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Gallardía

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El ingreso del Muñeco le cambió la cara a Nacional, que le ganó a Miramar 3-1 en el Parque Central.

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Sólo 30 minutos en la cancha le bastaron al argentino Marcelo Gallardo para posibilitar la segunda victoria de Nacional en el Torneo Clausura. La última imagen del partido, la del ex jugador millonario festejando sonriente tras anotar un brillante tiro libre, parecía propia de otro encuentro y no del de la noche de ayer, que durante un largo rato pareció ser el último del ciclo de Juan Ramón Carrasco al frente del cuerpo técnico tricolor. La metamorfosis final, que convirtió el 0-1 adverso en 3-1 favorable, barrió para abajo de la alfombra la pobrísima gestión colectiva de Nacional exhibida durante los primeros 75 minutos de partido.

Porque hasta que llegó el empate de Viudez faltando 13 para terminar, el que mejor había hecho las cosas en la cancha del Parque Central había sido indudablemente Miramar Misiones. Los cebritas, ordenados y laboriosos, desnudaron durante la mayor parte del encuentro los defectos de funcionamiento ya conocidos del actual equipo tricolor. Desde que se pusieron en ventaja en el arranque del segundo tiempo los de Villa Dolores coquetearon con la victoria, pero en definitiva se terminaron yendo de La Blanqueda con las manos vacías luego de la arremetida final de Nacional, que al influjo del juego del argentino Gallardo cambió palos por flores. Fue recién en el minuto 75 de partido que el argentino sacudió el travesaño con un tremendo rebenqueazo de pierna derecha, en el que fue el primer remate franco al arco que el equipo de Carrasco efectuó en el segundo tiempo. Hasta ese momento el desorden y el descalabro habían sido las señas particulares tricolores, pero lo que pasó en el remate de la noche inevitablemente varía cualquier análisis global del juego y de lo que había sucedido hasta ese momento. Los goles de Viudez, Charquero y el definitivo de Gallardo terminaron decorando un resultado a todas luces engañoso aunque igualmente real.

Si bien el equipo varió sustancialmente en nombres respecto al que había empezado jugando ante Argentinos Juniors por la Libertadores, el rendimiento no mejoró y sólo la reacción goleadora del epílogo del partido -cuando a las virtudes propias se sumaron gruesos errores defensivos rivales- posibilitó el triunfo, que tuvo el efecto de un camión de clonazepam para las almas tricolores.

La explicación de la imposición final se basa, casi exclusivamente, en el aporte de talento y sobriedad de Marcelo Gallardo, que finalizó el partido ovacionado por los nacionalófilos que poblaron anoche las tribunas del Parque Central. El Muñeco ingresó en lugar de Peralta -ayer de deslucida gestión, que incluyó un penal errado- y simplemente pasando bien la pelota y colocando algunas filosas asistencias se convirtió en el adalid de la victoria, posibilitando algo que minutos antes parecía una quimera. El fútbol de Gallardo fue el ingrediente mágico que transformó la rebeldía pura y dura en un vehículo para llegar a un objetivo. Con estos tres puntos Nacional sigue prendido en la lucha por el Clausura y la tabla anual, pero ahora se abren dos caminos para los tricolores: fascinarse con la última imagen o analizar fríamente lo hecho durante la totalidad del juego. Tomar una opción u otra puede determinar el futuro inmediato del equipo.

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