Entre las preocupaciones que alcanzan al cooperativismo de hoy, y que trata de abordar en distintas escalas, una tiene que ver con las “empresas golondrinas”, que deciden no continuar adelante cuando el proyecto no logra los resultados y objetivos esperados, y que a su vez originan un daño a la comunidad y a los trabajadores. Otro es el recambio generacional en las áreas directrices de las organizaciones e instituciones, desafío que con el transcurso del tiempo se observa tan lento como difícil.
Richard Silvera y José Olascuaga, que ocupan los cargos de presidente y de coordinador técnico de la Federación de Cooperativas de Producción del Uruguay (FCPU), respectivamente, dialogaron con la diaria acerca de cómo en la institución observan, analizan y proyectan el tratamiento y atención de ambos temas.
Acerca de las empresas y emprendimientos que no prosperan, Silvera expresó que “no hay que olvidar que el cooperativismo son empresas asociativas, autogestionadas y que cooperan entre todas para producir y mantener sus fuentes de trabajo, digna y equitativamente, con todos sus socios. Eso hay que tenerlo en cuenta”. Por lo tanto, agregó que se trata de una herramienta que a veces “es utilizable para recuperar y mantener las fuentes laborales que son creadas por modalidades tradicionalistas y capitalistas, que cuando no pueden generar el lucro deseado por el inversor, se retiran”. “Esto no significa que no sean rentables o que mantengan una ganancia mínima o un equilibrio deseado para mantener esas fuentes de trabajo, lo que ya sería un motivo muy valioso para reemplazarlas y mantenerlas con la modalidad de lo que significa la herramienta cooperativa”, dijo.
El dirigente sostuvo que “no es fácil cambiar la cabeza ni formar a las personas de un trabajo y pasar a planificar y gestionar a llevar adelante no sólo el trabajo en conjunto con otro, sino prepararse para lo que significa llevar una cooperativa, que es una empresa totalmente diferente”. “En esto estamos en la gremial, para acompañar y formar en sus caminos, para que tengan éxitos en ese emprendimiento y en esa gestión de recuperación de trabajo”, expresó.
“Debemos entender que la FCPU es la que cuenta con la infraestructura para llevar una defensa y una manera de gestionar, y por las experiencias acumuladas desde que existe la federación, y tiene la oportunidad de llevar una negociación adecuada con las instituciones públicas y los contratantes de los servicios a las propias cooperativas. Por eso hay que comprender la importancia de mantener las gremiales activas, y sólo logramos esto entre todos”, afirmó.
Por su parte, Olascuaga dijo que es importante considerar que cuando una empresa se retira de la actividad económica por diversas causas, “lo que queda son trabajadores desocupados y con precariedad laboral” y que, sobre esa base humana, “es que hay que trabajar para lograr que lleven adelante ese emprendimiento con otra mentalidad, que eso lo más difícil de lograr, porque la empresa capitalista se basa en el funcionamiento del capitalismo, se basa en dos principios fundamentales, la propiedad privada individual y el afán de lucro, la maximización de la ganancia”.
Comentó que hay que tener en claro que “las empresas capitalistas no se constituyen para generar empleo ni para distribuir la riqueza, sino para maximizar la ganancia del inversor, y con base en un algo que se consagra hasta por el derecho, que es la propiedad privada individual. Entonces, las personas tienen que pasar a trabajar en un emprendimiento de propiedad colectiva en el que, además de pasar a ser gestores, pasan a ser propietarios, y ese cambio es difícil”.
Sostuvo que “nuestra formación, educación, la sociedad en que vivimos, nos induce a un comportamiento que es funcional al sistema capitalista. Nos induce a un comportamiento individualista, egoísta, competitivo, donde la competitividad se lleva a rasgos exacerbados y exagerados. Entonces, las empresas y las personas con esa mentalidad competitiva, de lograr el máximo lucro, se llevan por delante a las personas. Cuando el empresario considera que, aunque no tenga pérdidas, son insuficientes sus ganancias, se retira y deja a los trabajadores en banda, y ahí se acuerda del Estado”.
“Desde la gremial tratamos de promover procesos de formación, asesoramiento y asistencia técnica a estos grupos que se ven en esa disyuntiva, pero esto muchas veces es muy difícil, porque además después se les exige a esos colectivos que hagan rentable un emprendimiento que el capitalista no supo hacer rentable, y ahí entran muchísimas causas, que a veces son coyunturales y otras estructurales”, dijo Olascuaga.
El recambio y las nuevas generaciones
El involucramiento de las personas en las gremiales cooperativas, específicamente en los sectores directivos, ha resultado una dificultad. La falta de participación de nuevas generaciones en organizaciones como las gremiales es un tema que alcanza al cooperativismo en su conjunto. Al respecto, para Silvera, “esta es una problemática que la FCPU piensa desde hace mucho tiempo. Es un tema muy complejo con diferentes perspectivas. Cada tipo de organización tiene su motivación y significado, justamente para que las personas se involucren en lo gremial y social”.
Destacó que existe también la intercooperación “para tener nuevas oportunidades y hacernos más fuertes con y entre todos. Esto sólo lo mantenemos si encontramos todo lo que refiere al cooperativismo dentro del propio sistema. La información, la formación, en lo referido al conocimiento, de cómo lograr una mejor gestión. Eso lo encontramos en lo que es la cooperación, pero no sólo dentro de la cooperativa, sino también fuera, con una gremial, con todo lo que respecta al sistema que encierra el cooperativismo”.
En tanto, Olascuaga consideró que “muchas veces se expresa como una crisis de participación que no sólo afecta al movimiento cooperativo en la sociedad actual. Muchas otras estructuras también mantienen esta preocupación. La cultura predominante nos lleva a conductas individualistas, competitivas y a veces en forma exacerbada”. Para el coordinador, es interesante ver que “esa crisis de participación no es generalizada y que quizás afecta a estructuras más clásicas, que tienen el desafío, como la propia federación y las propias cooperativas, de ir incorporando su dinámica a los cambios que tiene la sociedad, y a los que las nuevas generaciones se están adaptando y a veces las estructuras se adaptan más lentamente”.
“Creo que el desafío que tenemos en las estructuras más tradicionales es encontrar cómo integrar, cómo innovar y hacer ese recambio. También tiene que ver con que es necesario que desde la juventud se forme a las personas con una cabeza de que otro mundo es posible, de que hay otra forma de hacer economía y de vivir en sociedad, y que este sistema capitalista no es el fin de la historia”, concluyó.