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Movilización de la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda y Ayuda Mutua (FUCVAM) con motivo de su 50 aniversario (archivo, noviembre de 2020).

Foto: Santiago Mazzarovich, adhocfotos

América Latina necesita “una revolución urbana”, según el arquitecto mexicano Enrique Ortiz

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El histórico referente consideró clave “contar con una política de suelo amplia” que permita enfrentar las problemáticas que vive la región.

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En América Latina tiene carácter de “urgente” la puesta en marcha de una reforma urbana “profunda” ante “las tendencias actuales que se exacerbaron con el neoliberalismo a escalas brutales”, aseguró Enrique Ortiz, arquitecto mexicano especializado en desarrollo urbano y vivienda popular. Esta debe pensarse ya no simplemente desde una perspectiva social y humana, sino también desde una perspectiva ambiental, dijo el martes el histórico referente en un conversatorio virtual titulado “Miradas latinoamericanas sobre la reforma urbana”, organizado por la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (Fucvam). En este sentido, consideró primordial pensar la reforma colocando en el centro a las personas en “armonía con la naturaleza”. “No tiene futuro ninguno la depredación que estamos haciendo de la naturaleza”, opinó.

“Más que una reforma es una revolución urbana, es algo más profundo que tenemos que ir pensando: cómo hacer una ciudad para todos”, afirmó. Según Ortiz, es necesario repensar la situación de Latinoamérica. “Lo que hemos ido construyendo, sobre todo con el neoliberalismo, son ciudades fragmentadas”, criticó. Opinó que es necesario enfocarse en cómo generar instrumentos para que en la ciudad pueda haber mezcla social, convivencia y solidaridad.

El derecho a la ciudad es un tema que se comenzó a trabajar en Latinoamérica a principios de este siglo, e incluso unos años antes, en 1992 durante una reunión en Río de Janeiro, Brasil. “Después ya se volvió muy importante en el marco del Foro Social Mundial con la Carta Mundial por el Derecho a la Ciudad”, recordó.

Subrayó que se trata de un derecho colectivo porque “es de todos lo que la habitan” y no sólo de aquellos que puedan pagarlo. Y añadió que como en todos los derechos no debe haber “ninguna segregación por ningún motivo”. En esta línea, explicó que “no es un derecho más”, sino que es “el derecho a todos los derechos”. “Es la conjunción de todos los derechos articulados porque en el territorio pasa todo y este es un factor muy interesante que tenemos que manejar”, agregó. “Por otro lado, son interdependientes y eso me parece que es muy importante porque nos obliga a visualizar las temáticas que tocan los derechos desde una perspectiva integral y compleja”, sostuvo. “Hoy estamos convocados a manejar la integralidad de las cosas, todo tiene que ver con todo”, acotó.

Otro aspecto importante es el papel de la lucha social, y ejemplificó con el propio caso de Fucvam. Aseguró que la Federación “saca la tierra del mercado” y es justamente eso lo que se debe lograr para darles un lugar adecuado donde vivir a todos. En Montevideo, dijo, las cooperativas están por toda la ciudad, no únicamente en zonas periféricas.

Ortiz también consideró primordial promover la “comunicación humana que da el vivir en comunidad”. Sostuvo que las personas lo disfrutan y les gusta porque “es una manera de completar su vida” y “de crecer como ciudadanos”. Manifestó que el crecimiento de las mujeres es fundamental en estas experiencias. No se trata sólo de construir casas, “es una conjunción de lo sociocultural”, la gente se tiene que organizar y lo hace a partir de su forma de vida, contó. “Hay un valor muy importante con el que creo podemos sensibilizar a mucha gente”.

El arquitecto identificó como otro punto clave “contar con una política de suelo amplia” que permita enfrentar las problemáticas que vive la región; con una inmensa cantidad de desalojos forzados, un desplazamiento de los que menos tienen hacia la periferia y un aumento en la construcción de edificaciones que terminan quedando vacías.

“El problema de la vivienda es un problema de suelo”, señaló Ortiz. “No existe el reconocimiento del derecho al suelo ni por parte de la Organización de las Naciones Unidas ni tampoco por parte de los gobiernos”, dijo. El suelo es considerado una “mercancía” y es lo “más habitual”, cuando es un bien común para la vida. El Estado tiene que participar y generar instrumentos para el control de esto, aseveró el arquitecto.

Según Ortiz, los lugares afectan la arquitectura, pero también la cultura afecta los lugares. Sin embargo, “casi nadie estudia los lugares” y las construcciones se realizan sin tener en cuenta estos y otros factores. Para el referente, además tendría que haber un crecimiento en las ciudades razonable, equiparable con el aumento de la población, y esto debería estar controlado. Sin embargo, en el último tiempo algunas ciudades de México, comentó, crecieron en extensión alrededor de 11 veces, mientras que en ese mismo tiempo la población aumentó tres veces. Esta situación provoca que se invierta en calles, luces, transportes que no se usan y que los paga toda la población, indicó.

En contraposición, narró que las personas de menos recursos, que tendrían que estar más cerca de sus trabajos, a veces deben viajar durante tres horas para cumplir con su jornada laboral. “Te destrozan todo, la familia, la economía...”, recalcó. “Todo en aras de la especulación”, lamentó. En este sentido, reconoció que en este momento hay “más dinero especulativo circulando que dinero productivo”. Además, opinó que ya no se trata de un problema de vivienda, sino de un problema del suelo, que cada vez sube más su precio. Todo esto genera “una contradicción total con el derecho a la ciudad y a la vivienda”, consideró, y enfatizó: “Tenemos que trabajar fuerte y unidos para ir en contra de esto”.

Para finalizar, Ortiz recordó que, además de los tres fundamentos estratégicos que se trabajaron en Río de Janeiro, en la Carta de la Ciudad de México por el derecho a la ciudad lograron incorporar otros tres también muy importantes. En primer lugar, explicó, lo que tiene que ver con la realización plena de los derechos humanos en la ciudad: a tener una casa, un lugar adecuado, un buen sistema de transporte, accesibilidad y servicios. En segundo lugar, lo relacionado con la función social de la ciudad, de la tierra y de la propiedad. “Son tres cosas que se conjugan en forma fundamental”, manifestó. En tercer lugar, se planteó la gestión democrática de la ciudad. “Cómo los ciudadanos tienen el derecho de participar lo más alto posible en la gestión de su ciudad. Seguimos haciendo planeación de arriba a abajo y no se escucha a la gente”, comentó. “Creo que tenemos que invertir de abajo a arriba”, añadió. El listado continúa con la producción democrática en la ciudad. “Aquí entra algo que venimos trabajando desde hace mucho que es la producción en la gestión social del hábitat como acción social transformadora en manos de la gente”, mencionó. Dentro de este fundamento estratégico también está la idea de “democratizar la economía”, que esté “más en manos de la gente”. El quinto punto tiene que ver con el uso responsable y sustentable de los bienes comunes, como aquellos que vienen de la naturaleza, no se trata sólo de bienes materiales. “Los hemos convertido en mercancías a un nivel impresionante de despojo”, lamentó. Finalmente, en la Carta de la Ciudad de México se incluyó el disfrute de la ciudad, vinculado con el uso de los espacios públicos y la convivencia.

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