Ingresá

Oportunista

2 minutos de lectura
Contenido exclusivo con tu suscripción de pago

Racing y la ventaja de contar con el goleador del torneo.

Contenido no disponible con tu suscripción actual
Exclusivo para suscripción digital de pago
Actualizá tu suscripción para tener acceso ilimitado a todos los contenidos del sitio
Para acceder a todos los contenidos de manera ilimitada
Exclusivo para suscripción digital de pago
Para acceder a todos los contenidos del sitio
Si ya tenés una cuenta
Te queda 1 artículo gratuito
Este es tu último artículo gratuito
Nuestro periodismo depende de vos
Nuestro periodismo depende de vos
Si ya tenés una cuenta
Registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes
Llegaste al límite de artículos gratuitos
Nuestro periodismo depende de vos
Para seguir leyendo ingresá o suscribite
Si ya tenés una cuenta
o registrate para acceder a 6 artículos gratis por mes

Editar

Fue un partido trabado, con más preocupaciones que propuestas de dos equipos que miran con recelo hacia abajo, si bien falta una vida para la sentencia definitiva del descenso. Lógico, coherente, ambos salieron a jugarse la mitad de la cancha con mucha gente con el objetivo de manejar el balón, pero sin ideas. Faltó la segunda parte del plan, la tarea de ejecutar luego de recuperar. Así estaba planteado el partido hasta que apareció el goleador.

Arriba y solo siempre estuvo Gorocito. Producto de lo anterior, esa necesidad imperiosa de romper sobre hacer, al goleador no le llegó una pelota redonda. Hay mérito de los lungos defensores de Capurro, que lo controlaron bastante bien. Absorbido, incómodo, forcejeando siempre, esperó y buscó el avance de sus volantes más abiertos con la intención de llegar al arco de Contreras. No había tocado una pelota dentro del área. Así son los goleadores. Buen tándem por la derecha, se juntaron el lateral Aguiar y el querendón Gutiérrez, triangularon, tiró el centro pasado el número 4 de la escuelita, y Gorocito se afiló. Midió mejor que todos, se desprendió de la pegajosa marca, saltó ante la estática mirada de Mejía y mandó la globa al fondo de la red, cuando el reloj indicaba 15 minutos de la segunda parte. La ventaja de tener un goleador fino, seguro y encendido. Todo es más fácil cuando hay gol. Fue un antes y un después. Hasta el momento del gol de Racing, las características del trámite fueron de poco fútbol bien jugado. Fénix con Aldave suelto arriba, esperando la elaboración de Novick con Royón, y Silvera predispuesto al juego cerca de las líneas, como aquellos viejos wings. La escuelita jugó cerrado, con Díaz y Dudok en la marca del doble cinco, y Zabala con Agustín Gutiérrez en el ida y vuelta. Qué bueno que es Gutiérrez. Participativo, encarador, buscó el cambio de frente y el hombre libre para habilitar, habilidoso. Siempre bien encimado por el Papa o el Flaco Schettino, siempre demostrando su talento para salir del paso. A falta de fútbol, buenas eran las faltas directas. Novick y Ruiz, uno por cada bando, fueron los dueños de las pelotas quietas. El 10 albivioleta echó un centro en la primera parte que Aldave aprovechó tras el rebote, pero estaba Contreras. Siempre estuvo el Loco, que hizo todo bien menos un despeje inentendible de media tijera fuera del área. Lo más fácil siempre es lo más difícil para Contreras. Fénix se fue arriba luego del gol recibido. Ya estaba el panameño Waterman buscando el gol, Carrabs mandó a Juan Manuel Ortiz en busca del desborde. Producto de la desesperación de Fénix, los últimos 15 fueron abiertos; todo lo contrario al inicio. Racing se replegó, Zabala se metió en la cueva para ayudar en la marca, Gutiérrez se juntó con Carlitos Acosta para salir de la presión ejercida por el locatario y buscó la contra para bajarle la persiana al partido. Así fue. Primero la pelota estuvo entre Acosta, Gutiérrez y Gorocito; tras contra rápida por la derecha, Gutiérrez hizo luego del enganche un tiro débil que ni fue centro ni fue al arco. Erró ésa, pero no perdonó en la siguiente: pelotazo largo para Gutiérrez, que le ganó la espalda a Schettino y definió ante la salida de Mejía, que tocó pero no bloqueó. La guinda se fue al fondo de la red, al tiempo que la persiana bajó y le pusieron el candado.

¿Tenés algún aporte para hacer?

Valoramos cualquier aporte aclaratorio que quieras realizar sobre el artículo que acabás de leer, podés hacerlo completando este formulario.

Este artículo está guardado para leer después en tu lista de lectura
¿Terminaste de leerlo?
Guardaste este artículo como favorito en tu lista de lectura