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Fabián Estoyanoff se retira de la cancha tras el cambio el sábado de noche en el estadio Centenario.

Foto: Javier Calvelo

Peñarol le ganó 3-1 a Progreso

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La confianza mata al gaucho.

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Fabián Estoyanoff voló contra Progreso. Desde el arranque del partido probó de todos lados. Le quedó un tiro libre a unos 40 metros y no dudó en tirarlo directo al arco. Dio en la barrera pero se tenía fe hasta para embocarla en un aro de básquetbol, porque siguió tirando y probando todo el partido. Viene jugando muy bien, siendo figura, y es uno de los más queridos por la gente. Ya cuando los parlantes del estadio Centenario anunciaron su nombre en la integración, la gente aplaudió como a nadie o, quizá, como a Darío Rodríguez. El Lolo está lleno de confianza y por eso abrió un partido muy complicado con un remate desde fuera del área. Puso la pelota contra un palo, bien abajo, para el 1-0. Peñarol no estaba logrando dominar a Progreso tanto como a los anteriores rivales en los primeros tiempos. De todas maneras había tenido una situación en los pies del otro gran jugador aurinegro de la noche, Marcelo Zalayeta, que calzó de primera una pelota pero se le fue afuera. Además, Peñarol tuvo dos remates a los palos en menos de cinco segundos en una jugada a puro rebote en el área del gaucho. Pero los dirigidos por Leonardo Ramos eran un equipo cuando defendían -intentaron no complicarse nunca y si la tenían que patear a los focos de luz lo hacían- pero otro cuando atacaban. De mitad de cancha hacia adelante pensaron cada jugada. Se tomaron su tiempo y en los pies de Fabián Canobbio generaron un par de situaciones. El tema es que encontraron buenas respuestas en Enrique Bologna. Ya en el primer tiempo quedó bien claro que Canobbio podría estar jugando en el equipo que quisiera del 
fútbol uruguayo.

En la segunda mitad Progreso salió con aún más decisión en busca de su gol. En un contragolpe bien armado encontró a Canobbio parado por el costado derecho del ataque, de frente al arquero. Se la dieron pero la calzó muy mal de primera y la tiró hacia arriba. Pero muy arriba. Al toque tuvo la revancha. Apenas afuera del área también le dio de zurda, pero esta vez la colocó cerca del palo izquierdo de Bologna para empatar y poner en on los murmullos en el Centenario. Sin ser el Peñarol avasallante de otros partidos pero sí con un ataque fulminante, volvió a encontrar el gol a falta de 20 minutos para el final. En una jugada a toda velocidad por la izquierda se juntó Macaluso con Zalayeta en pared y terminó definiendo el delantero sobre el área chica.

En el banco se empezó a preparar Ignacio Nicolini. Iba a entrar por un Juan Manuel Olivera que, al igual que Carlos Grossmüller, hizo poco y nada durante el encuentro. Pero el que está con el medidor de confianza al palo, Estoyanoff, la colgó de tiro libre para poner el 3-1 
y hacer delirar al Centenario. Entonces el Polilla llamó a Nicolini y le dijo, pensando en el marketing: “Entrás por el Lolo, no por Olivera”. El estadio se desarmó coreando el apodo del hincha que juega.

Peñarol parece ya no caer más. Se le complicó este partido y, al igual que en otros, lo pudo sacar adelante. Tiene tantas figuras en la delantera que se puede dar el lujo de entrar con un par dormidas a cada partido, porque igual las otras lo van a salvar casi sin esfuerzo. Sigue como único líder a falta de solamente tres fechas. Los próximos rivales que tratarán de ponerle el pie en su carrera hacia el título son Wanderers, Juventud de Las Piedras y Liverpool.

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