Desde mucho antes del comienzo del partido principal, colonienses de muchas ciudades -sobre todo de Juan Lacaze, Colonia del Sacramento, Rosario y Nueva Helvecia, ni que hablar de los locales tararirenses- se instalaron en el coqueto y remozado estadio de Peñarol en la ciudad ubicada en el centro del departamento de Colonia. Afuera se amontonaban autos con chapas de las diversas ciudades, en la ruta 50, ya en las afueras de Tarariras. Sabiendo que la pequeña tribuna se llenaría rápido, todos habían llevado sillas playeras para ubicarlas lo más cerca posible del alambrado. Había cientos de sillas. Los organizadores hablan de 1.700 boletos vendidos a 100 pesos, pero allí había mucha más gente, incluidos cientos de niños que correteaban por los amplios espacios. Cerca de un córner quedó armado algo así como un bar con sillas, mesas y buena oferta gastronómica, también con mucho espacio. La fiesta estaba armada y la completó la rojita de los sub 18 que le hizo seis goles a su similar de Treinta y Tres.
Técnica de tú y un bloque de fútbol
El partido tuvo un comienzo de combate futbolístico y ninguno aflojaba. Durante 15 minutos el negativo pudo decir “no pasa nada”. Para cualquier futbolero estaba claro: allí estaba instalado un duelo entre dos estilos que en el cuarto inicial no pasaba del mediojuego. Por un lado, un intento de hacer todo basado en técnica futbolística, a tratar bien la pelota, al intento de progresar en pases. Eso era Rocha. Por el otro lado, Colonia mostraba su juego de bloque, con las líneas muy próximas, asegurando el buen trabajo defensivo sin dejar huecos en el centro del terreno y lanzando estocadas atacantes.
La paridad del juego comenzó a tener fisuras sobre los 15 minutos. Hubo dos llegadas seguidas de los celestes: un tiro libre preparado usando el espacio que quedaba atrás de la barrera y un buen tiro de Martín Pereyra, siempre peligroso. Cuatro minutos después, otro disparo de Pereyra picó mal en un piso que en general estaba bien y Gonzalo Ruiz, fiel a su estilo de golero ágil y dinámico, salvó como si no hubiera sido peligroso, que lo fue.
Recién a los 22 minutos Colonia encontró su primera gran ocasión. La ganó sobre la base de su solidez de equipo que no da facilidades a sus rivales y que demuele luego con la habilidad del Monito Bordón -una monada este equipo-, con las corridas invasoras por la derecha del volante Rafael Bardallo y por las maniobras siempre en tono de amenaza de gol que realiza el Mono Mignone, un grande del fútbol del interior, su goleador histórico. A ellos se agregaba en sólida tarea el cardonense Wilmar Martínez partiendo como volante por la izquierda. Lo primero fue una llegada clara de Bordón de cara al golero Lemos, la pelota se le escapó por poco y se salvó Rocha. Dos minutos después se produjo un peligroso tiro desde afuera del área que se fue apenas afuera.
Con el partido todavía en equilibrio Ruiz hizo otra buena intervención a los 25 y llegó la apertura del tanteador dos minutos después. El espigado zaguero derecho rochense la hizo bien al cortar un ataque rival en su zona y mandarse a territorio enemigo con pelota al pie. Su acción fue cortada por la defensa roja que rápidamente puso en acción a la dupla de ataque de Prieto-Mignone, que encontró a la defensa rival desarmada. No estuvo previsto que el ataque del back tuviera mal final. Fue como un relámpago ese contragolpe. Asistencia de Mignone, y Prieto definió abajo ante la salida en el borde del área de golero.
Varias acciones de ataque se produjeron después. Ataque contra ataque hasta el final del primer tiempo. La prolijidad técnica de los del este y la consistencia que evita fallas de la selección de diez ligas. El brillo contra la solidez o el chisporroteo contra el utilitarismo convincente. Daghero siguió ordenando -notable regularidad y capacidad en su juego de cinco antiguo-, Bardallo desdoblándose por derecha y el Mono, atacante increíble, amenazando.
Sobre los 40, el técnico rochense inició una polémica a todo lo ancho de la cancha con el segundo línea. Que no cobraste tres orsais, que a ver si ves uno y como que perdió el centro de su trabajo, que en esos momentos consistía en ordenar la buena capacidad de sus jugadores para ir por el empate sin desesperar.
A ritmo de gol
El segundo tiempo empezó con el mismo buen ritmo con que terminó el primero. A los cuatro minutos Ruiz salvó a Colonia ante dos rochenses, a los nueve un derechazo en el horizontal del Zurdo Mignone, a los 11 un increíble intento de Mignone desde 45 metros buscando que la pelota entrara por atrás del golero que se rehízo y contuvo.
Y a los 15 una jugada clave. Córner para Colonia desde la izquierda que ejecutó Martínez muy bien y nadie logró cabecear. Al restar la defensa de Rocha, la pelota le quedó a Bordón lejos del área y por el centro. Rápido abrió hacia la izquierda donde había quedado solo Martínez, que venía de ejecutar el tiro de esquina. Lanzó el centro que culmina en una mano penal y en el tiro criminal de Mignone para el 2-0.
Colonia, con ese gol y el parcial de 3-0 por el partido ganado en el Sobrero una semana antes, les quitó a los rocehnses los restos de tranquilidad que tenían para sustentar sus buenas cualidades futbolísticas. El tercer gol se produjo por jugar mal con el offside. Resultado: quien quedó solo entrando por la izquierda fue Mignone. Un tiro rotundo, esta vez de zurda, la victoria asegurada y el desbunde rochense con jugadores y técnico tratando de derivar hacia un asistente los errores propios, por lo que quedaron en un estado de nervios muy negativo.
Un cuarto gol y todo el resto sobró. Menos el festejo medido y proyectado hacia una instancia semifinal que se sabe que será difícil.
Recién en esta instancia de cuartos de final Colonia se ambientó muy bien en su propio terreno. Le ha costado progresar en el torneo. Ahora tomó fuerza y será ardua tarea pararlo.