El mundo del trabajo está en constante cambio, pero no sólo cambian las formas en las que se trabaja, sino también cómo se organiza. En ese sentido, las cooperativas de trabajo, que comprenden a un conjunto de personas que, con base en el esfuerzo propio y la ayuda mutua, se unen voluntariamente para satisfacer necesidades económicas, sociales y culturales, también está cambiando.
El año pasado el Instituto Nacional del Cooperativismo y el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social presentaron los resultados de un informe sobre el desarrollo del cooperativismo en 2022. Allí se indicaba que las cooperativas de trabajo habían aumentado 6% la cantidad de ocupados, las sociales 5%, las de artistas 22% y las de vivienda 12%.
En ese entonces, Marisol Fuentes, quien presidía la FCPU, advertía que si bien era “bienvenido” que las personas buscaran una solución en las cooperativas en momentos de crisis, a la FCPU le preocupaba que crear cooperativas “no terminara siendo una herramienta” que luego pueda convertirse en “precarización y debilitamiento a la hora de buscar una salida”.
A un año de este informe y de estas declaraciones, la federación convocó el 27 de junio a una instancia de intercambio, titulada “El cooperativismo de trabajo que se viene”, para conversar sobre las nuevas formas de hacer cooperativismo en Uruguay, en el que la diaria estuvo presente.
“Nuestro día a día es apagar incendios y muchas veces lo urgente mata lo importante”
Según José Olascuaga, coordinador de la FCPU, el objetivo de la convocatoria nace de una “preocupación” que tienen desde la federación sobre la “innovación del cooperativismo”, y que por eso consideran necesario “ponerle un pienso y cabeza” a la problemática, y pensar qué capacidad de innovación tienen y de qué manera pueden hacerlo.
Olascuaga afirmó en el encuentro que es “bastante común” que en las reuniones a nivel directivo entre cooperativistas salgan comentarios que denotan “dificultades, falta de compromiso” y que “no se consigue gente para formar las comisiones”. “Hay como una crisis de participación a nivel social que va mucho más allá del punto cooperativo”, señaló el coordinador.
Puso sobre la mesa que “hay muchas cooperativas de trabajo con crisis de su estructura económica y social porque están atadas a esquemas viejos que no renuevan y no hay innovación, y el mundo cambia”. Es así que, de acuerdo con el coordinador, en la FCPU están “permanentemente apagando incendios” de cooperativas que “tienen dificultades internas de funcionamiento”, y que en general cuando acuden a la federación es cuando tienen problemas y no cuando les va bien. “Nuestro día a día es apagar incendios y muchas veces en nuestro trabajo lo urgente mata lo importante, y va quedando para atrás”, lamentó.
En busca de soluciones
En ese marco, y luego de la fundamentación de la convocatoria por parte de Olascuaga, Juan Manuel Chaves, comunicador de la FCPU, presentó la propuesta del intercambio que iban a llevar adelante a los participantes de las distintas cooperativas de trabajo.
La propuesta de intercambio se basó en dos consignas de “Situación límite cooperativa”. Los participantes se dividieron en dos grupos y durante 15 minutos discutieron una situación límite diferente. Luego lo que resolvieran en ese breve tiempo lo expondrían en una puesta en común con el otro grupo. La idea fue que en esa puesta en común el otro grupo escuchara la decisión que tomaron y trataran de “boicotearle” la idea.
La situación límite 1 era: “Te manda un mensaje de Whatsapp una amiga y te cuenta que está reunida con otras personas y se le ocurrió que sería bueno para su emprendimiento armar una cooperativa, como vos sos parte de una, te escribe para preguntarte si es buena idea armar una, ¿cuál sería tu respuesta? ¿Qué cosas le dirías? ¿Qué cosa no le dirías?”.
Una de las participantes, de la Cooperativa Cultural Capurro, dijo que, con base en su experiencia, hacer una cooperativa “no es juntarse solamente”, ya que “requiere hacer trámites y puede ser un proceso un poco frustrante”.
Un integrante de la cooperativa audiovisual Mostro dijo que hacer una cooperativa “es como tener un hijo”, porque se ocupa gran parte del tiempo pensando en eso, y que por eso “es una decisión importante” de tomar. En tal sentido, expresó que “te termina absorbiendo”, ya que “hay mucho laburo de la cooperativa” que no implica generar algún ingreso de eso, y que, por lo tanto, “uno tiende a sobrecargarse de otros laburos que sí generan ingresos”, y así se “relega la cooperativa a un segundo plano”.
El presidente de la FCPU, Richard Silvera, animó a los participantes a pensar una primera pregunta a hacerle a esa amiga que quiere empezar una cooperativa.
