Fue militante de la Unión de Juventudes Comunistas, estuvo preso siendo adolescente y con 16 años se fue al exilio en Italia. Con el retorno de la democracia se alejó de la militancia partidaria, fue periodista y en los últimos diez años emprendió una carrera en ámbitos de las Naciones Unidas que lo llevó a viajar y conocer a líderes de todo el mundo. No se identifica con ningún sector específico del Frente Amplio (FA), pero sí con el primer gobierno de Tabaré Vázquez, con el de José Mujica y con la coherencia de Danilo Astori.
Tras 20 años fuera del país, esta semana se instaló en Montevideo y también en el Palacio Santos, la sede de la cancillería destinada a los encuentros diplomáticos, desde donde con su equipo comienza a construir su plan de trabajo. Es crítico en particular con el período de Francisco Bustillo al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores, pero defiende las políticas de Estado y le gustaría que su período esté signado por la consulta con excancilleres no sólo del FA, entre los que destaca a Enrique Iglesias.
En entrevista con la diaria, habló de su relación con Yamandú Orsi, del Brasil de Lula, de Trump y de Milei, opinó que es “una tontería” llevar al debate ideológico la postura sobre Venezuela o Cuba y advierte que “es el ABC” que no todo el FA estará de acuerdo “con lo que hagamos”.
¿Qué evaluación hace de este último período de la cancillería, que tuvo tres cancilleres, Ernesto Talvi, Francisco Bustillo y Omar Paganini?
Creo que uno de los elementos, no de esta cancillería sino del gobierno actual, es que hubo muy poca política internacional. Muy poca política internacional. La política internacional, y eso lo van a sentir mucho de mí, es un componente de la política nacional. No es que está la política internacional por un lado y la política nacional por el otro. Es un componente de la política en general, del desarrollo del país. Y ese componente yo lo vi muy debilitado, muy frágil en estos años. Le doy al actual canciller la virtud de encontrar una cancillería estabilizada. Porque los relatos que tengo de los períodos anteriores han sido relatos muy feos de lo que fue pasando. No tengo evidencias personales, estoy hablando de relatos...
¿De la gestión de Bustillo?
De la gestión anterior. Pero bueno, yo no encontré esa situación caótica, he encontrado una situación estable, un nivel de cooperación y de seriedad muy profundo de este canciller, al cual le agradezco. Le he dicho en más de una oportunidad que no piense que mi relación con él se acaba el 28 de febrero, porque esta cancillería, que debe ser una cancillería abierta, va a tener capacidad de diálogo y de consulta cuando sea el caso. Y es lógico que entre ellos esté el canciller que sale. Naturalmente, hay figuras que para mí son de referencia total, como Enrique Iglesias, y espero que Enrique pueda ser una persona de consulta, pero hay otros cancilleres de diferentes colores políticos, no solamente del FA. Espero poder contar con la transmisión de la experiencia que ellos vivieron, naturalmente, en otro momento histórico. Cada uno es hijo de su momento histórico.
Cuando dice que este gobierno tuvo muy poca política internacional, ¿esto en qué se marca? ¿En la presencia del país?
Uruguay no tuvo ningún tipo de protagonismo, y hubo momentos importantes. Yo diría que el momento más importante de la gestión de estos últimos cinco años fue la firma del preacuerdo Mercosur-Unión Europea [UE]. Pero eso no fue fruto de la política exterior uruguaya, sino que fue fruto de un esfuerzo de 25 años, sobre todo con una acelerada muy fuerte para la concreción del acuerdo en el último período en la que, sin duda, el protagonista principal fue el presidente Lula. La virtud, aquí, fue acompañarlo y seguirlo. Pero también hubo momentos que para mí no fueron buenos, como, por ejemplo, cuando fue la cumbre del G20, que hoy estamos hablando de los países más poderosos del mundo y en la cual el presidente de turno, que era el presidente Lula, invita a cinco o seis jefes de Estado de América Latina como observadores y van todos menos el presidente de Uruguay. Y hablan todos delante de Xi Jinping, delante de Biden, delante de Macron, y en el caso uruguayo tuvo que hablar el canciller y no el presidente, lo que en el juego internacional resta fuerza en forma tremenda. Digo esto como un ejemplo de que no estuvimos. Y era un mundo que le daba oportunidades a un país estable, sereno, democrático como Uruguay, para haber ayudado mucho más y para haber tenido una presencia mucho mayor de la que realmente tuvo.
