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Represa de India Muerta, en el departamento de Rocha. (archivo, julio de 2012

Foto: Sandro Pereyra

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Las reservas de agua son estratégicas para el Cono Sur en términos de defensa, pero la coordinación entre los países es escasa.

Las guerras del futuro serán por los recursos naturales. De esta frase, ya casi un lugar común, podrían rastrearse antecedentes hasta llegar quizás a la tercera trompeta del Apocalipsis. Pero la preocupación está muy vigente, sobre todo en la región. Argentina y Brasil han definido las luchas por los recursos naturales entre sus hipótesis de conflicto. Las Fuerzas Armadas de Uruguay también -el gobierno aún no, ya que el Consejo de Defensa Nacional (Codena) no ha concluido el documento al respecto que comenzó a redactar el año pasado-. Estos tres países junto a Paraguay suscribieron un acuerdo en 2010 para la conservación del acuífero Guaraní que todavía no entró en vigencia.

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La alineación de las Fuerzas Armadas del Cono Sur con Estados Unidos desde comienzos de la Guerra Fría se ha ido debilitando en los últimos años. En los documentos recientes elaborados por los militares de Argentina, Brasil y Uruguay, la principal hipótesis de conflicto que aparece es la disputa por los recursos naturales, en particular el agua y el petróleo. Con el descubrimiento en 2007 de los denominados “yacimientos del presal” en Brasil, América del Sur supera las reservas energéticas de Medio Oriente. Es también la principal reserva de agua potable después de la Antártida. En este contexto, la integración regional se menciona como un mecanismo estratégico de defensa. “Una región integrada desde los planos político, cultural, social, económico, científico-tecnológico y de defensa constituye un factor que puede lograr ventajas de carácter estratégico en un mundo cada vez más interdependiente”, señala el denominado Proyecto Ejército Argentino 2025, elaborado por el mando militar de ese país. El Ejército uruguayo, en un documento presentado en 2006 al debate nacional sobre Defensa, apuntaba que “la formación de sistemas de seguridad regionales, o llegado el caso, continentales, permitiría a los países de América del Sur una participación en el sistema global en otras condiciones”.

El manejo del acuífero Guaraní

  • El proyecto internacional (2009). El PEA para el acuífero Guaraní (ver nota) se propuso avanzar en el conocimiento de la dinámica y calidad de los flujos de las aguas subterráneas y se definieron las acciones más convenientes a ser ejecutadas por cada país para el manejo y la conservación del acuífero. En ese sentido, se recomendó desarrollar capacidades institucionales para la gestión del acuífero, generar capacitación técnica y conocimiento, desarrollar la gestión local e implementar criterios de uso sostenible de aguas subterráneas.

  • El acuerdo multilateral (2010). Suscripto por los cuatro países del Mercosur, este acuerdo establece que cada uno de los países ejercerá el “dominio territorial soberano sobre sus respectivas porciones” del acuífero. Señala, no obstante, que los recursos deben utilizarse “sobre la base de criterios de uso racional y sustentable, respetando la obligación de no causar perjuicio sensible a las demás partes ni al medio ambiente”. Establece asimismo que los países deberán intercambiar información sobre los estudios u obras que realicen vinculadas al acuífero y que puedan causar efectos transfronterizos. Finalmente, dispone la conformación de una comisión integrada por los cuatro países para facilitar la coordinación. El convenio aún no ha entrado en vigencia porque algunos países del Mercosur no lo han ratificado -Uruguay lo hizo en junio de este año-.

  • Estudios y coordinación (2012). La ANA de Brasil coordina desde mayo de este año un estudio sobre vulnerabilidad a la contaminación y estrategias de conservación del acuífero Guaraní que involucra a los estados del acuífero: Matogrosso, Matogrosso do sul, Goiás, Minas Gerais, San Pablo, Paraná, Santa Catarina y Río Grande do Sul. González, de Dinagua de Uruguay, explicó que la coordinación efectiva entre los países en torno al acuífero se lleva a cabo actualmente por intermedio del comité intergubernamental coordinador de la cuenca del Plata, donde además de los cuatro países participa Bolivia. Dentro de este comité hay un grupo temático sobre aguas subterráneas. El trabajo está enfocado fundamentalmente desde el punto de vista ambiental, apuntando al cuidado de la calidad de las aguas.

Estados Unidos, en tanto, parece pasar de aliado a potencial agresor, si bien nunca se lo nombra directamente. “Más que trabajar con la idea de que existen enemigos, trabajamos para ser capaces de disuadir a posibles agresores”, explicó a la diaria un asesor del Ministerio de Defensa de Uruguay. Reconoció, no obstante, que por una cuestión de “cercanía” y de “antecedentes”, Estados Unidos podría convertirse eventualmente en agresor.

