La selección celeste cerró el inolvidable año 2010 con una olvidable derrota. Uruguay cayó sin atenuantes ante Chile, en un partido muy especial para los trasandinos porque en la ocasión despidieron al argentino Marcelo Bielsa, quien por decisión personal no seguirá al frente del conjunto rojo.
Poco queda para rescatar de Uruguay en un partido en el que los locales fueron superiores en todo momento. La intensidad que le metieron los chilenos al partido durante buena parte del primer tiempo incomodó mucho a Uruguay, que en muchos momentos estuvo sin poder salir de su zona defensiva, sufriendo una suerte de asedio. El vértigo del partido trajo inevitablemente los roces y en el fragor de la lucha se vieron varias incidencias violentas, la mayor parte de ellas perpetradas por jugadores uruguayos. Así fue que por sumatoria de amarillas se fue expulsado el volante sanducero Walter Gargano poco antes de que finalizara el primer tiempo. La decisión del árbitro paraguayo Torres fue correcta, más allá de que alguno se puede haber calentado con la determinación del colegiado guaraní, que mantuvo durante el encuentro un coherente tono localista e incluso no cobró un evidente penal cometido contra el Palito Álvaro Pereira cuando sólo corrían tres minutos de juego.
El primer gol llegó en un momento en el que el partido se había equilibrado, cerca del final de la primera parte. Un pase profundo muy preciso fue recepcionado en el borde del área por el picante delantero Alexis Sánchez, jugador del Udinese italiano. El atacante maniobró bien, se sacó de arriba la marca celeste y remató al arco, encontrándose con una floja respuesta de Muslera, que no pudo retener la bola, que se metió en el arco y generó el festejo de la muchedumbre trasandina.
Cuando promediaba el segundo período, otro error del arquero celeste, éste mucho más grueso que el anterior, propició el segundo gol. Un potente remate lejano del volante Arturo Vidal tuvo una flojísima respuesta de Muslera, que no pudo retener una bola perfectamente atajable. A esa altura, aun antes del último gol, la situación de los nuestros no era la mejor. El predominio chileno era manifiesto, Uruguay estaba metido muy atrás y con la sucesión de cambios el equipo se fue desdibujando aun más, si bien sobre el final algunos ataques aislados maquillaron levemente la deficitaria actuación colectiva. De todas maneras, el revés sufrido anoche no es más que un tropezón en un camino por el que ya se demostró que se sabe transitar.