¿La asunción de Donald Trump por segunda vez en Estados Unidos es una preocupación?
Sin duda, es un cambio importante. Yo diría que el desafío nuestro es tener las mejores relaciones que podamos con Estados Unidos en un momento de cambio. Hay que ver cómo se desarrollan los acontecimientos, no estamos hablando de semanas, sino en meses. Es un cambio importante. Y, como siempre tenemos que pensar en función de los intereses del país, tenemos que ver cómo nosotros vamos a desarrollar nuestra política teniendo las mejores relaciones posibles con Estados Unidos.
Su vínculo con Yamandú Orsi: “Es mentira que él no decide”
Lubetkin conoce a Orsi desde que era secretario general en la Intendencia de Canelones, durante los gobiernos de Marcos Carámbula, y desde entonces intercambian sobre política internacional. El lunes 9 de diciembre el presidente electo contactó a Lubetkin cuando este estaba recién llegando a Bangkok para una reunión mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y le pidió que estuviera en Montevideo el miércoles. Adelantando su viaje, lo antes que pudo llegar fue el viernes 13, cuando se reunió en las oficinas del edificio Plaza Alemania con Orsi, quien le ofreció ser canciller.
“Mi estado de ánimo era sentirme con un nivel de madurez, por la experiencia de vida, lo que viví desde los 11 años, lo suficientemente fuerte y con unas ganas muy grandes de darle a Uruguay lo que no le había dado hasta ahora en una dimensión de este tipo”, contó sobre lo que lo llevó a aceptar.
La figura de Orsi lo convocaba en particular por tres características que ve en el futuro presidente. “Primero, escucha. No es un tema fácil para una figura presidencial. Segundo, deja mucha libertad de acción, de forma tal de que quien lo rodea saque todo el potencial que tiene. Y tercero, decide. Y para ser un presidente exitoso, si no tenés esas tres cosas… Tenés que escuchar, tenés que estar bien rodeado y tenés que decidir. Es mentira lo que se dice que él no decide, decide y cómo. Y creo que haberme traído a mí fue una decisión muy fuerte. Creo que es una simbología más grande. Porque candidatos para canciller en el sistema político local podía haber y hay muchos”, aseguró.
“Yo no sé si hubiera aceptado la cancillería si la propuesta venía de otro... Quizás sí, quizás no, no tengo idea. Lo que sí es que él me la propuso y yo sabía dónde estaba y sabía con quién estaba, y en eso es que entro con mucha seguridad. Después voy a tener que demostrar si estoy a la altura. Creo que puedo, y voy a dar el máximo para que así sea”.
En la región, ¿cómo observa el gobierno de Javier Milei, que ya no es una novedad sino que lleva un año?
En primer lugar, el presidente Milei es el presidente del Mercosur. No poca responsabilidad tiene él, es el presidente del Mercosur. En el respeto de las diferentes políticas de los diferentes países, espero que logremos el mayor número de coincidencias, pero sobre todo, como lo está reiterando permanentemente el presidente Orsi, espero que tengamos las mejores relaciones con Argentina. Nos sirve a nosotros y le sirve a Argentina. Y yo creo que de una u otra manera los dos países trabajaremos para eso. La relación con el canciller argentino, Gerardo Werthein, es muy buena; quien lo conoce muy bien es el presidente Orsi, han tenido una relación muy fluida entre ellos. Yo estoy convencido de que vamos a construir una buena relación.
En este año de gobierno no hubo conflictos con Argentina y algunas cosas incluso se destrancaron.
