Es medio un lugar común, el casete repetido, y seguramente tenga algo de injusticia. Pero cuando un equipo anda derecho, anda derecho. Peñarol jugó bárbaro y ganó merecidamente, pero también tuvo una cuota de suerte que le permitió no sufrir más de lo que le podría haber tocado. Ojo, esto no significa que haya ganado por eso, que no haya tenido virtudes -como las tuvo durante todo el Clausura-, pero sí que aquellos relatores engolados que se afirmaron en alguna oportunidad para decir “es la suerte del líder” (y seguramente uno se haya ido de boca y haya dicho, sin pelos en la lengua, “del campeón”) tuvieron razón.
En medio del acomodo del partido y cuando muchos ni siquiera miraban aún el juego, el Negro Martinuccio la colgó de un ángulo. Porque en el afán de presentarse ordenadito, prolijo y recién vestido (de verde cotorra) Cerrito tocaba la pelota de mitad de cancha hacia atrás, intentando estudiar un poco el partido. Pero antes de tomar el marcador para poder subrayar lo más importante, una pelota que Foletti quiso dar hacia atrás la robó el delantero argentino y, disfrazado de contragolpe, se metió con gran velocidad en el área y la cruzó por arriba con gran definición. Iban un poco más de cinco minutos y ya ganaba. Eso da para inflar un poco más el pecho y sacar a relucir que ya eran unas cuantas las victorias al hilo y se conducían a otra más. Gastón Ramírez juega bien, Pacheco anda volando, Urreta no para de correr y Arévalo Ríos, además de ser un pacman en la mitad de la cancha, se encarga de lustrar sus championes con asistencias muy certeras al gol. Encima Martinuccio en la primera que tuvo volvió a convertir después de un tiempito sin hacerlo.
El de la victoria
Los dirigidos por Marcelo Saralegui tuvieron buenos pasajes de fútbol. Cerrito tocó, quiso y puso en aprietos al líder en más de una oportunidad. En el primer tiempo mostró más errores que aciertos, pero la chance la tuvo. Justamente el rapidísimo Foletti quedó mano a mano con Sosa, pero la pelota pasó por al lado. Al ratito lo empató de penal, pero ni pudo respirar el aire del empate, ya que Pacheco apareció -como siempre- para empatar. A lo goleador, el Tony apareció en un momento importantísimo y volvió a poner arriba al manya, sin haber sentido la igualdad, porque Peñarol era más en la cancha y lo mostraba con constantes llegadas.
De lujo
Peñarol como líder sacó a relucir el suntuario fútbol, con tacos, pisadas, caños y un juego que condimentó mucho al show-entertainment, siempre lindo en el fútbol. Cerrito tuvo un pequeño momento de confusión con errores en la mitad de la cancha y pelotas perdidas que podían ser fatales en la mitad de la cancha, como había sido aquella primera.
Ya en la recta final del partido, Cerrito, sabiendo que tenía que ganar como fuera, se fue arriba. Tuvo tres oportunidades consecutivas para empatarlo. El Beto se la jopeó a Sosa, pero Guillermo la sacó de la línea. El ingresado Burgueño tuvo un mano a mano en el área que ahogó Sosa, y después Dorrego rompió el travesaño. Aquel tan mencionado casete volvía a poner Play&Rec.
En el último ataque del partido Diego Alonso recontraliquidó el partido, sin más tiempo para nada y sabiendo que Peñarol ganó once de once, y sigue de largo.