Bogi Eliasen, director del Instituto de Estudios del Futuro de Copenhague y directivo del Movimiento Salud 2030, visitó Uruguay y conversó con la diaria sobre su trabajo desde hace más de 25 años con la genómica, los datos y la interacción de diversas disciplinas en la mejora de los sistemas de salud. Según cuenta, aunque es politólogo de profesión, poco a poco fue incrementando su interés por la ciencia, principalmente para ponerla al “servicio” de mejoras en la calidad de vida de la población.
Uno de sus primeros y más ambiciosos trabajos relacionados con la genómica lo realizó en las Islas Feroe, su lugar de origen. Allí, junto a un amplio equipo de trabajo en el que también participaron organismos del Estado, se secuenció el genoma de toda la población, y los datos obtenidos se pusieron a la orden de la práctica médica. Para Eliasen uno de los principales objetivos era ser el ejemplo de esa práctica para los sistemas de salud internacionales, algo por lo que continúa trabajando.
“Si queremos mejorar la salud [de la población] debemos trabajar con varias disciplinas en conjunto, una no es suficiente”, explicó a la diaria y mencionó que justamente eso intenta demostrar en el instituto que ahora dirige. Agregó que el enfoque multidisciplinario en el abordaje de la salud debe acompañarse con los datos e ir “hacia un uso más profundo” e integrado de la información.
Eliasen detalló que los últimos años los ha dedicado a trabajar la salud desde una concepción sostenible, para poder pensar “cómo podemos cambiar las formas y dónde poner los recursos para tener más impacto”, porque a veces, entre otras cosas, “no es que no haya recursos”, si no que “hay que saber utilizarlos”. Agregó que como sociedad “tenemos una forma de pensar la salud que tiene más de 100 años” pero que funciona en conjunto “con prácticas modernas”, algo que el sistema “no justifica”. Es decir, la mayoría de la energía se usa en el momento en que las enfermedades que sufren las personas “ya están muy avanzadas”, en circunstancias “difíciles de revertir”.
Según el académico, esto sucede “aunque tenemos tecnología a disposición y conocemos un uso de los datos que se podrían adelantar a ese tipo de situaciones” para trabajar en prevención temprana y mejorar la calidad de vida. “Es bueno para las personas y para la sociedad, porque si uno no está bien no tiene un rol activo” en la sociedad, agregó.
En resumen, si los sistemas de salud de manera conjunta y a nivel internacional fueran más eficientes y rápidos al trabajar con datos de pacientes y tecnología que ya está disponible, “entre 60 y 70% de las enfermedades se podrían reducir”, consideró. Para lograrlo, se requieren cambios estructurales y “ver a la salud como una inversión y no como un gasto” y entender que las inversiones son “a largos plazos, no dentro de cuatro o cinco años”.
Un paso más allá
Además de darles uso a los datos con los que los sistemas ya cuentan, valoró la importancia del uso de la genómica, por ejemplo, “para el desarrollo de un tratamiento oncológico especializado”, ya que el estudio abarca los genes que cada individuo posee en su organismo.
Pero comentó que se puede llegar un poco más allá, con mecanismos que aún no son considerados. Explicó que en el desarrollo de los tratamientos especializados también debe tenerse en cuenta que interactúan otras partes, por ejemplo, el ambiente en el que se desarrolla el paciente que va a tomar el tratamiento. “Es formación que aún no hay” y que da información de un contexto “para entender mejor la biología” y que el tratamiento sea aún más eficiente, resumió.
Para Eliasen, la pandemia es un ejemplo de que su concepción de abordaje para la salud funciona. Un período en el que “muchos conceptos digitales que estaban instalados hace años se usaron” y además se le dio un enfoque a la salud “que sin la genómica no habría sido posible”, y sin ello “no habríamos entendido qué estaba pasando” con la covid-19. Agregó que las tecnologías utilizadas para la elaboración de las vacunas contra el virus podrán ser y de hecho ya están siendo utilizadas para aplicarlas en la cura de “diversas enfermedades”.
En cuanto a su rol en el Movimiento Salud 2030 contó que la idea, en la cual trabaja desde 2019, es analizar cómo desarrollar los proyectos que se han aplicado en los países nórdicos para el desarrollo de los sistemas de salud, pero en Latinoamérica. “Lo que sucedió hasta ahora es que siempre se puso el enfoque en un país a la vez”, pero “descubrimos que si trabajamos en varios países a la vez, con métodos, resolvemos más rápido las brechas”, explicó. Para el académico es más efectivo identificar personas y problemáticas claves que luego permitan “construir fortalezas que resuelvan brechas entre países” en una región en la que ocurren cosas muy similares.
Dijo que “80% de los retos en los sistemas de salud son más o menos iguales dada la madurez” similar de cada uno de los territorios. Para finalizar, consideró importante resaltar que “la salud debe ser vista como un proceso y no como [una cosa] que se construye”.
Su visita a Uruguay se dio en el marco de uno de sus proyectos, que es trabajar con los pacientes una vez que la enfermedad ya avanzó para que no siga avanzando. Específicamente llegó al país para participar en el Simposio Oncolatino “El paciente 2030 hoy”, un evento que reunió a diferentes asociaciones de pacientes para compartir conocimiento sobre sus patologías en búsqueda de un mejor diagnóstico y tratamiento. Además, se reunió con autoridades sanitarias para dialogar sobre algunos proyectos del Movimiento Salud 2030 en los que Uruguay participa.
En Uruguay el movimiento se lanzó en febrero de 2022 con la colaboración de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII). De los 23 emprendimientos que se presentaron, siete se dedicaron a generar soluciones digitales en salud, fueron seleccionados por la agencia, y comenzaron a trabajar en junio en ideas vinculadas con los sistemas de salud que junto a las instituciones buscarán trabajar en mejoras e innovaciones. En última instancia, luego de la etapa de cocreación se seleccionarán los proyectos finalistas que serán financiados e implementados junto a las instituciones participantes. Además de la ANII, participan el Hospital de Clínicas de la Universidad de la República y el Casmu, entre otros.