Hasta que lo venció un tiro libre del Palomo, esa carta de calidad que tiene el trajeado DT y a quien recurre en los últimos minutos, Cerro peleó por el empate. Con el 2-1 vigente desde el comienzo del ST el trámite del juego se hizo parejo, en esa alfombra perfecta en que se ha convertido la cancha del entorno perfecto, la lindera con el Rosedal del Prado. Pero no eran sólo los embates algo desesperados del equipo del Topo Sanguinetti los que caracterizaban el encuentro, sino también el juego empalagosamente prolijo y cuidado de Wanderers, que ofrecía respuestas válidas sin renunciar nunca al ataque y sin exagerar los cuidados defensivos, que sin embargo, y lógicamente, también toma.
En ese segundo tramo del partido, en un ida y vuelta sin arabescos futbolísticos, sin mucha belleza para contrastar con la que ofrece la naturaleza que rodea el escenario, el partido se hizo igualmente entretenido. Sólo se mantuvieron las líneas de cuatro hombres defensivas. El resto se desmoronó, el tránsito por la media cancha se hacía fácil porque los bloques, las líneas apretadas, se convirtieron en flanes muy móviles.
La parte inicial había ofrecido dos goles seguidos de Wanderers y dos golazos también muy cercanos, el segundo del local y el descuento del visitante.
Cerro se prepara para la Libertadores con muchos problemas de formación, con muchas bajas y con varias presencias juveniles de edad llamativa (al caso, el jovencísimo zaguero Emiliano García, el volante Andrés Ravecca y los ingresados Matías Rodríguez, Sebastián Regueiro, Elvis Duré, sin olvidar a Suffo, un delantero devenido en buen lateral). Capitano ha optado por un elemento táctico permanente al ubicar al ordenado Marcelo Palau como vértice defensivo de la media cancha. Es un tapa y pasa disciplinado e influyente. Atrás de él la línea defensiva da libertad -amparada en su fijeza- para las subidas atinadas de Agustín Peña y las más ocasionales de Jonathan Lacerda. Delante de él se despliegan los volantes-enlaces con Matías Corujo muy activo por zona central y dos laderos atentos, Emiliano Telechea y el otro Jonathan, Pérez. Para las estocadas a fondo son dos buenos recursos humanos el de Peinado (¿por qué Defensor no lo supo esperar o dar oportunidades con estabilidad?) y Charquero, una dupla en la que se suman la calidad técnica con el empuje y vigor, más el denominador común del gol. Tres victorias encadenadas en pocos días (4-0 a Nacional y Racing más este 3-1) alientan a los wanderistas hacia las alturas de la tabla de posiciones y la imaginación vuela en los viejos y nuevos hinchas bohemios.
Cerro debe superar el trago amargo, restañar heridas y luego que normalice la interna futbolística, deberá hacer el balance y comprobar qué tiene y qué le falta para ir al máximo torneo continental con una escuadra bien competitiva. Pero el camino se hace al andar y sin desesperaciones.