Muchos jóvenes se acercaron ayer de tarde a la Torre de las Telecomunicaciones para escuchar el aporte que Kliksberg tenía para hacer. También llegaron hasta allí políticos de distintos ministerios y organismos estatales que trabajan con jóvenes, así como representantes de la Universidad de la República abocados a investigar la juventud nacional. La conferencia ¿Qué significa ser joven en América Latina hoy? despertó gran interés porque desde hace un tiempo los jóvenes están en la agenda política y el tema cobra cada vez más fuerza, a medida que la oposición junta más firmas para votar en un plebiscito la baja de la edad de imputabilidad.
La convocatoria era a las 16.00, pero el conferencista y consultor internacional así como el equipo del Mides que se encargó de su recibimiento, llegó media hora más tarde. Los primeros minutos del encuentro fueron utilizados por el subsecretario de Desarrollo Social, Lauro Meléndez, el ministro de Desarrollo Social, Daniel Olesker, y Jorge Grandi, director de UNESCO Uruguay. Pocos minutos antes de las 17.00 fue el turno del invitado extranjero quien comenzó a haciendo referencia al amor que siente por nuestro país, al tiempo que dejó entrever su conocimiento, no sólo de Uruguay sino de la región en general y el resto del mundo.
Asunto central
Una de las primeras aclaraciones que Kliksberg hizo fue la importancia que tiene la figura de los jóvenes, señalando que “no es un tema más” sino “el tema”, pues involucra a “gran parte del género humano y de los habitantes de América Latina”. Expresó que si bien todas las personas son o alguna vez fueron jóvenes, muchos consideran que “la juventud es una etapa transitoria, entonces ¿qué sentido tiene ocuparse de una etapa transitoria?”.
En su opinión los jóvenes son partícipes directos del derrumbe del “capitalismo salvaje” y, al mismo tiempo, son los más perjudicados. Son protagonistas en la consolidación del movimiento de los indignados, que se extiende por distintos países del mundo, así como de la caída de Silvio Berlusconi en Italia. Lo lograron mediante reclamos, protestas y acciones organizadas. Asimismo, el conferencista hizo referencia a la movilización que llevan adelante los estudiantes chilenos, quienes están luchando por generar cambios en materia de políticas educativas.
Pero también “son los principales afectados de la caída del capitalismo salvaje”, y las consecuencias se hacen muy evidentes en los países americanos: “Es difícil ser joven en el mundo y en América Latina”, expresó. Inequidades en materia de calidad de vida, educación, acceso a las posibilidades, puestos de trabajo y hasta diferencias físicas, fueron mencionadas en la lista de consecuencias del “capitalismo salvaje”, en el cual prima “la renuncia a los lazos de solidaridad” y donde “uno no tiene ninguna responsabilidad sobre el otro”.
La violencia, la seguridad ciudadana y las diferencias sociales fueron asuntos abordados por el doctor en Economía. Reparó en que “no tiene ningún sentido negar” que los ciudadanos están en condiciones de tener miedo en su vida cotidiana por los episodios delictivos que se registran en muchas ciudades latinoamericanas. De hecho, especificó que las cifras delictivas pueden confirmar el malestar: “Las tasas de criminalidad en América Latina ascendieron. Las tasas de criminalidad en 1980 eran de 12 homicidios cada 100.000 habitantes y se estiman actualmente 30 homicidios cada 100 habitantes por año”.
Pero estuvo en desacuerdo en considerar que la “mano dura” sea la estrategia adecuada para bajar las estadísticas y mejorar la seguridad. Mencionó casos como el de El Salvador donde se alcanzaron cifras récord en encarcelamientos y cantidad de reclusos en una misma prisión (incluso ignorando las normas internacionales vigentes), y sin embargo, “no bajaron las tasas”. “Llenar las cárceles de jóvenes pobres no parece tener mucho impacto”, reflexionó el conferencista.
Detalló que la mano dura implica no solamente incrementar la presencia policial, las patrullas circulando por las calles y el armamento para los efectivos policiales, sino también bajar la edad de imputabilidad. Este último aspecto fue duramente criticado por Kliksberg, pues la modificación en la edad de imputabilidad esquiva la discusión de fondo que debe darse sobre qué modelo productivo se quiere; modelo que consideró debe contemplar, entre otras cosas, la generación de empleos, la universalización de la educación, la formación, el acceso a las posibilidades y la integración de cada persona y su entorno familiar.
En este marco, mencionó a los jóvenes denominados ni-ni porque “ni estudian ni trabajan” y aclaró: “Yo les digo los no-no; no es que no estudian ni trabajan, es que no los dejaron estudiar ni trabajar. No son los ni-ni porque son aquellos que decidieron, a los no-no la sociedad los excluyó”.
Falta de oportunidades, de ir o completar la escuela o el liceo, de acceso a los servicios públicos e inclusión social, son características de muchos de los chicos que no estudian ni trabajan y de gran cantidad de jóvenes latinoamericanos. Para el especialista en los temas referidos tiene que estar centrada la discusión pendiente y no en la baja de la edad de imputabilidad. Sin embargo, sostuvo que prometer o concretar la baja arrima votos, por lo que tiende a ser “el refugio de la derecha” que ya no puede “defender el neoliberalismo” por no dar resultados y le cambia el rumbo de la discusión. “La mano dura tiene varias funciones; una es conseguir votos con las clases medias y terminar de conseguir votos en las clases altas, otra es eludir la discusión del modelo [...] el modelo dejó de funcionar, no produce más empleos, requisito básico para que un modelo económico pueda funcionar”, opinó.