El año pasado fue el turno de Michael Jackson y del Piñe. Era fácil distinguir al primero por su sombrero, los lentes de sol y su tez blanca, mientras que el principal distintivo de Jorge Piñeyrúa era la exagerada nariz y una tele en sus manos.
Para esta Nochebuena decidieron quemar a un personaje muy mediático, vinculado al mundo de Marcelo Tinelli, y el otro es un jugador de la selección nacional. Aunque es un secreto a voces, no se puede adelantar quiénes son. Lo único que sí se puede decir es, tal como lo explicó Diego, vecinito de La Blanqueada: “Lo vamos a quemar porque se hace ver”, dijo en relación al primer judas. En cuanto de Jaime Cibils y Martín Fierro, conocido como Judas Pipo, “fue elegido por los más chicos porque es el que más les llega”.
Noches de verano
En una de esas placenteras noches de verano, en las que el calor del día había cesado, los responsables de armar el judas de Azambuya y Raña ultimaban detalles del rostro. Lo hacían en el frente de una casa del barrio. De la reja de la ventana colgaba una bombita conectada por un precario cable, la que iluminaba el ambiente; de fondo sonaba una cumbia, además se divisaban paquetes de harina, los que utilizaban para preparar el engrudo para pegar los materiales.
Alberto, el más grande del grupo, dirigía el trabajo que daba forma al rostro del judas. Los más chiquitos acataban órdenes y respondían como hormiguitas trabajadoras. De tanto en tanto hacían una pausa para admirar cómo iba la obra; quedaban maravillados con los resultados obtenidos.
En conversación con la diaria, Alberto comentó que estaba bueno que los gurises más chicos se engancharan en la producción del judas. Explicó que este año ellos tomaron la posta, cosa que agradeció, porque “yo ya tengo 39 años, hace años que lo hago, ya no tengo tiempo, es hora de empezar a pasar la posta”.
El enganche que tenían los más chicos se notaba, las remeras y las bermudas estaban llenas de engrudo, también lo estaban las manos; a algunos se les había manchado el rostro.
Más allá del visible entusiasmo, Alberto tuvo que participar en el armado de la cara del judas; es uno de los puntos más importantes que definen al personaje y no podía quedar librado al azar.
El trabajo se realizaba en cadena, dos embadurnaban el papel de diario con engrudo, otros tomaban las hojas y se las llevaban con cuidado hasta las manos de Alberto, quien finalmente les daba forma según la parte del cuerpo que fuera haciendo. La técnica utilizada es la de papel maché. Un punto que ellos mismos destacaron fue la ausencia de mujeres; a una cuadra de la casa se estaba desarrollando un toque y la mayoría de la banda del judas, hombres y mujeres, se encontraba allí.
Ante la ausencia femenina, con mucho sentido del humor, Mauricio, del grupo de los más chiquitos, comentó: “Es que ellas el trabajo sucio no lo hacen”.
Tardes de calor
El judas Pipo es armado a unas cuadras del de Azambuya. Ayer de tarde, caminando por el barrio, se podía divisar tirado en el garaje de una casa el enorme cuerpo del jugador de fútbol. La cabeza estaba en proceso. Marcos se encontraba trabajando solo, resistiendo el calor.
Consultado sobre por qué iban a quemar a un jugador de la selección nacional, Marcos respondió: “Nosotros ya hace años que lo venimos haciendo como un homenaje. El año pasado, por ejemplo, hicimos al Piñe, y era un homenaje”.
Aunque reconoció que depende un poco del año puesto que en su momento supieron quemar a Daisy Tourné, a quien le hicieron un poco de burla y un poco de homenaje.
Este año buscaron lo más destacado de 2010 y optaron por homenajear el desempeño de Uruguay en Sudáfrica. Luego de elegido el tema, los más chiquitos decidieron a cuál de todos los jugadores querían homenajear.
Competencia sana
La tradición comenzó hace unos 64, 65 años. Tal como sucede en toda tradición, existen muchas versiones y opiniones. Al principio, simplemente se quemaba un judas, con los años fueron agregando temas y personajes. El primer judas quemado con identidad fue Fulmine, un personaje caricaturesco portador de mala suerte y desgracias.
En la hoguera han caído el Goyo Álvarez, con ataúd y todo, Pinochet, Néstor Kirchner, entre otros. Por momentos los personajes se vuelven secundarios, la cuestión es “quemar lo que cada uno tiene adentro, lo que pasó en el año, toda la mierda que cada uno tiene adentro y sacar el piromaníaco, que todos lo tenemos”, argumentan en el corto La quema, producido en 2008 bajo la dirección de Pedro Alonso y Cecilia Cirillo, en coproducción con el Centro Cultural de España.
Antiguamente la competencia era más intensa y ambos bandos enviaban “espías” para controlar el trabajo de los otros. Ahora las prioridades son otras, la cuestión pasa por ofrecer un buen espectáculo con los miles de pesos que juntan. El año pasado se invirtieron 18.000 pesos sólo en Piñeyrúa.
“Ahora es una competencia sana. Sigue siendo competencia porque vos sos del judas de allá y nosotros del de acá, pero la gente va a ver los dos y da plata para los dos. De nosotros no gana ninguno de los dos, gana la gente porque es la que queda más contenta”, comentó Marcos.
Para que el público pueda apreciar ambos espectáculos, primero queman el judas de Azambuza y Raña, y cuando la explosión finaliza, comienza a arder el de Jaime Cibils y Martín Fierro.
La única diferencia que existe entre un judas y otro es, según destacó Marcos, que “el de ellos tiene más fuegos artificiales, el nuestro es el que más explota”.
La colecta para juntar dinero para comprar las bombas y el resto de la pirotecnia se realizó ayer a última hora de la tarde y continuará hoy. Si bien las cuadras para pedir dinero están definidas por la cercanía que hay con el judas, esos límites a veces se vuelven invisibles y no se respetan. Las colaboraciones son bien variadas, hay quienes ponen 50 ó 100 pesos y otros solamente 15. La cosa cambia si se trata de un padre de familia, ex fabricante de judas del barrio; allí los aportes superan los 500 pesos, pudiendo alcanzar los 1.000.
Espíritu navideño
En La Blanqueada hace días que los judas se sienten en el aire. Los vecinos tienen incorporada la tradición que los hace prisioneros de pasar cada Navidad en sus hogares, y recibir muchas visitas para ver el espectáculo autóctono. Éstos también participan aportando papel de diario y vigilan las ramas y hojas de palmeras que amontonan en las esquinas, las cuales son utilizadas para iniciar el fuego.
En el pasado algún que otro vecino llamó a los bomberos y reclamó que suspendieran las quemas, pero la tradición pudo más y ningún 24 se suspendió la función.
Actualmente los equipos de construcción de los judas están viviendo un cambio generacional. Los más grandes intentan pasar la posta a los más chicos, aunque es difícil que se desvinculen completamente. “Está bueno pasar la posta, pero cada vez que pueda voy a seguir haciendo esto”, comentó Marcos mientras construía el rostro del jugador.
Hoy se los podrá ver por el barrio a todos juntos; grandes y chicos estarán trabajando en la colocación de las cañitas, las bengalas y las 4.500 bombas aproximadamente. Y después de las doce, una vez más, verán el fruto de su trabajo.