El consumo de esta sustancia en el embarazo se asocia con una mayor incidencia de infecciones maternas bacterianas e infecciones de transmisión sexual, entre ellas, sífilis, VIH y hepatitis B y C. Producen parto prematuro, desprendimiento de placenta, abortos y óbito (muerte del feto dentro del útero). En el niño recién nacido pueden presentarse dificultades en la alimentación, hipersucción y convulsiones. Según la investigación Consumo de alcohol y pasta base de cocaína en el embarazo y su repercusión sobre el neurodesarrollo (proyecto del Fondo Sectorial de Salud 2010-2012, con apoyo de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, en el que participaron, entre otros profesionales, el neonatólogo Mario Moraes y el neuropediatra Gabriel González), si bien existe un síndrome de abstinencia en el neonato, éste suele ser leve y pocas veces requiere un tratamiento farmacológico para controlarlo.
“Es mucho peor el síndrome de abstinencia frente a los calmantes que a la pasta base. Es posible que el niño tiemble o llore un poco más, pero no es un problema serio de salud”, explicó en diálogo con la diaria Mario Moraes, grado 4 de Neonatología. En cambio, la mujer sufre un síndrome de abstinencia severo, ya que las grandes consumidoras suelen llegar al parto intoxicadas. “Tienen mucho apetito, son muy agresivas, no se adaptan a las reglas del hospital, se fugan y la mayoría de las veces siguen consumiendo durante la internación”, detalló.
Desde la Clínica Ginecotocológica A del Pereira Rossell aseguran que el hospital no está preparado para la cantidad de mujeres adictas que deben ser atendidas. “Yo he tenido 21 embarazadas entre las que he llegado a tener cuatro o cinco mujeres adictas internadas en el mismo lugar. El hospital no está adecuado para sobrellevar la asistencia de estas mamás que necesitan una atención específica desde el punto de vista médico pero también psicosocial. Se hace muy difícil tener a una mujer adicta a la pasta base internada con otras mujeres embarazadas”, señaló Verónica Fiol, profesora adjunta (grado 4) de la clínica.
La profesional también destacó que hay una carencia en las competencias de los médicos en el abordaje de estas pacientes. “Le propusimos desde la Clínica Ginecotocológica a la dirección del Pereira Rossell (cuando la directora era la actual presidenta de la Administración de los Servicios de Salud del Estado [ASSE], Beatriz Silva) contratar un grupo de toxicólogos, pero no se quiso hacer. Esto provocó que hoy no tengamos médicos preparados para manejar a estas pacientes”, señaló Fernando Curbelo, también profesor adjunto.
El consumo de pasta base durante el embarazo es una situación emergente que se ve en el CHPR desde hace poco más de cinco años. Los profesionales en el área aseguran que además de los trastornos biológicos se detectan problemas socioculturales. “Se está hablando en la actualidad de que en determinados contextos críticos, 50% de los niños no aprende. Muchas de estas cosas empiezan con el consumo de sustancias. Captar a la madre consumidora tempranamente puede hacer que este daño se revierta. En este tema cualquier sociedad se juega el futuro”, subrayó Gabriel González, grado 4 de Neuropediatría.
Su oportunidad
Las grandes consumidoras de esta droga provienen de contextos de vulnerabilidad social. Generalmente no se controlan el embarazo y suelen contactarse con el sistema de salud al momento de parir. Otras, en cambio, por complicaciones durante la gestación se vinculan antes con el equipo sanitario y pueden recibir ayuda e incluso dejar de consumir la sustancia. “El embarazo es una oportunidad para que las mujeres salgan de la adicción. Muchas ven en el embarazo una oportunidad para empezar a abandonar el hábito. Algunas lo hacen por ellas, pero la mayoría quiere dejar de consumir por su bebé”, señaló Fiol.
Por otra parte, manifestó que el CHPR no cuenta con un programa especial, lo que provoca que el tratamiento falle cuando la paciente es dada de alta. “Nosotros tenemos pacientes que han dejado de consumir durante el embarazo, pero lo que tenemos que lograr es que el hospital tenga los dispositivos para que lo que se le pueda dar a la paciente sea más que buena voluntad”.
Sin embargo, Moraes y González aseguran que en el CHPR existe un grupo establecido para trabajar con ellas antes y después del nacimiento del niño. “Hay un grupo de asistentes sociales que sigue a estas mujeres durante la internación y las pone en contacto con asistentes sociales que trabajan fuera del hospital. Además, un grupo de salud mental hace un seguimiento durante el embarazo y brinda todos los viernes un espacio de autoayuda para madres adictas”. Es cierto que muchas de estas mamás, por múltiples causas, entre ellas el síndrome de abstinencia, no pueden hacerse cargo del bebé, pero hay otras que logran rehabilitarse e insertarse de algún modo en la sociedad.
