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El entrenador de la selección chilena, el argentino Marcelo Bielsa, durante el entrenamiento de ayer en las instalaciones de Ingwenyama, en Nelspruit, Sudáfrica, donde la selección se encuentra concentrada.

Foto: Efe, Alberto Estévez

El fútbol que veremos

4 minutos de lectura
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El Mundial está comenzando: miremos hacia atrás y tendremos la tendencia.

Una mirada hacia la Copa del Mundo de Alemania 2006 -y en algún caso amplificada a las tres ediciones últimas- nos puede dar una idea de lo que veremos a partir del viernes. Aunque el tipo de fútbol, el estilo, pueda ser variopinto, hay patrones de sistemas y tácticas que son comunes a quienes normalmente terminan en las primeras posiciones. Por otra parte, ¿se revertirá el declive constante de goles convertidos, registrado en los últimos mundiales?

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Mención especial

Al analizar el Mundial 2006 debe caber un apartado para dos planteos futbolísticos que se quedaron en octavos en uno de esos choques apresurados que se producen a la salida de los grupos (como podría ser un Uruguay-Argentina en este 2010). Los 4-3-3 de Holanda y España alentaron esperanzas fuertes pero fueron vencidos en octavos por dos escuadras en explosión, por Portugal 1-0 y por Francia 3-1, respectivamente. Fueron expresiones audaces que hicieron su aporte de búsquedas ofensivas de más volumen. Más allá de sus endebleces, que las tuvieron, en defensa y mediocampo, si se hubieran encontrado con selecciones más accesibles al comenzar la fase de eliminación directa, seguramente habrían hecho contribuciones interesantes. Y por lo tanto hubieran tenido un lugar más destacado en este somero análisis.

Si hablamos de ordenamiento de los jugadores en el campo de juego, la Copa del Mundo de Alemania, el último antecedente que tenemos, se caracterizó por el triunfo de las defensas zonales de cuatro hombres con un solo delantero neto, al caso lo que practicaron el campeón, Italia, y el vice, Francia. En ambos casos existía otra similitud, la existencia marcada de dos volantes de contención donde uno resguardaba -Gennaro Gatusso en los italianos y Claude Makelele en los franceses- y otro se soltaba, los grandes Andreas Pirlo y Patrick Vieira, respectivamente. (Dicho sea de paso, ninguno de los dos franceses nombrados jugará el Mundial africano aunque Gatusso y Pirlo están en la lista de Italia).

El sistema 4-2-3-1 fue llevado adelante por ambos finalistas y a la vez por la selección semifinalista de Portugal, en la que también hubo dos volantes de contención, con Costinha normalmente pegado a la línea de cuatro, mientras que Maniche se lanzaba más en incursiones de ataque. Sistemas similares a éstos, el 4-4-2 alemán, el 4-1-4-1 inglés y el 4-2-2-2 argentino, dejaron al sistema de tres defensas con dos carrileros o volantes-laterales casi en desuso. De las 32 selecciones, 28 optaron por una defensa de cuatro hombres y sólo dos de las cuatro formaciones que jugaban con tres zagueros pasaron a octavos, y ninguna a cuartos.

Avancemos más: en los tres mundiales precedentes, en Estados Unidos 1994, en Francia 1998 y en Corea-Japón 2002, se visualizó la vuelta a los cuatro defensas con dos delanteros, en esa época, y las variantes se encontraban en la forma de ordenar a los mediocampistas, ya en 3-1, 1-3 o 2-2. Esa fórmula se consolidó como superior o más “ganadora” con respecto a la alternativa de jugar con tres zagueros y dos carrileros, pero, ¡atención!, esta última forma de jugar no había desaparecido y dividía los planteos tácticos casi en 50 y 50. El quiebre se dio en Alemania.

Aclarando, dijo Tabárez

Por acá deberíamos hacer una aclaración y una referencia concreta a la posibilidad, más que cierta, de que Uruguay entre a su primer partido mundialista contra Francia con un esquema que contiene muy claramente la existencia de tres defensas -Scotti o Martín Cáceres, Lugano y Godín- más dos volantes laterales con mucho sentido de ataque -Maxi Pereira y Palito Pereira. Más allá de que Tabárez ha destacado el uso del sistema probado a conformidad contra Israel en el Centenario, como ampliamente utilizado anteriormente, debemos puntualizar que no fue ni de cerca el más usado en la clasificatoria mundialista sudamericana. 

