A las 18.00 se sabía que Rentistas había ganado 2-1 en Capurro, pese a que el arquero Guillermo Reyes fue figura de Fénix. Otro gran paso rojo en la Tabla Anual, en la que el Renta gana espacio en la zona de copas. A las 19.00, se supo que Peñarol le había ganado a Wanderers y que los albivioletas mantendrían la exclusividad en una punta del Clausura a la que los bohemios no pudieron subir. El domingo se apiadó del equipo de Juan Tejera, como convencido de que el empeño puesto en vano ante los rojos del Cerrito merecía un reconocimiento.
La determinación con la que Fénix buscó el partido no disimuló el problema que le costó los puntos: los dos goles de Rentistas llegaron tras tiros de esquina mal defendidos. El primero se produjo cuando sólo iban 2 minutos de juego. Bajo, generó un remate que cruzó el área y desvió el anotador Guillermo Maidana. En el segundo, la zaga no pudo neutralizar a Bruno Piñatares, que sacó un cabezazo débil que dejó parado a Manotas Mejía. Iban 53 minutos y Rentistas, que había llegado tres veces, sumaba dos goles. El dato no eclipsa el enorme año de los rojos del Cerrito, pero hace al encuentro: a lo largo de la temporada, el equipo del Fito Barán seguramente tuvo varios partidos mejores que el de ayer.
Su arquero Guillermo Reyes, sin embargo, quizá no tantos. En todo caso, mantuvo el nivel que lo hace ser uno de los goleros más destacados del Campeonato Uruguayo. Por aire, bancó los varios centros que un Fénix ancho y criterioso lanzó desde los laterales. Bajo el arco, tuvo reflejos felinos. Dos fotos: tremenda tapada ante un remate fuerte y corto de Maxi Pérez y penal atajado ante Martín Ligüera. Ambas incidencias fueron apenas posteriores al segundo gol rojo, cuando los capurrenses crecían tras la osada apuesta con la que Juan Tejera abrió el segundo tiempo. Sacó a Gonzalo Papa y puso a Martín Ligüera en el doble cinco, además de agregar a Gonzalo Vega en el medio y de adelantar a Maxi Pérez, que tuvo una tarde tan buena como la de Aníbal Hernández. Pero su equipo fue impuntual. Descontó recién a los 89, cuando quedaba muy poco tiempo para concretar un empate que nadie hubiera cuestionado. Tampoco quedaba mucho espacio, porque a en el correr de la tarde Rentistas no tuvo pudor en bajar a sus carrileros para cerrarse con una línea de cinco. Tampoco para poner a Marcelo Lacerda como volante, resignar un delantero y provocar la primera caída de su rival circunstancial. Pero caída no es salto al vacío.