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Ganado bovino en Treinta y Tres (archivo, mayo de 2022).

Foto: Ernesto Ryan

¿Es efectiva la suspensión de exportación de ganado en pie para faena para mejorar la industria frigorífica local?

7 minutos de lectura
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Tras la suspensión momentánea de permisos para exportar ganado en pie, distintas voces analizan la efectividad de una medida que desde el oficialismo sostienen como garante “de equilibrios” entre ganancias y empleo.

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El 14 de julio, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) comunicó al Departamento de Control de Comercio Internacional la suspensión “momentánea” de la emisión de nuevos permisos para exportar ganado en pie destinado a faena inmediata. La decisión tomó carácter público, generó polémica y despertó cuestionamientos hacia el titular de la cartera, Alfredo Fratti, quien, al día siguiente, ofreció explicaciones sobre el tema y argumentó los motivos de la medida.

Fratti hizo hincapié en el carácter temporal expresado en la comunicación, que circuló en redes y medios, y aseguró que la suspensión “momentánea” no implicaba la prohibición. El ministro aseguró que no había “ninguna categoría de exportación en pie suspendida” y aclaró que la medida sólo aplicaría a los nuevos pedidos de exportación de animales “para faena inmediata”; es decir, que los terneros, ganado lechero o vacunos para uso reproductivo quedaron excluidos de la suspensión.

El argumento principal presentado por Fratti refirió a la situación de la industria frigorífica y el impacto del notable crecimiento en la exportación de ganado listo para faenar. En febrero de este año se abrieron dos nuevos mercados a Uruguay para exportación de ganado en pie: Israel, principalmente, para engorde, y Argelia, con destino a faena. En tanto, Turquía es el principal comprador de ganado en pie con cualquiera de los fines y representa casi el 90% de las exportaciones desde 2023. Este mes, ese país, en el que se realizan prácticas religiosas de sacrificio de animales, cerró todos los mercados de ganado del país para controlar la expansión de un brote de fiebre aftosa e incluso la exportación de ganado en pie por tierra, pero no por vía marítima.

En 2024 se exportaron alrededor de 14.600 cabezas de ganado para faena, lo que representa el 15% del total, según cifras del Instituto Nacional de Carnes (INAC). Mientras tanto, en los primeros cinco meses de 2025 se han exportado 22.711 animales con ese destino. Siguiendo esta proyección, Fratti sostuvo: “Estaríamos hablando de que al final del año podríamos andar en el doble de esta cifra –45.000–”. En ese sentido, agregó que se mantenía en alerta porque hay seis empresas vinculadas a la industria frigorífica que están cerradas y 1.030 obreros en seguro de paro (de los cuales a 590 se les venció el seguro en junio).

Por otro lado, indicó que los nuevos pedidos de exportación que reciba el MGAP serán elevados al presidente de la República y al ministro de Economía, para que se evalúe, a nivel de gobierno, “si es de sentido común dejar a los obreros sin trabajo y alguna empresa cerrada, y exportar para faena, o si esto se sigue permitiendo como está”.

En diálogo con la diaria Verifica, Martín Cardozo, presidente de la Federación Obrera Industria de la Carne y Afines (Foica), aclaró que los 1.030 trabajadores a los que se refiere Fratti actualmente están con seguro de paro vencido y, por lo tanto, en una situación de despido indirecto; entre ellos, trabajadores de los frigoríficos Casablanca (Paysandú), Paso de los Toros (Tacuarembó), Lorsinal (Montevideo), Rosario (Colonia). Estos últimos están comprendidos en ese grupo de 590 trabajadores que están en una situación más compleja porque “hace dos años que están sin actividad” y la última extensión del seguro de paro venció el 30 de junio, explicó Cardozo. En cambio, en Casa Blanca y Paso de los Toros “tienen grandes posibilidades de que se les otorgue el seguro”, dado que se encuentran con actividad mínima, una o dos veces por semana, y sin la totalidad de la plantilla.

¿Puede la suspensión temporal de la exportación de ganado mejorar la situación de la industria frigorífica?

Ante la grave situación del sector, emerge la pregunta: ¿puede la suspensión temporal de la exportación de ganado mejorarla? Para Cardozo, “técnicamente”, no hay fundamentos para sostener esa afirmación. “Estamos convencidos de que Fratti sabe que esta medida no resuelve el problema estructural en la industria”, sostuvo el dirigente sindical. De cualquier forma, consideró que tuvo el objetivo de “prender una alarma” y alertar sobre el impacto del aumento de la venta de ganado para faena para una industria nacional, cuya capacidad ociosa ronda, desde hace varios años, entre el 30% y 40%.

Entrevistado en Radio Carve, Fratti negó que la medida sea una solución para los frigoríficos que no están operando, pero señaló que algunas empresas “están en un equilibrio difícil de mantener en el tiempo” y que, si se les quita aunque sea “una porción muy pequeña de lo que está pronto para faenar”, podrían aumentar las dificultades. Aunque reconoció que “obviamente no vamos a recuperar los funcionarios si estos animales se quedan”, el ministro defendió que la medida se tomó “para favorecer la mano de obra nacional porque la industria no es una entelequia”.

Este medio contactó a Fratti para más precisiones sobre el funcionamiento e inspiración de la medida, pero dijo que no haría más declaraciones sobre el tema.

El presidente del INAC, Gastón Scayola, entrevistado en el podcast de la Asociación de Consignatarios de Ganado, aseguró que coincide con Fratti en que “la idea no era ni promover ni prohibir la exportación de ganado en pie, sino evaluar en cada circunstancia” si el negocio es conveniente, especialmente en el caso de ganado terminado para faenar en el exterior. Consultado sobre la intención de favorecer a la mano de obra, Scayola consideró que la solución de fondo, antes que nada, es que “haya más volumen de faena” para “que no me preocupe si se van más o menos terneros”. No obstante, señaló que la medida, aunque quizás “no soluciona, tampoco empeora” la situación de la industria.

