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Cristian Palacios, ayer, en el Parque Palermo, luego de convertir el gol de Central Español ante Danubio

Foto: Nicolás Celaya

El partido de la tristeza

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Ayer Central Español descendió (aunque ganó) y Danubio no entró en copas internacionales.

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Los dos equipos terminaron mal. Central, porque se fue al descenso aunque ayer hizo lo que debía: ganar. Pero no se dio la contraparte: Racing no perdió sino que, por el contrario, le ganó a Peñarol en un final de campeonato con los equipos muletos de los “grandes” influyendo en los descensos. Danubio continuó con su línea 2011 de fútbol pálido y sin vibración, por lo que perdió el precioso bocado de la participación en la Copa Sudamericana que, de ganar, le podría haber sacado de la boca a Bella Vista o, al menos, quedar en espera, situación en la que ahora está Cerro.

Dos hinchadas se unieron en el sentimiento de tristeza, de derrota profunda. Al final del partido, desde la tribuna de Central bajó el aliento a jugadores que disputaron con una buena actuación lo que venía mal desde bastante atrás. Los poquísimos que insultaron al Pecho Sánchez analizaron poco: Central fue 7º en el Clausura que terminó ayer, en el que tuvo una muy buena actuación postergando a nueve clubes. Central descendió por los 12 magros puntos del Apertura 2009. Luego llegó a 22 unidades en el Clausura 2010, bajó a 17 en el Apertura de esta temporada y logró 23 puntos en este Clausura.

Ayer le ganó bien a un Danubio falto de gracia. Metió más, jugó más, tuvo más posibilidades de gol (alcanza con recordar aquella entrada solo, solito y solo de Sergio Souza sobre el final del primer tiempo, culminada con increíble tiro desviado) que pudieron hacer más amplio el marcador victorioso.

Dio Central un hombre de ventaja en casi todo el segundo tiempo al hacerse acreedor, con cierta irresponsabilidad, de una segunda amarilla el volante Sergio Pérez, que estaba cumpliendo una muy buena actuación.

Los tres chiquitos de la delantera local (Palacios, Ramírez y Souza, por orden de efectividad) le crearon serios problemas a la defensa danubiana. Por el contrario, ni el Chino Recoba, ni Perrone ni nadie -más allá de la pareja actuación de Mayada, los ímpetus de Jones y Melazzi y un cabezazo peligroso del Bola González- supo crear acciones mínimamente coordinadas y peligrosas.

Podría haber ser un partido de alta emotividad. En cambio, se diluyó en una tristeza colectiva e igualitaria lindante con la desilusión.

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