que Bordaberry “no está para psicólogo”, porque primero tuvo una carrera “exitosa”, ya que en la elección de 2009 fue candidato a presidente y “mejoró significativamente” la votación del PC, pero decidió irse luego de la elección de 2014, en la que le fue “mal” (pasó de 17% a casi 13% de los votos en la primera vuelta). Buquet señaló que Talvi, a quien a veces se definía como un “outsider”, es más que nada un “novato”, porque en definitiva él entró en un partido político. Los novatos “son gente sin experiencia política que entra a la política por arriba”, a diferencia de la carrera “normal”, que, como cualquier otra, se hace “desde abajo”.

Para el politólogo la diferencia radica en que a los novatos les falta la “vocación”, que es la que debe tener un “político de raza, que no abandona”. Lo compara con un mal actor que como le gusta lo que hace sigue actuando: “Siempre va a tener papeles secundarios porque no tiene las condiciones para brillar, pero es su vocación y le dedica su tiempo”.

Por eso señala que los politólogos, “en general”, tienden a creer que la política es mejor que la manejen “los políticos profesionales, que han hecho una carrera tradicional, empezando de abajo”, como es el ejemplo del actual presidente, Luis Lacalle Pou: “No es que empezó tan de abajo porque es el hijo de un presidente, pero hizo su carrera. No empezó siendo candidato a presidente. Si te gusta la política, insistís, y si te va mal, insistís, como Jorge Larrañaga, Jorge Batlle o Sanguinetti, que tiene más de 80 años y sigue. ¿Qué puede esperar Sanguinetti que no haya logrado hasta ahora? Nada. Tiene vocación por la política, entonces, no te va a dejar tirado”.

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