La plaza Bartolomé Hidalgo fue el escenario elegido para hacer actividades al aire libre y difundir la problemática. Allí, ayer de tarde, se realizaron juegos y presentaciones de murga y danza, dos disciplinas que se desarrollan en el centro juvenil diariamente.
Cuando los temas de Los Wuachiturros empezaron a sonar en los parlantes instalados en la plaza, preescolares del jardín de infantes ubicado próximo al predio comenzaron a festejar la música a todo volumen. Colgados de una reja que separaba ambos espacios gritaban: “¿Podemos bailar?”, “¿es un cumpleaños?”, “¡si es una fiesta yo voy a estar bailando!”, y “¡canten otra!”, entre tema y tema. No se trataba de una fiesta pero sí de un reclamo realizado con optimismo y en un clima de alegría.
El Centro Juvenil Capurro es uno de los tantos que funcionan a partir de un convenio marco en el que una organización no gubernamental (ONG) se compromete a gestionar un proyecto educativo, la Intendencia de Montevideo (IM) a brindar un lugar para que pueda desarrollarse lo planificado, y el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) destina dinero al pago de los sueldos, meriendas y recursos en general. En este caso la ONG responsable del proyecto es Foro Juvenil.
La psicóloga del centro juvenil, Laura Agraso, detalló a la diaria que el centro funcionó en el viejo hotel Capurro durante 15 años y cuando se quitó el servicio 222 comenzaron los problemas. Lo primero que se hizo fue instalar una alarma, pero para ingresar a robar cortaron los cables de la luz en más de una ocasión. “Los arreglaban y los volvían a romper; nos robaron varias cosas y decidimos que no era más un centro apropiado para los chiquilines ni para el equipo”. A partir de ahí empezaron a funcionar al aire libre y cuando los días lindos terminaron se hizo un acuerdo con el Club Atlético Fénix, que cedió un espacio para los adolescentes.
“El Club Fénix nos dio la posibilidad de estar este año provisoriamente; se realizó un acuerdo en el que la intendencia se comprometía al pago de algunos recursos pero no se logró llevar a cabo por problemas administrativos, y el 30 de noviembre tenemos que irnos”, contó Agraso.
Sobre este punto, Rodolfo Lillo, director de la Secretaría de la Juventud de la IM, confirmó que el pago al club no pudo concretarse por “temas administrativos”, y especificó que faltó la entrega de un “certificado notarial” por parte de la institución, documento que la intendencia solicita cada vez que realiza un convenio. Ahora la Secretaría de la Juventud junto con el Municipio C están abocados a conseguir una solución provisoria o definitiva, pero que no sea “un parche”. Lillo explicó que uno de los principales problemas a los que se enfrentan “es la falta de espacios municipales en la zona para albergar a los jóvenes”. Destacó la necesidad de conseguir algo próximo “para que no afecte a los gurises que están yendo”. La semana que viene Lillo hará una recorrida por algunos locales y continuará intercambiando propuestas con el municipio. Por su parte, la alcaldesa del Municipio C, Miriam Rodríguez, puntualizó que por ahora no maneja ninguna pro-puesta porque se enteró el martes de noche del problema.
En formación Fútbol sala, murga, panadería, sexualidad y género, informática, cine y video, son algunos de los talleres gratuitos que se desarrollarán en el centro juvenil para adolescentes entre 12 y 18 años. Pablo Costa, de 17 años, contó que lo que más disfruta es ir a los espacios de murga, cine y computación; Nicolás Muraña, de 13, prefiere jugar fútbol sala. Ambos valoraron no sólo los talleres, sino la posibilidad de interactuar con sus pares y de capacitarse pensando en un futuro laboral.
Agraso también hizo referencia a la proyección de los jóvenes: “Para ellos es un centro de referencia. Trabajamos básicamente con población vulnerable, es un centro heterogéneo por las distintas realidades que hay, lo que aporta al desarrollo de los chicos”.
Lo definió como un proceso “integral” no sólo educativo, y dijo que lo más importante que ellos se llevan “son las herramientas para la vida”. Mencionó que apoyan la educación formal de los jóvenes y que muchos han llegado a cursar facultad o carreras técnicas.
El director de Juventud también se manifestó conforme con los re-sultados obtenidos en los centros juveniles, pero adelantó que el INAU y la IM evalúan modificar la propuesta, para “que al momento de abrir un centro se evalúe más que la cantidad de asistentes [actualmente es de 40 adolescentes], el programa que se desarrollará”.