Consultado por la diaria Verifica, Ernesto Agazzi, exministro de Ganadería durante el primer gobierno del Frente Amplio, consideró que, “si existiera una libertad total de a dónde vender, se corre el riesgo de que se vendan muchos animales en pie en el extranjero y que la industria frigorífica tenga todas sus inversiones sin tener ningún beneficio y sin tener trabajo, desocupada”. En ese sentido, apuntó que es un problema de “equilibrios”.

Agazzi explicó que la modalidad de exportación de ganado para faena no existía anteriormente en Uruguay: “La producción de carne se hacía desde que nacía el ternero hasta que terminaba en el producto carne; se hacía en toda la cadena”. Este tipo de comercialización comenzó como una “medida defensiva” de los productores ganaderos, principalmente los pequeños, como una vía alternativa en caso de que los “frigoríficos les pagaran poco”. De esa forma, podían vender el ganado en pie en el exterior a un mejor precio. Así, “se llegó a un cierto equilibrio donde el total de las exportaciones de ganado en pie no era una cosa significativa –en el entorno del 5%–; era una pequeña cantidad de animales que se podía exportar, pero cuidando la eficiencia de todo el sistema”.

Pero el negocio creció y “hay intereses económicos en vender estos animales a países que los pagan bien”. En contrapartida, “el riesgo es que quedemos con la industria frigorífica semiparalizada y los trabajadores en el seguro de paro, que es lo que ha pasado”, afirmó el exministro, para quien la medida de suspensión tiene sentido, en el entendido de que Uruguay debería buscar exportar sus productos con el mayor valor agregado posible, consideró. “Me parece que está bien mantener una válvula de salida para escapar del monopolio de los frigoríficos, pero que sea sólo una válvula y no un negocio en sí mismo”, consideró.

De acuerdo con el cálculo del ministro Fratti, esas 45.000 cabezas de ganado para faena que podrían llegar a exportarse a fin de año representan aproximadamente el 2,5% de la faena anual interna, es decir, la cantidad de animales que podrían procesar dos o tres frigoríficos menores, señaló Cardozo. Sin embargo, el cálculo no es lineal. “Hay otras cuestiones más técnicas” por las cuales esos animales para exportación no son faenables para el mercado interno, indicó el dirigente, y explicó que “el mercado interno está más vinculado a las vaquillonas, a las vacas o a los novillos livianos”, animales que no superan, en promedio, los 350 kilos.

Agazzi consideró que el nivel de exportación de ganado para faena “no ha movido la aguja en la cadena cárnica” nacional, ya que sigue siendo bajo con relación al total de cabezas faenadas anualmente. Sobre los pesos de los animales, señaló que “todos los animales que se faenan acá son todos los que se producen”. Agregó: “En Uruguay se faenan animales para el consumo de todos los tipos, y por eso encontrás carne más barata, carne más seca, carne más jugosa. Si ha afectado poco la cadena cárnica es porque ha sido bajo el porcentaje que se exporta”.

¿Medida acorde con las reglas de la Organización Mundial del Comercio?

El secretario de Estado también aseguró que la suspensión está alineada con las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC): “Es momentáneo, no hay nada prohibido y no es discriminatorio, dado que no es para un país determinado”.

En su artículo I, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), que es antecesor de la OMC y el principal contrato que rige el comercio a nivel mundial, establece que “cualquier ventaja, favor, privilegio o inmunidad concedido por una parte contratante a un producto originario de otro país o destinado a él”, deberá ser extendido a todas las demás partes. En este sentido, como afirmó el ministro, la suspensión no contraviene dicha norma, ya que no favorece ni perjudica a una determinada parte.

No obstante, no está tan claro que se haya actuado de acuerdo con las reglas de la OMC, que exige procesos transparentes sobre las resoluciones relacionadas a “requisitos, restricciones o prohibiciones sobre las importaciones o exportaciones”. Estas, según el artículo X del GATT, deberán ser publicadas “rápidamente de manera que los gobiernos y comerciantes puedan familiarizarse con ellas”. En la entrevista radial, Fratti había aclarado que “lo que se hizo fue advertir a los operadores que, para futuras operaciones, deben avisar al ministerio antes de actuar”.

En cuanto a la razón de la medida, el GATT establece que ningún país miembro puede imponer “prohibiciones distintas de los derechos, impuestos u otros cargos, ya sean efectivas mediante cuotas, licencias de importación o exportación” sobre el comercio de cualquier producto, salvo en ciertos casos excepcionales, ninguno de los cuales está relacionado directamente con el propósito de proteger la situación laboral de la industria nacional. Por ejemplo, se permiten restricciones en situaciones de escasez crítica de productos esenciales para asegurar el abastecimiento interno, para detener una grave disminución de las reservas monetarias o lograr una tasa razonable de aumento en dichas reservas, o en el marco de un programa oficial de estabilización de precios internos.

Recientemente, Argentina habilitó la exportación de ganado vacuno en pie con destino a faena inmediata, que había sido prohibida en 1973 con el objetivo de hacer frente a un problema de abastecimiento interno. Al celebrar la medida en redes sociales, el ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, destacó que la comercialización de ganado vivo es permitida por la mayoría de los países ganaderos y constituye “un mercado activo e importante en el mundo”. “Excluirnos gratuitamente de esos mercados es un sinsentido”, expresó entonces. Expertos en la materia señalaron, sin embargo, que Argentina no prohibía esa exportación de ganado en pie, sino la de ganado para faena, que fue lo que finalmente se habilitó.

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