River Plate superó futbolísticamente a El Tanque, que dejó pasar dos oportunidades: la de mantener y mejorar la condición de único líder del Clausura y la de quedar a sólo dos unidades de la cima de la tabla anual. Perdió 1-0 pero pudo caer por más diferencia. La mala puntería darsenera del segundo tiempo alimentó la ilusión de un empate que los fusionados no merecieron.
A los 16 minutos Felipe Avenatti marcó el único gol. El grandote cabeceó tras un córner de Olaza, el joven lateral izquierdo que se adueñó de las pelotas quietas de su equipo. El tiro de esquina fue hijo de Techera, de grandes aportes como volante ofensivo zurdo. Su velocidad y la de Lea Rodríguez marcaron una primera diferencia en la tarde: River Plate siempre lució rápido y profundo, en contraste con el juego más lento y menos incisivo de El Tanque.
A los dirigidos por Canobbio les costó medio primer tiempo poner el juego cancha arriba. Cuando lo lograron ya perdían. Aparicio fue importante para dividir la tenencia de un balón antes esquivo, pero su tendencia a lijar piernas ajenas fue el primer escollo con el que tuvo que lidiar el impreciso árbitro Siegler, que pecó de permisivo con el Oso y cosechó insultos a granel en una tribuna locataria que terminó cuestionándolo en cada pitazo. Las repetidas salidas del volante tapón fusionado fueron a dar a Marcarié, que esta vez no profundizó como puede.
La defensa locataria contuvo bien a Puerari y a Lamanna, los delanteros verdinegros. De hecho, el avance más riesgoso del primer El Tanque fue una jugada de pizarrón en la que el zaguero Piano recogió un tiro de esquina retrasado y sacó un disparo fortísimo y lejano que obligó al arquero Frascarelli. Por esporádicos, los avances de la visita no dejaron de ser riesgosos. Pero River Plate contó con un arquero que le ganó al frío y siempre respondió bien, como cuando le negó el empate a un buen tiro bajo de Puerari.
El partido ya les hacía guiños a los darseneros. Más allá del resultado, había señales en el juego que encaminaban los puntos hacia el Prado. El Tanque pagaba su adelantamiento con una continua exposición al mano a mano. Más de una vez, su defensa quedó en línea y Nicola Pérez volvió a su más tierna infancia para transformarse en arquero de peligro y restar fuera del área.
Ya en el segundo tiempo, Montelongo y un incontrolable Avenatti tuvieron posibilidades de aprovechar la estancia. Fallaron en el último toque o ligaron mal, como cuando el siempre atento Gastón Martínez sacó de la línea una pelota del Pájaro. Los ingresos del volante Molina, el enganche Acuña -que según Fredy Varela juega mejor que su hermano Romário- y el delantero Palacios no cambiaron la ecuación. Fueron los razonables intentos de Canobbio, que cambió sin desdibujar el sistema inicial. Pero River Plate no sintió ni cosquillas. La Reina y Saltimanquis no dudarían en cantarle a la hombría darsenera.