“Uruguay es un país de contradicciones”, comentó a la diaria Collette Richard, presidenta de la Unión Trans del Uruguay (Utru). Agregó: “Ponemos el tema trans en la agenda de gobierno, pero cuando se llama al gobierno para que escuche, no viene”. La delegada del colectivo que organizó el Primer Congreso Nacional de Personas Trans se expresó de ese modo luego de señalar que en el encuentro quienes hablan son las personas trans, e invitaron a varias autoridades para que las escucharan, pero no hubo respuesta. Sólo concurrió una representante del Ministerio del Interior (MI) y uno del Ministerio de Desarrollo Social. Las demás autoridades invitadas no contestaron la convocatoria ni asistieron. “No vinieron ministros, no vinieron subsecretarios, no vino ningún director... es un discurso que se está dando”, indicó. Comentó que existe cansancio en el colectivo, ya que suelen escuchar a especialistas académicos que hablan de sus realidades, pero los protagonistas nunca son escuchados. “¡Dejen de hablar de mí!”, exclamó.
Gloria Alves, presidenta de la Asociación Trans del Uruguay (Atru), que también participó en el encuentro, agregó a lo dicho que en el único momento en que la población trans es tenida en cuenta es al momento de votar, pero durante los cinco años restantes son ignoradas.
Problemas comunes
Se estima que en Uruguay hay unas 1.500 personas que se reconocen como trans. El número es estimativo, puesto que no se dispone de cifras reales. La presidenta de Utru remarcó que en el interior del país hay muchas personas trans, pero no se muestran como tales por el qué dirán. Consultadas por la relación entre las diversas organizaciones activistas y la escasa participación de las personas trans en los colectivos consolidados, Collette indicó que “tristemente existe una fragmentación”, en parte dada por no reconocer que “no todos pueden abarcar todos los temas”. Detalló que naturalmente cada grupo se especializa en temas particulares, que en el caso de Utru son: vivienda, salud, educación y trabajo. Éstos fueron abordados ayer durante la primera jornada del congreso.
Ambas activistas detallaron que la población trans tiene problemas específicos en estos rubros y compartió algunos de ellos. Collette se refirió a las dificultades para el acceso al mercado laboral: “Porque nosotras exteriorizamos, nos ven y para la sociedad sos lo que se ve, lo de adentro no importa”, dijo.
La imposibilidad de transformación del cuerpo fue otro de los problemas mencionados. Indicaron que el Hospital de Clínicas era el único centro que ofrecía un espacio para la reasignación de sexo pero no está funcionando (ver la diaria del 29/10/13). Tampoco hay clínicas privadas, y, aunque las hubiera, la población en juego se desenvuelve en tareas no formales y mal pagas, por lo que no dispondría de dinero para acceder a una intervención quirúrgica. El no acceso a trabajos que posibiliten la seguridad social también dificulta el tema de la vivienda. “Al no tener recibos de sueldo, no tenés garantías, no entrás en ninguna política de vivienda porque para el Estado sos un hombre solo”, remarcaron.
La estigmatización fue otro de los ítems comentados: “Sos trans, sos prostituta, por lo tanto, tenés VIH. Y no es así”, describió Collette. Finalmente, en relación al ámbito educativo, señalaron que las personas trans son las que más sufren el bullying, lo que provoca un abandono temprano, incluso antes de culminar primaria.
La presidenta de Utru sostuvo que los problemas específicos serán presentadas al colectivo LGBT (Lesbiana, Gay, Bisexual y Transexual) para que todos juntos trabajen en pro de solucionarlos.
La transfobia es un tema que estuvo presente en toda la conversación. Al ser consultadas por los ocho asesinatos de personas trans registrados entre 2011 y 2012, contaron que todavía no se resolvieron y que Amnistía Internacional y la Institución Nacional de Derechos Humanos están tratando el tema. Por su parte, las autoridades del MI, que en su momento se reunieron con representantes del colectivo, no han avanzado “nada” en la investigación. Alves cuestionó el rápido accionar policial en asesinatos mediatizados como el ocurrido en La Pasiva, en mayo de 2012, cuyas imágenes circularon por distintos medios de comunicación.
En la ciudad de Melo sí se resolvió uno de los crímenes. Según Janet Gómez, activista de la zona, se procesó a tres personas de las cinco imputadas gracias a la presión que ejercieron los colectivos LGBT locales, que prácticamente acamparon fuera del juzgado durante 48 horas.