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Los jugadores de Fénix, ayer, tras el empate ante Peñarol, en el estadio Centenario

Foto: Nicolás Celaya

Ave rapaz

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En la hora Fénix le empató a Peñarol: 2-2.

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El ocaso dominguero pegó ayer un poco más duro en el corazón aurinegro. En las postrimerías del partido, un gol del zaguero Ignacio Pallas, luego de una salida del arquero Leandro Gelpi, que no pudo quedarse con la pelota ante la presencia de Guevgeozian, transformó lo que era una trabajosa victoria ante Fénix en un empate. Ya prácticamente sin más tiempo de juego tras la postrera anotación, fueron murmullos y el acotado festejo de los pocos hinchas de Fénix que llegaron al Centenario lo que se pudo escuchar como cortina sonora del final del juego.

Aunque haya sido el reparto de puntos entre carboneros y albivioletas, la valía de la unidad lograda tiene un valor diferente para ambos equipos. Peñarol, que no jugaba por el Clausura desde hacía más de dos semanas, tenía fijado este encuentro como el del inicio de la remontada en busca del torneo y de la tabla anual, por lo que el gol de Pallas tuvo la significación de una puñalada. Ahora los de Da Silva deberán levantar la cabeza y seguirla remando, con cada vez menos margen de error. Para Fénix el punto es un aliciente en el medio de una pésima campaña que lo encuentra en la última posición del Clausura.

De menos a más

La segunda parte del duelo de ayer en el Centenario, si bien no tuvo un gran destaque en el juego, desde los aportes individuales, estuvo bien cargada de la incertidumbre que siempre debe alimentar los duelos deportivos. El empate de Fénix, marcado por Guevgeozian en el inicio del segundo tiempo, con una gran chilena tras recibir dentro del área un saque lateral, sacudió la realidad de un partido que hasta ese momento había sido ciertamente exasperante. Sólo el primer gol aurinegro, conseguido por Maxi Pérez a los 22 minutos, había conseguido conmover al público en el Centenario. Fénix no tenía manera de atacar y del otro lado Peñarol también tenía serios problemas para inquietar el arco rival, más allá del dominio general que tuvo durante los primeros 45 minutos.

Pero esta realidad cambió con el gran gol de Guevgeozian. Con el empate Fénix se soltó y empezó a ofender a un equipo aurinegro que, además de tener problemas para generar fútbol ofensivo, empezó a defender mal. El partido creció en emotividad y se hizo de ida y vuelta. Ante ese panorama el Polilla da Silva miró hacia el banco e instantes después entró Zalayeta al campo. El ingreso del goleador, que ayer volvió a jugar luego de varias semanas sin hacerlo por un desgarro, ordenó a Peñarol, que empezó a atacar mirando al espigado delantero, que pivoteando en el borde del área empezó a gravitar y a complicarle la vida a la defensa de Fénix.

Por ese camino llegó el 2-1, después de que en una buena maniobra, de contragolpe, Zambrana le metiera una buena bola a Zalayeta, que en el borde del área chica resolvió bien y puso a su equipo en ventaja. Faltaban apenas 7 minutos para terminar el partido y la sensación de victoria sufrida estaba presente en las tribunas, los hinchas se sacaban las ganas de cantar y en la cancha, durante unos minutos, pareció que todo estaba sentenciado. Incluso Peñarol estuvo a punto de lograr el tercero, pero ello no sucedió y el final siguió abierto.

Ya en tiempo adicional, un tiro libre que cayó en forma de centro al área aurinegra cambió el desenlace. El arquero Gelpi, que hasta ese momento había tenido una correcta actuación, salió a cortar el centro y lo hizo mal. Apenas pudo manotear la pelota que derivó hacia el zaguero Pallas, que la acomodó y de zurda sacudió la red del arco de la Amsterdam.

Corría el tercero de los cuatro minutos adicionados por el árbitro Martín Vázquez. El guionista del partido ya se había quedado sin más motivos para escribir. El agónico empate puso en cuestión a Peñarol, que una vez más no hizo un buen partido y ya suma tres encuentros consecutivos sin ganar en el Clausura.

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