Sin novedades, continúa la huelga de hambre por la extensión de los jornales solidarios frente a la Torre Ejecutiva. Abajo de un gazebo armado en la plaza Independencia, tres extrabajadores del programa Oportunidad Laboral, creado en 2021, en el marco de la pandemia y con carácter temporal –aunque fue prorrogado–, siguen a la espera de una propuesta del Poder Ejecutivo. No comen desde el martes a las 19.00.

Su principal reclamo es la continuidad del plan de febrero a mayo, cuando se prevé su reanudación. Nada les garantiza que en ese momento, en una eventual tercera edición del programa, ellos sigan trabajando, ya que los puestos de trabajo volverían a sortearse, pero ese no es un reclamo de los huelguistas.

Hasta ahora, el único contacto que han tenido con el gobierno fue una reunión con el presidente del Congreso de Intendentes, Fernando Echeverría, y el subsecretario de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Benjamín Irazábal, horas antes del inicio de la huelga. El encuentro duró tres horas, pero no hubo acuerdo. Para extender el programa hasta mayo es necesario que el Poder Ejecutivo envíe un proyecto de ley al Parlamento y que sea aprobado en ambas cámaras.

En diálogo con la diaria, Karina Camacho, vocera del grupo, dijo que la huelga “ya está haciendo un poco de estragos, pero es nuestra decisión y la sigue siendo”. Agradeció el “apoyo incondicional” y la “solidaridad” de los sindicatos que han brindado infraestructura, un baño químico, colchones, caldos de verduras y “un sinfín de cosas que no tienen nombre”. En cambio, sostuvo, el gobierno “lo único que nos ha dado de solidaridad es el nombre del plan”.

“Mi necesidad no está en mi cabeza, sino en mi panza”

Gabriel Gómez tiene 47 años y vive “humilde pero solo” en Gruta de Lourdes. En conversación con la diaria, asegura que si uno lee su historial laboral en el Banco de Previsión Social “va a saltar” que nunca trabajó, aunque alguna vez consiguió algo por uno o dos meses. De una empresa de limpieza, dice, lo echaron “por tener antecedentes” penales. “Mi vida continuó así, sin empleo; había que comer, en ese tiempo yo tenía una señora y dos hijos que ya son hombres… Tuve la mala suerte de estar 13 años preso. Cuando salí siempre tuve la ilusión de cambiar, fui a talleres de la Dinali [Dirección Nacional de Apoyo al Liberado], pero este fue mi primer trabajo formal”.

Gómez ingresó a los jornales solidarios a mediados de 2022. El programa lo pudo “sacar de la calle”, resume. Ante la pregunta de si el sueldo de 10.600 pesos líquidos que cobró por mes fue suficiente, responde: “Así sean cinco, mi necesidad no está en mi cabeza, sino en mi panza”. Lo “fundamental”, agrega, es que “estás cambiando el entorno de tu vida, estás dejando lo malo para conocer gente piola que la está luchando, y no la está luchando ni para fumar ni para tomar”.

Las 10.000 personas que formaban parte de la segunda edición de los jornales solidarios dejaron de trabajar el 31 de diciembre de 2022. Desde entonces, Gómez vende en los ómnibus. Si su huelga de hambre tiene éxito y el programa sigue por unos meses, volverá a “laburar esos 15 [días] tranquilo”. “Los otros 15 con changuitas los sobrevivís”, asegura. “Yo lo que le diría a Lacalle en este momento, como persona, como ser humano y como un charrúa más, es que todo ser humano tiene derecho a trabajar y que le paguen, no [recibir] cosas regaladas”.

“Me ha dado una oportunidad gigantesca”

Enrique de los Santos cuenta a la diaria que trabaja desde los seis años, pero hoy, a sus 62, tiene “nada más que dos años de aportes” porque siempre laburó “en negro”. “Dicho de otra forma, voy a morir trabajando”.

Al igual que su compañero de huelga, De los Santos considera que el sueldo de 10.600 pesos de los jornales solidarios “es muy poco”. Sin embargo, afirma que el empleo “nos saca no solamente de una situación económica sino también de una situación social”. Para él, significó quitarle “la angustia, la depresión y la ansiedad de haber estado rebotando de trabajo en trabajo”. Asegura que no es el único: “Acá hay mucha gente con intento de suicidio, muchos exdrogadictos, mucha gente que estuvo presa, muchas madres solteras prácticamente adolescentes”.

De los Santos menciona que, entre otros oficios, estuvo 16 años “repartiendo cartas en correos privados” y cinco años haciendo “lo que ahora muy eufemísticamente le dicen reciclador”. “Yo siempre me definí como bichicome, rescatando de la basura para vender en la feria. En esa situación me encuentra el plan, deprimido, angustiado, medicado, me ha dado una oportunidad gigantesca de conocer a un montón de gente que está pasando por situaciones críticas. Uno se siente acompañado en el dolor”.

Por último, expresó su “enorme gratitud a todos los sindicatos” que, “sin excepción”, se han “comportado de forma genial” en apoyo a la protesta. Por el momento lo único que está planteado entre el grupo de huelguistas y las autoridades del gobierno es una nueva reunión el viernes.

Los números

En la primera edición de los jornales solidarios, que en 2021 tuvo disponibles 15.000 puestos de trabajo a distribuirse entre los 19 gobiernos departamentales, se anotaron 250.605 personas, es decir, 16,7 personas por cupo. En 2022 la cantidad de lugares disminuyó a 10.000: hubo 159.846 inscriptos, unas 15,9 personas por cupo. El sueldo mensual por 12 jornales fue de 12.500 pesos nominales.