Continúan las obras en el edificio del local escolar de la Villa del Cerro donde funcionan las escuelas 29 y 30. También continúan las diferentes perspectivas de las autoridades del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) y la comisión de padres respecto al uso inmediato del local.
Ayer, finalmente, no comenzaron las clases los 1.000 niños que concurren a las escuelas 29 y 30 de Montevideo, que de acuerdo a la resolución emitida por el CEIP el 24 de febrero recién podrían dar inicio a los cursos en la semana del 14 de marzo.
A las 8.00 y a las 13.00 de ayer -al inicio de los dos turnos- la filial montevideana de la Asociación de Maestros del Uruguay (Ademu-Montevideo) convocó una asamblea con los padres. Cuando la diaria llegó a la vereda de la calle Portugal entre Francia y Norteamérica, conversó con algunas madres que habían participado en la reunión, realizada en la vereda porque el acceso al lugar no era aconsejable.
Los obreros trabajan en la remodelación de la escuela desde noviembre. El recinto está en proceso de obra, abarcando pisos, fosas abiertas para mejora de pluviales y saneamiento, paredes y techos de todos los salones, baños y patios. Desde la puerta de acceso los trabajadores reconstruían las paredes y marcos de las puertas que habían estado revestidos con cerámicas. Desde adentro procedía el sonido de los golpes provocados al sacar otras cerámicas que se tiraban en el interior del recinto porque estaban flojas, mientras que desde la vereda se apreciaban remodelaciones en todos los salones.
“La decisión de las maestras es aceptar la resolución de Primaria que dice que en la semana del 14 al 18 estaría pronta el ala derecha de la escuela. La mitad de los alumnos comenzaría a trabajar en los 11 salones habilitados y la otra mitad en los seis locales del liceo 11 que arregló Primaria”, explicaron a este medio las madres que habían asistido a la reunión.
En la resolución del 24 de febrero el CEIP afirmaba que toda la obra estará culminada el 25 de abril. Mencionaba que el organismo dispondrá de un “calendario específico” para estas escuelas y que analizará “eventuales alternativas de proyectos didácticos que impliquen un acompañamiento del alumno a través del uso de nuevas herramientas tecnológicas a los efectos de compensar eventuales afectaciones a procesos de aprendizaje”.
Pero los padres discrepan con la decisión del CEIP. En una asamblea realizada el domingo de noche en el local de la Federación de la Carne se resolvió “instar a los padres a no enviar a los niños a la escuela hasta que esté terminado todo el local. El ala derecha se entregaría en la semana del 14 al 18, pero hay que pensar en la limpieza y en la entrega del mobiliario. Entonces las clases van a empezar en la semana del 21 de marzo”; con ese cálculo, los padres sostienen que perderían cuatro semanas de clase, porque la siguiente es la de Turismo.
Les preocupan también las condiciones en que se encuentran los salones del ex liceo 11: en la planta alta hay tres salones y el baño de las niñas, pero en la reparación, recién finalizada, no se colocaron vidrios ni rejas en las aberturas del corredor, siendo éste un aspecto peligroso para los pequeños. Rechazan también el entorno, porque los patios son contiguos y no hay suficiente separación entre uno y otro, y es frecuente que en la vereda se produzcan disturbios. Por otra parte, hasta ayer no había señalización de zona escolar. El centro fue equipado con mobiliario nuevo que aún estaba embalado, el que luego se trasladará al edificio remodelado.
“El problema del liceo es que a los padres nos genera cierta duda porque el liceo viejo está clausurado desde hace muchos años por peligro de derrumbe, y como ya tenemos antecedentes de las decisiones de Primaria de habilitar locales aunque no estén en condiciones, como pasó el año pasado en esta escuela, los padres vamos a pedir una inspección de Bomberos en los dos locales antes de entrar, para tener otra voz que nos asegure que ambos están en condiciones de albergar niños”, explicaron.
Tal vez la situación más delicada tenga que ver con las condiciones en las que se encuentra un salón ubicado en un entrepiso, de cuyo piso (que es el techo del salón de abajo) se desprendió un ladrillo el año pasado, durante una clase, episodio que constituyó la gota que desbordó el vaso para que se solicitara remodelaciones en un local de 150 años. Para los padres ese techo-piso que abarca dos salones (el de arriba y el de abajo) es un elemento de riesgo. la diaria entró ayer a ese salón acompañada por una madre, a la que un albañil le comentó, sin saber que había allí alguien de la prensa: “No sé qué tanto va a aguantar esto, está todo flojo”. El piso de madera dispuesto sobre la bovedilla de ladrillos había sido levantado, y para dar un poco más de seguridad se resolvió montar tirantes de madera sobre las vigas de hierro de la bovedilla, y elaborar un nuevo piso. El albañil opinó que hubiera sido mejor derrumbar todo el techo y hacer una planchada nueva, pero agregó que él sólo obedece órdenes.