Desde hace 15 días la selección sub 20 participa en el Sudamericano y, como siempre pasa por estos lares, es un campeonato que toma una gran relevancia. En los medios, en la oficina, en el bar. Como todos somos futboleros, tenemos una opinión, una idea y un jugador que está en el banco de suplentes y queremos que entre.
Este equipo de Verzeri tiene un montón de jugadores interesantísimos. Rápidos, técnicos, con buen control de pelota. Quizá, de las selecciones uruguayas que me tocó ver, ser la más contragolpeadora; y convirtió seis goles de contra. Como colectivo ha tenido aciertos y desajustes, como todo combinado juvenil. Pero de este lado, a más de 1.700 kilómetros de distancia, lo que abundan son las opiniones, críticas y más.
Yo voy a aportar la mía, en contraposición a las tantas otras que he escuchado respecto de este equipo. Uruguay perdió el miércoles con Colombia, en el partido que quizá tuvo más méritos para ganar. Control de pelota, jugadas con buena cantidad de pases sucesivos, llegadas claras al arco rival y, según mi cálculo, amplia superioridad en la posesión de la pelota. Pero perdió. Otra vez con un gol en la hora de alguno de los tiempos, como sucedió durante el campeonato y enmarcado en errores propios.
La crítica más fácil, sobre el equipo, es que juega mal, que no sabe pasar la pelota y que no puede hacer dos pases seguidos. Pero el miércoles lo hizo y perdió. Jugó lindo y perdió. Venía invicta, sin perder y haciendo un promedio de casi tres goles por partido. Pero a nadie le complacía.
Uruguay fue inteligente en los partidos que ganó, conoció sus características, sus limitaciones y utilizó sus recursos para sacarles ventajas a sus rivales. Pero fue cuando menos complació al gran público. Contra Colombia el papel protagónico que le tocó tener no le permitió ganar -a pesar de que lo mereció- y un error, como los que tuvimos en cada uno de los partidos, nos llevó a la derrota.
A veces en el fútbol no hay que ser siempre el protagonista, no hay que tener siempre la pelota para ganar. Hay que reconocer las virtudes propias y explotarlas de la mejor forma. Porque siempre hay un rival, siempre enfrente hay un antagonista que también juega y participa. Ante todo hay que ser cauto y analítico, no patotero.
Las selecciones juveniles, son justamente juveniles. Lo más importante es que continúen en el proceso, y lo mejor que pueden lograr en este momento es clasificarse al mundial, porque allí tendrán la cita más alta de su categoría y de esa manera tendrán la chance de seguir formándose y proyectándose con la celeste.