Sí, y el punto es cruzar objetivos para que el futuro no solamente se destranque, sino que se acelere. Acá el punto de la cooperación es que sirva a un país y sirva al otro. Tenemos que encontrar los mecanismos por los cuales los objetivos sirvan a los intereses de las autoridades argentinas y sirvan a los intereses de las autoridades uruguayas. En eso vamos a trabajar. Estoy convencido de que vamos a tener resultados. Hay una interdependencia muy fuerte entre estos dos países, como con Brasil, por favor, y con América Latina, y naturalmente ahora con China, con Estados Unidos, con la UE; con los asiáticos tenemos que ir en esa dirección. Pero nuestra actitud es una actitud absolutamente propositiva y buscando los caminos de encuentro. Nosotros no vamos a buscar los caminos de enfrentamiento, vamos a tratar de ser facilitadores que sirvan a los intereses de Uruguay.
¿Cómo ve el proceso que se dio en este último año en Venezuela y qué postura pueden tener Yamandú Orsi como presidente y la cancillería en relación con lo que sucede allí?
Yo no digo ni una palabra más ni una palabra menos de lo que dijo el presidente. Yo lo miro desde los intereses de Uruguay, y es así como tengo que mirar las cosas, porque no es contradictorio con el proceso de integración de América Latina. Hay un aspecto para nosotros importantísimo, que es: tenemos que proteger a los ciudadanos uruguayos en Venezuela, que son muchos, y tenemos que facilitar y proteger a los ciudadanos venezolanos que están viviendo aquí, que también son unos cuantos miles. Hoy no tenemos los instrumentos. Ese es el primer punto de partida. Y si tú me planteas un primer objetivo, es encontrar los caminos para que eso se dé. Y aparte no solamente en Venezuela, sino en toda la zona, por el rol de las oficinas nuestras en Venezuela, que están al mínimo; hay un funcionario. Las relaciones no se rompieron, pero no existen de hecho. Lo que nosotros tenemos es que tratar de proteger a nuestros ciudadanos en Venezuela, y tenemos que ayudar, porque viven aquí, en este país, a los ciudadanos venezolanos. Ese es el primer objetivo que nos tenemos que plantear.
¿Eso implica que vuelva la embajada de Venezuela acá y que vuelvan los funcionarios uruguayos allá?
Estoy planteando los objetivos. Veamos qué tránsito hacemos.
La construcción del Foro de San Pablo y su relación con Lula
En su última fase de trabajo político activo, a comienzos de la década del 90, Lubetkin participó en la construcción del Foro de San Pablo, y en esas conversaciones iniciales conoció al entonces dirigente del Partido de los Trabajadores brasileño Luis Inácio Lula da Silva, hoy presidente de Brasil.
“Cuando nos vemos nos saludamos con gran cariño, porque invitamos al presidente Lula a varios momentos importantes de la FAO y él vino. Para el presidente Lula la seguridad alimentaria, sacar a Brasil del escenario de hambre es lo fundamental. El primer objetivo que se planteó el presidente Lula fue que el brasileño desayune, almuerce y cene. Y esa fue la gran bandera del presidente Lula, con todas las transformaciones en el nordeste pobre, etcétera. Y hoy el presidente Lula tiene un objetivo que es llegar a 2026 sacando a Brasil del mapa del hambre de la FAO. Y creo que va en el camino, y va en el camino también por un nivel de colaboración muy fuerte de un conjunto de ministros que él tiene: el ministro Haddad, con quien tengo una relación, el ministro de Desarrollo Social, el ministro de Desarrollo Agrícola, con quien trabajo y trabajé muy estrechamente. Creo que va a un ritmo en el que va a lograr el objetivo antes de irse de volver a sacar a Brasil del mapa del hambre, eso espero”.
¿El camino sigue siendo el diálogo? Lo pregunto porque otros presidentes de la región han sido mucho más duros con Nicolás Maduro, por ejemplo Gabriel Boric, en Chile, e incluso el excanciller Rodolfo Nin Novoa ha planteado que el diálogo no funcionó y que ya es momento de probar con el aislamiento.
