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El presidente del Banco Nacional de Hungría, Andras Simor, habla en rueda de prensa después de una reunión del Consejo Monetario en Budapest, el lunes. El Consejo votó dejar el tipo de interés base en 5,25%. La decisión siguió a la suspensión de conversaciones entre el gobierno y el FMI y la Unión Europea sobre las ayudas financieras.

Foto: Efe, Peter Kollanyi

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Crisis financiera rebotó en Hungría e Irlanda, mientras Alemania tuvo dificultades para colocar deuda.

La calificadora de riesgo estadou-nidense Moody’s decidió el lunes rebajar la nota de la deuda irlandesa de Aa1 a Aa2 fundamentando la movida en “una pérdida gradual pero significativa de fortaleza financiera del gobierno irlandés, como se refleja en su deteriorada capacidad para acceder a endeudamiento”, según explicó en un comunicado Dietmar Hornung, líder del equipo de análisis para Irlanda de la empresa. Ese país ya había perdido la máxima calificación que otorga Moody’s en abril de 2009, anuncio que entonces produjo un deterioro del precio de sus bonos soberanos y un incremento del interés que éstos sirven a sus tenedores.

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Pero aun después de conocida la pérdida de un escalón en su nota de deuda, Irlanda logró colocar el martes 1.500 millones de euros en bonos con vencimiento en 2016 y 2020. La agencia de noticias británica Reuters citó a analistas señalando que los resultados de la subasta “fueron sólidos a la luz de la rebaja de Moody’s, particularmente dado las tasas de oferta a cobertura de 3,6 y 3,0 veces, respectivamente, lo que indica una alta demanda”. Pero pese a haber colocado más deuda en el mercado, el interés promedio que deben pagar anualmente los bonos irlandeses con vencimiento en 2020 se incrementó a 5,53% desde el 4,68% que pagaban en la anterior subasta, efectuada en abril.

Irlanda es uno de los miembros de la Unión Europea (UE) que más sintieron el impacto de la crisis sobre su sistema financiero, lo que llevó a su gobierno a implementar fuertes inyecciones de liquidez en algunos de los principales bancos. A comienzos de 2009 el gobierno nacionalizó el Anglo Irish Bank, uno de los dos más grandes junto al Bank of Ireland, en medio de una trama de corrupción que aún investiga la Comisión Europea.

Como resultado de la política oficial de salvataje bancario, el déficit fiscal irlandés trepó el año pasado hasta el 14,2% del Producto Interno Bruto (PIB), la marca más alta de la eurozona, en tanto que para 2010 el rojo de las cuentas públicas se aproximaría al 20% del PIB, de acuerdo con proyecciones del Economic & Social Research Institute de Dublín. El portal de noticias económicas Bloomberg consignó que el aumento del déficit previsto para este año se relaciona a los 13.000 millones de euros que el gobierno pretende inyectar a aquellos dos bancos.

Si bien la relación deuda/PIB del país no es de las peores de la eurozona, su crecimiento fue dramático desde el inicio de la crisis, saltando del entorno de 25% al actual 87% estimado por el propio gobierno para el cierre del año. Irlanda presenta, además, una de las mayores tasas de desempleo de la eurozona: 13,3% de su población económicamente activa, superada sólo por la de España.

En los años previos a la crisis esa república se hizo mundialmente conocida como ejemplo de desarrollo económico, evolución que le acreditó la definición de “tigre céltico” por su similitud con la veloz expansión económica experimentada por los denominados “tigres del sudeste asiático”. El crecimiento irlandés tuvo una estrecha vinculación con el sector servicios, si bien, como muchos tigres asiáticos, también se sustentó en un potente sector industrial orientado a las exportaciones. Su dinámica expansión de fines de los años 90 y los primeros años 2000 hizo que el país fuera ubicado en el segundo puesto del ranking de PIB per cápita de la UE en 2004.

Vieja estirpe

Al mismo tiempo, Hungría es otro Estado del viejo continente que padece problemas con sus cuentas públicas. Hace apenas meses que integrantes del nuevo gobierno conservador culparon a la anterior administración de falsear esos números, en un escenario de adulteración de datos muy similar al que experimentó Grecia. Pero el país de los magiares, miembro de la UE aunque no de la eurozona, atraviesa una delicada situación fiscal y un elevado nivel de endeudamiento. En 2008 había acordado con el Fondo Monetario Internacional (FMI) una línea de crédito por 20.000 millones de euros, programa cuya renovación fue suspendida el sábado por el organismo. Éste valora como insuficientes las medidas dispuestas hasta ahora por Budapest para reducir su déficit. Aquel acuerdo, mediante el cual el país se comprometía a recortar su déficit, había sido firmado por el precedente primer ministro socialista Ferenc Gyurcsány, mientras que el actual mandatario, Viktor Orban, ganó las elecciones prometiendo moderar los duros ajustes de su predecesor. Ante la suspensión unilateral del acuerdo por el organismo, Orban contraatacó afirmando que “el acuerdo firmado entre el FMI y Hungría en 2008 vence en octubre de este año. Hay un único hecho registrado en este acuerdo, que es el de que Hungría debe tener un déficit presupuestario del 3,8% del PIB en el 2010”, recordó, agregando para despejar posibles dudas: “Nuestro acuerdo no dice nada de cómo tenemos que conseguir este objetivo. Es nuestra responsabilidad nacional exclusiva, la elección y el calendario de las herramientas”, puntualizó.

Según informó Bloomberg, la noticia de la suspensión de las negociaciones con el FMI y la UE provocó que el florín, moneda nacional húngara, alcanzara el lunes su nivel mínimo frente al euro en los últimos 14 meses, mientras que durante los últimos tres se depreció 6,5% contra la moneda europea. También la prima de riesgo que pagan los seguros de impago de la deuda magiar se disparó hasta 46 puntos básicos para alcanzar los 362 puntos, en tanto que el interés que pagan los bonos soberanos a tres años crecieron 38 puntos básicos para alcanzar una tasa anualizada de 7,28%.

En ese contexto, también Alemania tuvo dificultades ayer para colocar una emisión por 4.000 millones de euros con vencimiento a 30 años. Los inversores demandaron algo menos del total ofrecido, estimándose que se debió a las poco atractivas tasas que ofrecen los papeles germanos. La fuerte apreciación verificada por estos títulos como consecuencia de las crisis de deuda de varios países de la eurozona determinó una fuerte caída de sus rendimientos. Los bonos alemanes a 30 años sirven una tasa de 3,25%, es decir, menos que el 4,43% que pagan los bonos irlandeses a cinco años, un plazo seis veces menor.

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