En este caso el DT celeste tiene argumentos muy fuertes para sostener el sistema y la táctica antedicha y -aclaramos- usamos sistema en la acepción del ordenamiento básico de los hombres en el campo, algo así como la anatomía de un equipo, y a la táctica como el funcionamiento de ese sistema adecuado a las características de los jugadores que se poseen y a los objetivos planteados, algo emparentado a la fisiología de ese cuerpo colectivo que es un equipo de fútbol.

No es que el Maestro esté fuera de la tendencia dominante -que además no sabemos con certeza cuál será en este Mundial- sino que tiene el objetivo claro de mejorar la calidad del fútbol comparada con lo realizado en las clasificatorias suda-mericanas, manteniendo un mejor balance entre la capacidad de limitar al adversario y la alta capacidad de posesión de pelota que aspira tener la selección uruguaya.

Además, sería muy difícil que se diera el uso de un solo sistema en el desarrollo del torneo, porque eso no sería representativo de la mentalidad y de las prioridades de Tabárez. Un mismo sistema, además, no es, de por sí, más ofensivo o defensivo que otro sino el envase donde se plasma el fútbol que se quiere o al que se aspira. Un sistema busca darles una armonía colectiva a las individualidades y lo que definirá será la suma de esas calidades individuales. Siempre resolverán o desnivelarán los grandes jugadores si están utilizados en las actividades que realizan con mayor eficiencia, si sus calidades positivas tienen rienda suelta y sus aspectos deficitarios quedan disimulados.

El jardín sin flores

Un declive que sería deseable revertir en Sudáfrica es la cantidad de goles convertidos por Mundial. Existe una tendencia a la baja llamativa sobre la que se ha comentado poco.

Veamos los datos. En 1998 (Francia) se convirtieron 171 goles, 2,71 por partido. En 2002 (Corea-Japón) los goles fueron 161, o sea, 2,52 por partido. En 2006 (Alemania) llegó a 147, apenas 2,29 por partido.

Lo que preocupa más es la tendencia. ¿Hay una relación directa entre estos números y los planteos tácticos utilizados? Es complicado afirmar que hay una relación directa de causa-efecto.

Dos enfoques realizados por integrantes del Grupo de Estudios Técnicos de la FIFA esbozaron una polémica. Para Andy Roxburgh, aunque se considere negativo que se conviertan pocos goles, no se hace justicia al “controlado, cuidadoso e inteligente” fútbol defensivo que abundó en el Mundial alemán. “Los equipos han ofrecido un trabajo defensivo más escrupuloso que nunca”, concluyó el escocés.

Por su parte el peruano Teófilo Cubillas, también integrante del Grupo, hizo un análisis distinto cuando afirmó que “la tendencia ha sido la de poner un solo jugador en punta y otros por detrás como apoyo. Hemos visto pocos delanteros netos y los equipos han estado más preocupados por no perder que por ganar, creo que se debería fomentar un fútbol más ofensivo e intentar crear más ocasiones de gol, porque un partido de fútbol sin goles es como un jardín sin flores”.

¿Habrá buenas sorpresas?

Sucede que cada cuatro años el fútbol mundial hace un resumen y se pueden comprobar los cambios o virajes en los planteamientos que realizan las distintas selecciones y cuáles se demuestran más efectivos.

En Alemania ganó por goleada la línea de cuatro con marca zonal, las nutridas medias canchas con salidas por los costados, un delantero neto al que asisten muy de cerca tres enlaces y casi la inexistencia del enlace (o enganche) único, al que se pudieron arrimar de a ratos Juan Román Riquelme en Argentina y Michael Ballack en Alemania, dos magníficos futbolistas que por distintas razones, aún vigentes, no estarán en el Mundial que se nos viene arriba.

¿Qué pasará ahora, continuidad o quiebre? Difícilmente veremos algo rotundamente novedoso según el panorama internacional existente, pero hay que estar abiertos a las buenas sorpresas.

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