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Franco Acosta, de Uruguay, y Leo Pereira, de Brasil, ayer, en el estadio Centenario. Foto: Nicolás Celaya

Empate con justificaciones

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Uruguay y Brasil terminaron 0-0.

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No pudo la celeste. No halló el juego demostrado en la fase de grupos del Sudamericano y ayer terminó en tablas. Ni mejor ni peor, el partido fue gris por donde se lo mire. Cuando el equipo fue superado, apareció la exuberante actuación de Gastón Guruceaga en el arco. Cuando pudo crear peligro, a los brasileños le faltaron centímetros para convertir el tanto. La próxima es Perú, el jueves en el Parque Central. Las posiciones dejaron a Argentina primero en la tabla con 3 unidades, los celestes, Brasil, colombianos y paraguayos van con uno, y cierra Perú sin puntos.

Uruguay arrancó de memoria con el 4-2-3-1 que le gusta: Guruceaga bajo los tres palos, una línea de cuatro defensiva con Guillermo Cotugno, Erick Cabaco, Mauricio Lemos y Mauricio Zorrito Suárez, dos de contención en el medio que fueron Nahitan Nández y Mauro Arambarri, tres mediapuntas por delante con Jaime Báez, Gastón Pereiro y Facundo Castro, más el hábil Franco Acosta bien de punta. Brasil, enfrente, paró a Marcos en el arco, João Pedro, el capitán Marlon, Leo Pereira y Caju como defensas, Walace, Lucas y Kenedy en el medio, mientras que adelante jugaron Yuri, Thalles y Gabriel, lo que significó un 4-3-3 a lo norteño.

La visita maneja más y mejor la bola. Dos tiros de afuera del área de los brasucas, de Yuri y de Kenedy. Uruguay, sin pelota en tiempo prudente como para elaborar juego con paciencia, apeló a los contragolpes -y a algún pelotazo también- para atacar. Un par de esas jugadas rápidas y en largo salieron bien y le sirvieron a la celeste para acercarse al arco de Marcos en forma de centro gracias a un tiro libre y un córner, pero ambos fueron restados por la defensa verdeamarela.

Enorme Guruceaga en la más clara: córner para Uruguay, que no se resuelve adecuadamente, y al no terminar la jugada como sea, Brasil saca un veloz ataque aprovechando el desbalance celeste (tres contra dos); luego de dos enganches, Thalles pateó a quemarropa y el golero atajó notablemente desviando la pelota con destino de gol. Iban aproximadamente 30 minutos. Brasil mantenía la posesión; Uruguay seguía incómodo e impreciso. Entonces, pelota detenida para romper el tedio. Otro tiro de esquina que salvan los brasileños en la línea, pero existió falta en la carga; al minuto, otra pelota quieta, esta vez desde la mitad de la cancha. Pero en una clara jugada preparada, Franco Acosta la cabecea cambiándole el sentido, y Mauro Arambarri -que corre todas- no llegó por centímetros y entró al área chica. Iban 36 minutos. No pasó más nada hasta la falta de Cabaco, al cierre del primer tiempo. Dejarle un tiro libre a un brasileño al borde del área es sinónimo de gol. La barrera mantuvo el 0-0.

Costó la elaboración. Ése es el gran resumen del partido. Primero, porque la presión no funcionó como en otros partidos y Uruguay no logró ahogar al rival en la salida; segundo, porque el fútbol también es tomar decisiones y los pibes celestes no encontraron - colectivamente- las mejores en buena parte del juego. Mitad desconcierto celeste, mitad virtud de ellos, empezó el segundo tiempo y en la línea Lemos tiró a la Olímpica lo que era el gol de Yuri, ya con Guruceaga superado.

A los 60 minutos, bis: formidable volada de Guruceaga contra el palo para sacar afuera un peligrosísimo tiro del recién ingresado Guilherme. Dentro de lo opaco del partido, el arquero celeste ya era figura y sostén del 0-0. Para afirmarlo, en los cinco minutos posteriores, Guruceaga tapó dos más.

Vista la supremacía de los norteños, Fabián Coito barajó y encontró en el mazo a Rodrigo Amaral. Lo mandó por Báez y el botija de Nacional fue intenso desde el inicio, apareció por detrás de todos y no llegó por poco al segundo palo, y en la segunda que tuvo tiró desde lejos y se fue apenas. Y contagió. Como si estuvieran esperando a los últimos 15 minutos para intentar el gol. Profundizó y generó Uruguay desde ese momento. Al rato, ingresó Ramiro Guerra por Pereiro para darle frescura al mediocampo y sumar en la generación de fútbol. Brasil, sobrepasado por primera vez en el partido, cortó constantemente con faltas y se ligó unas merecidas amarillas. Como si fuera poco, demoró todo el tiempo posible, en cada saque de arco, en los cambios y hasta para ejecutar un tiro libre a favor. Al final, Coitó dio ingreso a Gastón Faber por Arambarri. Eso, la expulsión de Walace y el teatro en los tres minutos de descuento se llevaron el partido en un empate clavado.

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