Uruguay derrotó a Suiza en su penúltimo partido previo a la Copa del Mundo, que está a la vista. Ganó en tierra ajena contra un equipo que clasificó directo por haber sido primero en su grupo europeo. Sacó dos goles de ventaja, lo que no será normal en la comparación de los restantes partidos que ayer llenaron el mundo de fútbol amistoso y de preparatorio.
Prohibida la venta de humo
La mercadotecnia a través de los medios de comunicación es un elemento de tanta complejidad que apenas rascando un poquito pueden aparecer casos cuya explicitación los hace claros ejemplos de cómo se puede manejar una carrera, un proyecto, una idea. No sólo se trata de tener buena o mala prensa, sino de la capacidad para promover o esconder situaciones que pueden solidificar o disolver para siempre el desarrollo de una carrera o de un proyecto. A algunos técnicos los promueven y catalogan porque tienen ángel, chispa, don de gente, mostrador, vestuario, academia. A otros los esconden, los cuestionan, los desgastan con sus verdades a medias. Miro con satisfacción a la selección en la tele y me pregunto por qué a nadie se le ocurre reconocer la gran tarea que sin solución de continuidad ha logrado Tabárez en la conducción de las selecciones nacionales. Lo pienso mientras veo un colectivo que con aplomo y seguridad supera, de visitante, esta vez, a un equipo europeo, pero ya lo he visto con africanos, asiáticos, oceánicos y americanos. Lo he visto ganar como ayer, dejándome satisfecho, y lo he visto perder, lejos de las expectativas que tuviera para el desempeño de ese día, pero siempre, tanto en un caso como en el otro, me ha devuelto esa noble sensación de seguridad porque con trabajo, esfuerzo y planificación mi representativo, tan chiquito pero tan grande, siempre da lucha contra el que sea. En el 88, 89, 90 era lo mismo, y claro, un poco más que ahora, les ponían como referencia a los campeones mundiales. Eso no está bien, no está bueno, no ayuda a crecer como ha crecido nuestro fútbol a nivel internacional durante los últimos años. Lo mismo ha sucedido con nuestras selecciones juveniles, punta de lanza de un proyecto inútilmente abortado en medio de su gestación. Me gustó Uruguay, me gusta la idea, el método y casi siempre las formas en que los futbolistas tratan de ser más en la competencia. Disfrutemos de eso, que está bien. Aspiremos siempre a más, que está mejor aun. Y discutamos si es casualidad o causalidad que esto ocurra en la era Tabárez. Más que ángel ese técnico tiene método, conocimiento, aplicación y, por sobre todas las cosas, una gran resiliencia que le permite llevar a cabo lo que algún día se planteó como objetivo. Rómulo Martínez Chenlo
El entrenador Óscar Tabárez puso en la cancha al mismo núcleo básico que ganó un lugar en larga fase clasificatoria. Tuvo varias bajas importantes, las de Diego Lugano (quien acompañó desde el banco de suplentes), Martín Cáceres, Cristian Cebolla Rodríguez y, sustancialmente, la de Ignacio González, quien iba a hacer una prueba necesaria luego de una larga ausencia de más de un año, debido a consecutivas lesiones, y que, unas horas antes, quedó descartado al padecer otro problema sanitario. Reapareció Egidio Arévalo Ríos, aupado por sus antecedentes en el grupo y sus excelentes actuaciones últimas en Peñarol.
Existió un colectivo afiatado
El equipo que nos representa se mostró sólido, compacto, con líneas muy juntas, con buena disposición a trabajar cada jugada en todos los sectores, con intención y logros en cuanto a un trato cuidado de la pelota. En ese contexto una exclamación debe ser permitida: ¡cómo recuperó pelotas esa media cancha! El aporte del Ruso Pérez, de Gargano y de Palito Pereira fue impresionante.
Y la otra cara que caracteriza a las formaciones del Maestro. Dentro del juego colectivo no se ubican defecciones individuales graves que alteren el buen funcionamiento. Si el aporte de Fucile, los dos defensas centrales y, en el segundo tiempo, Malaka Martínez fue muy limitado, igualmente se debe dejar constancia de que no produjeron más que algunos aflojes defensivos que se tradujeron en jugadas de peligro para el arco celeste; al caso, el tiro en el palo que casi cerró el partido y, antes, la jugada del penal algo torpe de Scotti que produjo el gol suizo, y una de las pocas buenas jugadas que pudieron crear los locales a los 10 minutos, en la que el novato Shaqiri desperdició la chance, o a los 20, cuando Streller obligó a una salida desesperada y efectiva de Muslera, más dos cabezazos muy flojos que pudieron conectar los suizos sobre los 80 minutos de juego. Muy poco, en definitiva, en la comparación de cantidad y calidad de las llegadas al área rival provocadas por los nuestros.
Dos minutos después del gol inicial, Forlán entró solo por el medio del área y se aproximó al gol que conquistó tres minutos después el ayer capitán celeste. En la jugada que trajo el empate tuvo mucho mérito Nicolás Lodeiro -quien fue llevado a la titularidad por la lesión de último momento de Nacho-, ya que, estando Forlán en posición adelantada, buscó progresar profundizando, un defensa rechazó corto y al caer la pelota nuevamente en sus pies puso en acción a Palito Pereira, que hacía uno de sus tantos desdobles de ataque por izquierda. Éste pegó de cachetada, con la fuerza y la dirección exacta para encontrar el empeine derecho del rubio goleador.
Segundas partes pueden ser buenas
Ya en el segundo tiempo Tabárez hizo dos cambios: el lógico de Abreu por Forlán, para darle un tiempo entero al primero y cuidar del ajetreo al del Atlético; además, en el mismo momento Malaka tuvo su oportunidad (no muy bien aprovechada) y Lodeiro pagó tributo a su escaso rodaje cediendo su lugar aunque ya había dejado claro que de su hábil zurda siempre puede surtir magia futbolística.
El tanto con el que se pasó a ganar llegó muy rápido. Luis Suárez avisó, a los 2 minutos, con un tiro que iba al gol y que el golero mandó al córner, y enseguida, tras un rechazo corto en un ataque de muchos y, como él hace muy seguido, le pegó saliendo de la montonera hacia atrás, de aire. Fue un hermoso zurdazo, otro lindo gol.
Después, el Maestro siguió dando oportunidades para hacer las pocas pruebas sucesivas que le son permitidas en tanto habrá que decidir por 23 jugadores mundialistas y ni uno más. Así desfilaron Egidio, Cavani, el Japo Rodríguez y Sebastián Papelito Fernández, todos con elemental cumplimiento y buenas acciones.
Cerca del final se aseguró el partido con otro gol que fue producto de la participación de muchos. Cavani llegó a tirar dos veces y en la última entró.
Conclusión: Uruguay fue mucho más que Suiza y eso es lo que menos importa, porque es muy poco probable que nos crucemos con esa selección, pero sí es destacable que el equipo funciona, que tiene armas técnicas, tácticas, físicas y anímicas de primer orden y que, en estos repasos espaciados, muestra saber muy bien el libreto, practicándolo con posibilidades de enriquecerlo.
Ahora el plantel se volverá a encontrar para el ensayo final allá por mediados de mayo. Hará un partido de despedida de su gente ante Israel, el 26 de mayo en el Centenario para partir en la búsqueda de los franceses, duelo mundialista pactado para las 15.30 (hora uruguaya) del 11 de junio en Ciudad del Cabo.