Imposible resistirse a la tarde de sol en cualquier cancha del Prado. Imposible en el caso del hincha y hasta para un vecino que apenas guste de ver rodar la guinda. El Parque Viera luce cada vez más coqueto pero no en aspectos superfluos: el campo de juego espectacular y las tribunas cuidadas ayudan mucho a disfrutar de un match.
River Plate llegaba con la presión más linda del mundo, la de necesitar ganar para lograr algo que siempre se anhela: retornar a la punta del campeonato. El clásico no era una parada fácil a pesar de que Wanderers no está haciendo un gran Torneo Apertura. El clásico se vive distinto. Todos lo sienten así.
El equipo bohemio jugó mejor en el primer tiempo. En los pies de Dieguito Riolfo tuvo los chispazos necesarios para generar algunas ocasiones claras. Sobre el final de la primera parte Gastón Rodríguez sacudió con un remate cruzado a Damián Frascarelli, que logró arañar la guinda y mandarla al córner. Luego fue el Chapita Blanco que avisó de cabeza. River Plate apenas arrimó con algún remate de Luquitas Olaza, pero todo muy esporádico y tibio.
El arranque del segundo tiempo encontró la misma tónica en el partido: dos defensas muy firmes y Wanderers más fino en ataque. A los 5 minutos del complemento el Chapita encontró una bola llovida en el segundo palo tras una peinada bohemia y definió en el área chica con la cabeza para poner el 1-0. Merecido gol vagabundo.
Parecía que River Plate no tenía respuesta, no encontraba los caminos. El quebrachense Cristian Techera neutralizado, Janderson ya estaba afuera por Alaniz y los delanteros Casas y Lea Rodríguez no aparecían. Pero el fútbol te regala cosas lindas y el viento cambia caprichosamente. Martín Alaniz, con apenas 15 minutos en la cancha, sacudió desde afuera del área con un remate increíble. Potente y bien direccionado, logró vencer a Fede Cristóforo, que arañó la bocha pero en vano. Golazo para el 1-1.
A partir de entonces, River Plate tuvo su momento. El Bicho Techera estrelló en la base del palo una volea buenísima, gracias al tesón de cientos de técnicos que les piden a los petisos que se queden en la media luna a esperar el rebote del córner desde que tenemos seis años. Luego el partido bajó en intensidad hasta que sobre la hora ambos tuvieron chances clarísimas: Michael Santos y Fede Rodríguez, ambos ingresados en el complemento, no pudieron vencer a los goleros.
El empate dejó el sabor de que pudo ser distinto. Intenso clásico que deja a River Plate con la ilusión de seguir peleando bien arriba y estira el invicto en el Viera un año más.