Yo no creo que el aislamiento nos dé resultados. No en Venezuela, díganme aislamientos que hayan dado resultados. ¿Mayor aislamiento que a Cuba? 60 años de aislamiento. ¿Dio resultado? Ninguno de estos pueden ser debates ideológicos. Llevarlo a un debate ideológico a mí me parece una tontería. Lo que mide son los resultados. Tampoco digo que nosotros somos el reino de paz y amor para con todos. Nosotros tenemos que tener objetivos claros y trabajar con todos los instrumentos que podemos utilizar atrás de esos objetivos claros. Tenemos objetivos claros en relación con Venezuela: tenemos que proteger a los uruguayos, tenemos que proteger a los venezolanos. No estoy hablando de temas comerciales, de petróleo, no estoy hablando de nada de eso. Tenemos que llegar a buen puerto. ¿Llegaremos? Ojalá. Ese es nuestro espíritu. Y eso vale también como un mecanismo de diálogo. El presidente Orsi es un presidente de diálogo. ¿Ustedes se imaginan al presidente que se ponga tenso e iracundo? Yo no. Y el canciller no puede ser diferente a eso, porque el canciller es un operador del presidente.
¿Cómo se plantea el vínculo con el Brasil de Lula, con el que el FA siempre mantuvo afinidad en cuanto a los rumbos en política exterior?
Sin duda, va a ser muy intenso. Me cuesta pensar si vamos a encontrar puntos de desencuentro en las grandes estrategias. Las repaso y tenemos todo un escenario de construcción del Mercosur con la UE: tenemos todo el escenario de la Celac [Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños], Brasil ahora asume la presidencia del BRICS, y nosotros estamos en un proceso no de ingreso al BRICS ni nada por el estilo, pero el gobierno que está saliendo ahora inició el proceso de ingreso al banco del BRICS y nosotros queremos concluir eso. Esas son políticas de Estado. Nosotros queremos muchas políticas de Estado. Y ahí la presidencia la va a tener Brasil. Brasil nos abrió la puerta para el G20. O sea, Brasil es un jugador global, sur-sur, regional, subregional y local. Obviamente, ellos juegan otro partido más arriba. Nosotros no vamos a ser nunca G20, no vamos a tener nunca un rol protagónico en el BRICS, pero bueno, eso es parte de los mundos; naturalmente nos va a tener en la misma parte. Vamos a tener desencuentros, como podremos tener con otros países sobre temas comerciales, pero a nosotros se nos va la vida también en la parte comercial con Brasil. Siempre el presidente Lula fue extraordinariamente sensible con Uruguay. Siempre.
¿Cómo vive el conflicto Israel-Palestina?
Es un gran drama para la humanidad, es un gran drama. Ahí no hay vencedores, hay solamente derrotas de la humanidad y derrotas sobre todo de la ciudadanía, sobre todo de los países. La mayoría de los muertos en los ataques del 7 de octubre y la mayoría de los muertos en las masacres en Gaza son mujeres y niños, no son las fuerzas regulares o irregulares militares. Creo que todos tenemos la esperanza de que el momento que se está viviendo sea un momento en el que la política pueda preservar, porque resulta que del drama de las muertes, del horror y del odio, de su expresión más tremenda, de pronto se llegó a la posibilidad de poder intercambiar rehenes, de poder bajar la presión, de poder empezar a pensar qué hacer. Quisiera saber cuántos, unos meses atrás, se animaban a decir que iba a pasar lo que pasó ahora. Por lo tanto, la política puede triunfar, el diálogo puede triunfar. Para una cultura como la uruguaya, lo que queremos es que triunfe la serenidad, la paz. Sin paz no hay desarrollo en ningún país, sin paz no se elimina el hambre, no se elimina la pobreza en ningún país. Estamos hablando de la zona más delicada del mundo, pero nosotros tenemos un cariño muy grande por Israel y un cariño muy grande también por Palestina, por algo tenemos relaciones diplomáticas con los dos y por algo la posición del gobierno es dos estados; ojalá en estabilidad, paz y desarrollo económico, como pensamos que debe serlo en un marco de cambio. Se ha llegado a lo peor y creo que nos ha destrozado a todos, porque vivir y ver lo que vimos, reitero, tanto lo del 7 de octubre como lo que se vivió después en Gaza, es un gigantesco desastre para todos. Decir que uno está a favor de una masacre y no de otra me parece terrible. Nosotros con nuestra cultura uruguaya queremos evitar la masacre, queremos diálogo, queremos que haya paz y queremos que se desarrolle la economía de los países para generar estabilidad, desarrollo. ¿Podremos dar una mano? Lo que está claro es que por lo menos nuestros principios los vamos a plantear y si tenemos capacidad de dar una mano de alguna manera, la vamos a dar.
