La bienvenida y la recorrida por los diversos stands que armaron para la ocasión estuvo a cargo de los investigadores del Institut Pasteur de Montevideo, ubicado en Malvín Norte. Con gran disponibilidad, con un lenguaje claro y con ejemplos comunes, explicaban a chicos y grandes las funciones de las células, del ADN, de las proteínas, el sistema nervioso, la reproducción de las células cancerígenas y la generación de enfermedades infecciosas en las personas, entre muchas otras cosas.
Casi por defecto profesional, mientras detallaban el funcionamiento de las distintas partes que hacen al ser vivo y explicaban cómo se producían algunas enfermedades, recordaban que la salud del cuerpo humano es una tarea que requiere de la responsabilidad de cada persona; “controles constantes” y “visitar al médico con frecuencia” eran algunas de las sugerencias que se podían escuchar por los pasillos del instituto. También contaban que ningún ser es igual al otro, lo que muchas veces dificulta la búsqueda de soluciones globales.
En la recorrida por las estaciones propuestas la gente se manifestaba interesada y se animaba a hacer preguntas cuando algún concepto no le cerraba. Asimismo, se mostraron maravillados con el funcionamiento del cuerpo, la naturaleza humana y por cómo hacen los investigadores para obtener el conocimiento.
Experiencia compartida
Celebrar el cuarto aniversario del instituto fue lo que motivó a los investigadores a abrir las puertas a la comunidad. Si bien no es la primera vez que la actividad se hace, los visitantes no se dejan de sorprender. “Tratamos de acercarnos a la sociedad para que vea que la ciencia es algo con lo que todo el mundo está en contacto y que no es nada extraño. Queremos que aprendan lo que estamos haciendo acá dentro y que está bueno que en Uruguay se hagan investigaciones”, comentó a la diaria Lucía, investigadora del Pasteur.
Tanto ella como otros científicos consultados enfatizaron en que el conocimiento “es de todos”, recordaron que los proyectos son financiados en su mayoría por el Estado (65%) y por fondos extranjeros (35%).
Por su parte, Magdalena, también investigadora del instituto, expresó: “Tratamos de transmitir que la ciencia existe en Uruguay y que los científicos tenemos una profesión y queremos vivir de esto, y que así como optás por ser médico o abogado, también podés hacerlo por ser científico”. Sobre la realidad laboral de los investigadores, Geraldine, también profesional del rubro, dijo que lo más difícil en el ámbito científico es “conseguir un cargo fijo”. Contó que la mayoría de los proyectos son temporales y que continuamente tienen que estar elaborando propuestas para conseguir trabajo. Explicó que en el instituto hay cargos fijos y otros basados en proyectos.
Otro punto que a veces genera dificultad en la cotidiana de los investigadores son los tiempos de trabajo. La duración de las investigaciones y las horas de dedicación muchas veces los hace ir a contrapelo de su entorno. A modo de ejemplo, Lucía contó con humor: “Nosotras trabajamos con ratones, no te podés ir todo enero de licencia y dejar a los ratones, tiene que haber alguien que los cuide, que les dé de comer, que les cambie la cama; con las células pasa lo mismo, vos las pusiste un día y a las 24 horas las vas a tener crecidas y si las pusiste el viernes, el sábado vas a tener que venir a buscarlas porque el lunes vas a tener contaminación y van a estar crecidas de más”.
Muchas veces, el hecho de trabajar durante más de un año y que no haya resultados a la vista es difícil de entender para quienes lo ven de afuera, posiblemente cuando se obtienen logros y son difundidos es el momento en el que se comprende y se considera que la espera valió la pena.