El gerente de Aguas Subterráneas de la Agencia Nacional de Aguas de Brasil (ANA), Fernando Roberto de Oliveira, dijo a la diaria que se trabaja para “anticipar y evitar conflictos futuros” y prefirió no hablar de enemigos.

Las Fuerzas Armadas de los países, aunque evitan mencionar al “enemigo”, sí señalan hipótesis de conflicto en sus documentos. El Proyecto Ejército Argentino 2025 considera una “amenaza para el Estado Nación” ciertas “tendencias que propician la internacionalización de espacios considerados como patrimonio de la humanidad, pasibles de control y ocupación por parte de organismos supranacionales, aduciendo la irresponsabilidad de algunos Estados para preservar el medio ambiente”. Mencionan la falta de agua potable como uno de los argumentos que se plantean para la internalización de estos espacios.

En Uruguay, el Estado Mayor de la Defensa -órgano militar asesor del gobierno- mencionó las disputas por los recursos naturales como la principal hipótesis de conflicto en un documento elaborado el año pasado. Algo similar había planteado el Ejército en el escrito presentado al debate nacional sobre Defensa, señalando que las reservas de recursos naturales, sumado a un esquema de integración que fortalece a la región en términos políticos y de defensa, hacían a ésta pasible de “amenazas externas”.

En 2011 comenzó a reunirse el Consejo de Defensa Nacional (Codena), integrado por los ministerios de Defensa, Interior, Relaciones Exteriores y Economía, y por los comandantes de las Fuerzas Armadas en calidad de invitados. Uno de sus primeros objetivos fue la elaboración de hipótesis de conflicto. Sin embargo, hasta el momento no ha podido redactarse un documento único. Las reuniones de los ministros se han discontinuado, aunque subsiste un ámbito de encuentro quincenal de asesores que siguen trabajando en el documento, aseguraron a la diaria desde cancillería.

En los informes preliminares que se han presentado en ese ámbito, aparece la cuestión de los recursos naturales como un aspecto central, dijo a este medio el subsecretario de Defensa, Jorge Menéndez. “El acuífero Guaraní lo valoramos como un interés del Estado, objetivo de las políticas de defensa en cuanto a resguardar ese activo crítico tan importante para Sudamérica. No es contra nadie en especial”, aclaró. “Son recursos críticos porque por distintas causas se pueden contaminar y pueden ser también de interés en algún momento histórico para algunas regiones del mundo”, acotó.

En Brasil, los recientes hallazgos de yacimientos petroleros y la reactivación de la IV Flota de Estados Unidos motivaron conversaciones del gobierno con su par estadounidense. En 2008, el entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva admitió su preocupación por la reactivación de la IV Flota y remarcó la necesidad de custodiar las reservas de petróleo ubicadas en aguas profundas. “Ellos dicen que no es nada, es sólo investigación. De todas formas, estamos preocupados, porque es muy cerca de la frontera marítima brasileña y nosotros creemos que no necesitamos la IV Flota. Lo que necesitamos es que la Armada brasileña cuide nuestras plataformas y nuestro presal, porque somos un país tranquilo, no hablamos en guerra, sino en paz”, manifestó Lula entonces.

Otro ambiente

En el manejo de las aguas subterráneas -y dentro de ellas, la reserva compartida más importante del Cono Sur, que es el acuífero Guaraní-, hay otras lógicas que a veces se distancian de las visiones centradas en la defensa. En 2009 se presentó el denominado Programa Estratégico de Acción (PEA) para el acuífero Guaraní (ver recuadro), luego de un trabajo de cinco años realizado mayoritariamente con fondos del Banco Mundial, las Naciones Unidas y la Organización de los Estados Americanos.

Precisamente, y desde una visión de defensa nacional, se cuestionó desde diversos ámbitos que estos organismos internacionales tuvieran acceso a información y conocimiento detallado de todo el acuífero, que posee reservas de aproximadamente 45.000 km³. Daniel González, titular de la Dirección Nacional de Aguas (Dinagua) del Ministerio de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente de Uruguay, puntualizó que el trabajo de coordinación se realiza “más con un criterio ambiental y de cooperación que otra cosa”. Aseguró que se manejan en forma “muy abierta” con la información, con la idea de “compartirla con los demás países con la mayor transparencia, en una lógica de cooperación y de integración”. Opinó: “Tenemos que dejarnos de jorobar” y de poner “rayitas donde no las hay”, en referencia a las fronteras. “Uruguay en aguas superficiales depende de todo lo que pase río arriba. Si nos desentendemos de esa integralidad, tenemos todo para perder y nada para ganar”, advirtió.

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