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Nicolás López, en la jugada del tercer gol de Nacional ante Defensor Sporting, el sábado en el Parque Central.

Foto: Victoria Rodríguez

Remedio casero

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Nacional goleó a Defensor, ganó la tabla anual y el Clausura y es favorito por el Uruguayo.

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En medio de la fiebre aurinegra asociada a la Copa Libertadores, Nacional marcó su territorio y dio un paso enorme hacia la consagración local. Derrotó 3-0 a Defensor Sporting y, con un solo tiro, ganó la trascendente tabla anual y se coronó campeón del Clausura. En la misma acción, también derribó las últimas esperanzas violetas, ya que Defensor tenía chance matemática en ambas peleas. Como los tuertos ganaron el Apertura, en casi dos semanas serán sus rivales en la semifinal por el Campeonato Uruguayo. Pero, a diferencia de éstos, los dirigidos por Carrasco contarán con la ventaja deportiva de dar la vuelta olímpica a cambio de una victoria en ese juego. Por eso, la goleada del sábado también tuvo una nota de ensayo. Aunque, como ocurre con cierta frecuencia, el resultado no se haya ajustado del todo al trámite.

Para empezar: el arquero Burián fue figura. Así de fácil. Defensor irrumpió en un Parque Central vestido para la ocasión con buen fútbol y ganas de ganarlo. En el arranque, el equipo de Repetto se mató de la risa en las pobladísimas tribunas del escenario que inauguró el segundo anillo de la cabecera Abdón Porte. Los números lo obligaban a ganar. Pero Nacional le jugó a traición, con la receta que tanto colaboró con que los de Punta Carretas sacaran la chapa histórica de tercer grande. Mientras el golero tricolor era clave, Porta cumplió como tantas veces luego de aprovechar uno de los muchos brillos de Viudez. Iban siete minutos cuando cayó el 1-0. La tenencia violeta se volvía notoria. Sostenida en el muy buen juego del doble cinco Torito Rodríguez, Seba Suárez y con participaciones correctas de las alas, Aranda y Aleman. A Nacional no le alcanzaba para frenarlos con las virtudes de Píriz, que recorre lo que pocos, ni con la gran predisposición defensiva que últimamente adquirió Cabrera. Pero estaba Burián, el de las varias atajadas salvadoras. La mejor perla del collar fue una que impidió que un cabezazo del Flaco Risso empatara en la hora del primer tiempo. Bien baja y sobre la línea.

Una de las críticas que le caben al violeta, aun al de los méritos nunca satisfechos de la primera mitad del partido, es la falta de chispa de sus delanteros. Texeira jugó poco y Nacho Risso volvió a ser el rey de la solidaridad. Que es lo mismo que decir peón. Todo un problema, si su compañero de delantera no aprovecha las mil segundas pelotas. Sus dificultades para desequilibrar se notaron más en el segundo tiempo, cuando Nacional engordó el medio con Anderson y se las arregló mejor. Además, Coates ratificó que quiere ser caudillo cuando sea grande. Y Viudez, que quiere ser crack. Porque también participó en la jugada que le bajó el telón al encuentro, al Clausura y a la anual: Coates cerró y se mandó una patriada como la del clásico y Tabaré recibió de taco, eludió al arquero y sacó un centro cabeceado por un hijo de la casa. El juvenil Nico López, con sus 17 años, volvió a anotar. Y, como acostumbrado, también hizo ese golazo que fue el tercero, tres minutos después. Véalo.

La exagerada diferencia final también estuvo relacionada al desorden en el que cayó Defensor luego de que el Flaco Risso se hizo expulsar cuando el tanteador aún era de 0-1. En medio del entrevero, poco pesaron las buenas intenciones de los ingresados Luna y Nacho Lores. Los últimos 20 minutos se jugaron al grito de “Dale, campeón”. En la cabeza de buena parte de los hinchas, un buen remedio para sobrellevar el gran momento del rival tradicional, que el sábado también se quedó sin chance en el torneo casero.

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