Este sábado se celebró la beatificación de Jacinto Vera, primer obispo de la Iglesia Católica en Uruguay. La actividad fue con entrada libre y gratuita, pero con aforo limitado, en la tribuna Olímpica del estadio Centenario de Montevideo. Las puertas se abrieron a las 13.00 y a las 14.30 hubo actividades artísticas. A las 16.00 se celebró la misa con el rito de beatificación, en la que participó el arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla.
Asistieron a la celebración el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, la vicepresidenta, Beatriz Argimón, el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado. Además, estuvo presente el senador y líder de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos y los expresidentes José Mujia y Luis Alberto Lacalle Herrera.
¿Qué es la beatificación?
La beatificación, según los preceptos de la Iglesia Católica Romana, es un reconocimiento aprobado por el papa de que una persona fallecida ya está en el “cielo” o el “paraíso” gozando de la presencia de Dios y que puede interceder por quien así lo pida mediante el culto. Es la tercera figura de las cuatro que componen el proceso de canonización (declaración de santidad), la primera es siervo de Dios, y la segunda es venerable. Después de la celebración, Vera pasará a ser para la comunidad católica un beato.
Para que una persona sea beatificada se debe comprobar que hizo por lo menos un milagro. Según la Iglesia Católica “el milagro reconocido por el papa Francisco” para aprobar la beatificación de Vera “es la curación rápida, duradera y completa de una niña de 14 años ocurrida el 8 de octubre de 1936”.
“La niña se llamaba María del Carmen Artagaveytia Usher, hija del Dr. Mario Artagaveytia, reconocido médico cirujano, y de Renée Usher. Después de una operación de apendicitis sufrió una infección que se fue agravando hasta llegar a una situación desesperada. La niña sufría fuertes dolores. Fue atendida por los mejores médicos de la época, pero recordemos que no existía aún la penicilina”, explica la Iglesia en un comunicado.
La historia continúa: un tío llamado Rafael Algorta Camusso “le llevó una estampa con una reliquia de Jacinto Vera y le propuso a la familia que la niña se la aplicase en la herida, y que tanto ella como su familia rezaran con toda confianza por la intercesión del siervo de Dios”. “Esa misma noche cesaron los dolores, se acabó la fiebre y a la mañana siguiente la niña se sentía completamente bien. La curación fue rápida y completa, científicamente inexplicable, comprobada por su padre y por el médico que la atendía el Dr. García Lagos”, añade el texto. La niña “sanada” vivió hasta los 80 años.
Al poco tiempo de la curación se presentó el caso a estudio pero no hubo avances hasta 2017 en que se retomó su análisis con un informe médico que luego fue revisado por una junta en el Vaticano. Los hijos de María del Carmen dieron testimonio y aportaron elementos y recuerdos, según cuenta el comunicado de la Iglesia Católica.
Esta se trata de la primera vez que se celebra una beatificación en Uruguay. La aprobación de la beatificación de Vera fue comunicada por Francisco el 17 de diciembre de 2022. Jorge Bergoglio lo había declarado venerable en 2015.
El primer obispo
Vera nació el 3 de julio de 1813 en un barco en el Océano Atlántico, en el que migraba su familia hacia Montevideo desde las Islas Canarias. Su familia provenía de Tinajo, en la isla de Lanzarote. Fue bautizado en Florianópolis, en una escala del barco, y tiempo después su familia siguió el viaje hacia Montevideo. Vera trabajó de joven en el campo, en Maldonado y en Toledo.
A los 19 años descubrió que quería ser sacerdote y se trasladó a Buenos Aires para hacer los estudios correspondientes con los jesuitas. Luego de ordenarse fue designado como párroco de Villa Guadalupe, departamento de Canelones, donde estuvo 17 años. En 1859 fue nombrado vicario apostólico del Uruguay. Entre abril de 1860 y enero de 1861, recorrió el país para trabajar en la formación y renovación del clero.
El 16 de julio de 1865 fue designado obispo por el arzobispo de Buenos Aires Mariano José de Escalada y Bustillo. En 1870 participó del Concilio Vaticano I, en Roma. En 1871 medió en el conflicto entre el caudillo del Partido Nacional Timoteo Aparicio y el ejército del gobierno del presidente colorado Lorenzo Batlle, pero fracasó.
También se destaca su apoyo al retorno de los jesuitas al país, que lo hicieron en 1872 y el propiciar la llegada de los salesianos, a partir de su intercambio epistolar con Don Bosco. El primer grupo de sacerdotes de esta congregación llegó en 1876.
En julio de 1878, Vera fue designado como primer obispo de Montevideo y en diciembre de ese año bendijo la piedra fundamental del Seminario Conciliar de Montevideo, encargado a los jesuitas, que en 1880 recibió a los primeros aspirantes al sacerdocio.
Vera falleció durante una misión, el 6 de mayo de 1881 en Pan de Azúcar, Maldonado.
Además de que un barrio de Montevideo lleva su nombre, la localidad de San Jacinto, en Canelones, también, ya que su hermana María de Vera y Durán, donó los terrenos para la instalación de esa población.