La situación límite 2 decía así: “Se acercan las elecciones de tu cooperativa y nadie quiere proponerse a ser presidente o presidenta. Se genera un brete, porque por estatuto el actual representante no puede volver a ser presidente. ¿Cuáles son los pasos a seguir y qué posibles soluciones se te ocurren para resolver esta situación?”.
Bajo esta consigna, Olascuaga dijo que se “debería intentar evitar esa situación límite”. María Laura, otra cooperativista, replicó a esto y dijo que si bien eso “sería lo ideal”, el problema “ya está instalado”. Por su lado, de la cooperativa audiovisual Mostro, una de las integrantes señaló que “ser parte del consejo directivo es muy puntual” y que, en su caso, “no es una actividad constante, son trámites, quién va a firmar papeles”. “Nadie quiere [ser presidente] y tampoco nadie no quiere”, remató.
A su vez, explicó que en su cooperativa no hay una sola persona que se encargue de esos trámites, sino el que puede un tiempo lo hace. Por su parte, Ignacio Duffau, vicepresidente de la FCPU, dijo que al hacerlo de esta manera “le ganaron a la situación [límite de antemano]”, ya que el consejo directivo se convierte en “algo burocrático”, y lo valoró como positivo. Sin embargo, la cooperativista planteó que es “un problema a nivel de estructura”, porque hacen muchas cosas sin saber del todo lo que están haciendo.
El intercambio de las propuestas
Una vez terminadas las discusiones, cada grupo presentó sus propuestas y recibió una interpelación por parte del otro. Para la situación límite sobre la amiga que quiere empezar una cooperativa, el grupo pensó como propuesta consultar la motivación que la llevó a tener la iniciativa y los antecedentes del grupo que quiere conformar la cooperativa, así como también informarle sobre los aspectos burocráticos, lo que puede ser “un poco desmotivante”, y el tiempo que puede llevar el proyecto en sí.
También deslizaron sobre la mesa la idea de indagar el perfil de la persona, ya que “capaz no todas las personas podrían estar en una cooperativa”. El otro grupo cuestionó la idea y consultaron por qué creen que no todas las personas puedan estar en una.
En ese sentido, dijeron que “hay mucho individualismo y crecimiento personal”, y que si la persona está enfocada en hacer una cooperativa, “tiene que tener ganas”, así como “la motivación para trabajar en colectivo y retroalimentarse de esto”. A su vez, Silvera expresó que vieron que “no todas las personas pueden trabajar en una cooperativa, en parte, por la formación”.
En conclusión, plantearon que al indagar sobre las motivaciones, la pregunta que habría que hacerle a esa amiga que quiere formar una cooperativa debería ser “¿cuál es el objetivo de formarla?, ¿ustedes pueden trabajar y llevar en colectivo la propuesta?”.
Sobre la segunda situación límite de la presidencia de la cooperativa, el grupo pensó tres posibles soluciones en etapas. La primera de ellas tiene que ver con que muchas veces la gente no quiere proponerse para presidir el consejo directivo porque no tiene claro las tareas que implica o qué significa. Para eso, el segundo grupo propuso una “instancia de formación, intercambio”, para instruir los roles y saber qué hace cada persona. De esta forma, con esa información “se puede intentar llegar a un consenso y que haya gente que se proponga”.
Si eso funciona, el siguiente paso serían las elecciones con todas las personas que pueden hacerlo, porque no están ocupando otro rol. Si eso no funcionase, la última opción sería elegir por antigüedad a determinados socios para que asuman. En caso de que no quiera, la sancionarían económicamente con su salario.
“¿No les parece injusto eso?”, dijo una de las integrantes del grupo interpelador, a lo que la cooperativista que presentó la idea respondió que “también es injusto que nadie quiera asumir”. Asimismo, quien interpeló la propuesta dijo que es importante contemplar que ese tiempo de formación y capacitación requiere trabajar más por fuera de las horas laborables ya establecidas.
El presidente de la FCPU cuestionó que se llegue a esa instancia en que nadie quiere asumir, por lo que Olascuaga insistió en la etapa previa de formación para evitar este tipo de situaciones límite.
También, dentro del grupo, analizaron los escenarios posibles para que se dé la situación límite, como pueden ser la falta de tiempo, jornadas extensas, falta de capacitación o desconocimiento de la tarea, el interés de los socios.
Chaves, quien interpeló al grupo, cuestionó si no se había pensado en cambiar el estatuto de la cooperativa que no permite a la persona que “es idónea, tiene capacidad y venía desarrollando bien la tarea de presidente” poder seguir otro período más. “¿No es necesario romper la estructura dentro del cooperativismo para poder contemplar otras soluciones que hoy el estatuto o el reglamento nos encorseta y hace difícil que los procedimientos se den?”, concluyó.