¿Y cómo evalúa la postura del actual gobierno en este tema?
De mí no va a sentir tanto la polémica, de mí va a sentir cómo hacemos para construir y para resolver. Puedo estar en desacuerdo o no, no me interesa. Lo que hay que mirar es hacia adelante y a partir del 1º de marzo la gestión del gobierno es nuestra y, por lo tanto, es lo que vamos a actuar. Lo que pasó hace un año, dos años, tal o cual posición, ¿qué cambia?
En el FA hubo molestia por la abstención de Uruguay en votaciones en la ONU, así como con la instalación de una oficina uruguaya de innovación en Jerusalén.
Son cosas diferentes. Nosotros trataremos de llevar adelante todo aquello que el sistema de las Naciones Unidas propone en relación con el conflicto. La referencia de las Naciones Unidas es una referencia necesaria, ¿qué otra referencia hay? Naturalmente, lo hacemos en función de ayudar, no de afectar. En las votaciones veremos, en cada una de ellas, reitero, posturas históricas de Uruguay. Que no todos estén de acuerdo con lo que hagamos es el ABC, es como que diga que en todo el FA, al unísono, piensan igual. El FA volvió a ganar las elecciones por cuarta vez y si miramos con detalle, desde que nació la democracia, finalmente el FA va a ser, cuando termine 2030, la fuerza política que gobernó más tiempo durante el período democrático. Por lo tanto, esta dinámica conflictiva interna es parte de los mecanismos que nos permiten tener una visión crítica y ser controlados para tratar de llegar a la mejor síntesis. La mejor síntesis: no todos vamos a estar contentos, pero tenemos que gobernar y tenemos que llevar adelante el país; nosotros no podemos ser solamente parte de un debate, tenemos que ser parte de las decisiones, escuchando a todos.
Prioridades: “Un ministerio transparente”
Lubetkin asegura que está construyendo los planes de trabajo para la cancillería, pero ya tiene algunas prioridades para iniciar su trabajo. “Uno de los conceptos es lograr un ministerio cristalino, transparente, abierto a la ciudadanía, y no son frases. Detrás de cada frase se entiende lo que estoy diciendo. Un ministerio que se preocupe sobre todo por el país, que toda la política internacional ayude al desarrollo socioeconómico del país; nosotros vamos a ser trabajadores, como son los trabajadores de otros ministerios, para ayudar al crecimiento de este país. Tenemos que ser actores de la integración regional, porque nos va la vida para el propio desarrollo del país. Y cuando digo regional, hablo de América Latina y el Caribe, hablo de los 33 países. Y tenemos que no desconectarnos de un mundo que va a un ritmo extraordinario y eso va en las relaciones estratégicas; lo podemos decir en el ámbito de la Celac, en el ámbito de la integración, en el ámbito del Mercosur. No desconectarnos del mundo, porque también ahí nos va la vida de nuestro crecimiento, de mayores fuentes de trabajo, de inversión, de desarrollo tecnológico, de conocimiento, etcétera. No desconectarnos del mundo significa un nuevo escenario en las relaciones sur-sur y un nuevo escenario en las acciones con los grandes decisores a nivel mundial”, concluye.