Ambos afirman que el Sistema Nacional Integrado de Salud ha hecho mucho a lo largo de estos años para contenerlas y resaltaron la importancia que ha adquirido el Programa Serenar (Seguimiento de Recién Nacidos de Alto Riesgo) desde su implementación, en 2009. Según se detalla en el sitio web de ASSE, la iniciativa apunta a mejorar la prevención, detección y atención temprana de discapacidades en niños nacidos en situación de riesgo en su desarrollo neurocognitivo en todas las instituciones de salud pública del país.
Actualmente se desarrolla en ocho unidades de atención temprana, con equipos multidisciplinarios que cuentan con psicomotricistas, fisioterapeutas, psicólogos y pediatras. “Sin duda que hay personas que se pierden, que no concurren, pero el programa abarca a gran cantidad de hijos de adictas. Hoy existe una red asistencial impulsada por el Ministerio de Salud Pública que es mucho mayor que lo que era hace unos años y ha estimulado a muchísimos niños para que tengan un mejor desarrollo”, puntualizó Moraes.
Una entre tantas
Es difícil identificar a la pasta base como la responsable de alteraciones biológicas tanto en la mamá como en el bebé. Por lo general, estas mujeres son policonsumidoras (alcohol, cocaína, marihuana) y las consecuencias dependen del tiempo y de la cantidad de sustancia consumida. La pasta base puede provocar alteraciones conductuales, pero muchas veces dependen más del entorno que de la sustancia en sí. “Se ha constatado que si el niño es dado en adopción, o sea, si hay un cambio en las condiciones externas, se reducen, por ejemplo, los trastornos de conducta”, señaló González. Moraes, en tanto, explicó que mediante el trabajo de investigación encontraron que la depresión materna es uno de los factores de mayor impacto en el desarrollo del niño. “De cada cinco madres que se atienden en el Pereira Rossell, una tiene depresión, lo que genera que el niño tenga un peor desarrollo. Esto lleva a pensar que no se puede encontrar un solo enemigo; estas personas tienen muchos problemas: son marginadas sociales, culturales y económicas; sufren violencia familiar; no tienen un nivel educativo adecuado y además son policonsumidoras”. De todos modos, aseguran que “si el niño iba a ser sobresaliente, por más que se corrija su entorno, no va a llegar a desarrollar todo su potencial”. “Su potencial estará menguado para el resto de su vida”, afirmaron.
Cambio de perfiles
El fuerte consumo de pasta base está asociado a la vulnerabilidad social, aunque en los últimos años se ha identificado un importante porcentaje de mujeres consumidoras que pasan desapercibidas por el sistema de salud. “Sabemos que si bien existe la gran consumidora (que es la que produce más ruido y da más problemas), también hay un gran porcentaje de mujeres que consumen en menor cantidad y que mantienen sus redes sociales”, señalaron. Advierten que muchas de ellas tienen pareja, cuidan a sus hijos e incluso están inmersas en el mercado laboral. “Nos pasó muchas veces que recibimos test positivo de pasta base en mujeres que no daban con el perfil. Las llamábamos y eran personas que tenían su pareja, cuidaban a sus hijos y algunas de ellas trabajaban en instituciones religiosas o de salud. Hemos conocido a varias mujeres consumidoras leves que son madres con mayúscula”.
Según la investigación realizada, nueve de cada diez mujeres consumidoras de pasta base ejercen su rol de madre y conservan sus vínculos sociales, lo que evidencia un nuevo perfil.
El consumo de sustancias es un fenómeno global que va en aumento. Todos los países del mundo, incluso los más desarrollados, han visto incrementada la cantidad de consumidores. “Tenemos que aceptar que hay un porcentaje de la población que va a consumir alguna sustancia; este consumo aumenta por un problema social, antropológico”, señalaron los especialistas.
Desde el punto de vista sanitario, en Uruguay se ha empezado a instrumentar mecanismos y soluciones. También se está desarrollando acciones en otros ámbitos; sin ir muy lejos, hoy el Parlamento sancionará la primera de las 15 medidas propuestas para mejorar la seguridad pública, la cual está relacionada con la pasta base.
Sin embargo, desde el punto de vista sanitario, aún resta que la problemática sea abordada desde una perspectiva multidisciplinaria. Mientras tanto, nacen dos niños por día en el Pereira Rossell hijos de una madre adicta.