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Luis Suárez, delantero de Barcelona, tras su tercer gol durante la semifinal del Mundial de Clubes ante Guangzhou Evergrande, ayer en el estadio de Yokohama (Japón). Foto: Franck Robichon, Efe

Luisito y diez más

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Barcelona jugará con River la final del Mundial de Clubes el domingo.

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El domingo a las 7.30 en el Estadio Internacional de Yokohama, los campeones de Sudamérica y Europa definirán el título del Mundial de Clubes. Ya con River Plate con su lugar asegurado en la final tras haber derrotado 1-0 al Sanfrecce Hiroshima local, quedaba por ver qué hacía el Barcelona con los chinos de Guangzhou Evergrande, pero la verdad fue que hubo poco suspenso ayer, en el mismo escenario de la final. El Barça se impuso claramente 3-0 con una actuación superlativa de Luis Suárez, que anotó los tres goles de su equipo.

Sin la compañía del lesionado brasileño Neymar y del argentino Lionel Messi, que quedó afuera del encuentro a último momento como consecuencia de un cólico nefrítico, Súarez se las arregló para conducir a su equipo a la final contra los millonarios. El duelo de ayer fue bien planteado por el técnico del equipo chino, el brasileño Luiz Felipe Scolari, que armó una trama defensiva que estorbó en la primera parte del encuentro al Barça, que ayer dejó de lado su indumentaria tradicional y jugó íntegramente de celeste. Los dirigidos por Luis Enrique tuvieron, como es habitual, el predominio en la tenencia de la pelota y alguna chance de abrir el maracdor, pero no podían quebrar el cero, y eso dejaba margen para cierta incertidumbre en la gélida noche de Yokohama. Pero a los 39 minutos un remate de afuera del área del croata Ivan Rakitic forzó al arquero chino a dejar un rebote hacia el medio que fue aprovechado por el salteño, que picó velozmente y mandó la pelota hacia la red.

En ese gol Súarez se vistió de pescador, pero en el segundo, que llegó a los 5 del segundo tiempo, se puso el traje de talentoso. Tras una soberbia asistencia de Andrés Iniesta -de muy buena actuación ayer-, Suárez, que recibió la pelota casi de espaldas al arco, la acomodó de pecho con un movimiento notable y a la carrera definió magistralmente, sin dejarla picar, sobre la salida del arquero chino. El 2-0 terminó de esfumar las esperanzas de los esforzados chinos, que, para peor, fueron perjudicados por el árbitro, el salvadoreño José Antonio Aguilar, que a los 66 cobró un penal inexistente sobre el delantero español de origen marroquí Munir el Haddadi, que simuló una falta cuando un inocente zaguero chino lo fue a marcar. La sanción fue bien resuelta por Suárez, que se transformó en el único jugador en la historia de los mundiales de Clubes en hacer tres tantos en un partido.

El único que antes había hecho algo similar, aunque en una Copa Intercontinental, fue el brasileño Edson Arantes do Nascimento, Pelé, que en la edición de 1962 del torneo le hizo tres goles a Benfica de Portugal en el juego revancha de dicha competición -que hasta que se comenzó a jugar en Japón en 1980 se disputaba en régimen de ida y vuelta-, que terminó 5-2 en favor de Santos. El momento que está viviendo Luis Suárez es impresionante y así lo avalan los números: el delantero lleva 22 goles en la temporada, siendo el máximo goleador del equipo, y además en los últimos diez partidos oficiales ha hecho 15 goles, estableciendo una marca de un gol y medio por encuentro.

Un camino difícil

Por más que hoy parezca una obviedad que Barcelona esté definiendo el Mundial de Clubes, torneo al que se clasificó a mediados de este año tras vencer en la final de la Champions League a Juventus, la historia del club catalán en el concierto internacional tuvo más tristezas que alegrías durante la mayor parte de la vida de la institución, fundada en 1899.

Las cinco primeras ediciones de la Copa de Europa, la predecesora de la actual Champions League, cuya primera edición se jugó en la temporada 1955-1956, fueron ganadas por el rutilante Real Madrid, que comandaba futbolísticamente el argentino Alfredo Di Stéfano. Pero en 1961 Barcelona pudo llegar a la definición del torneo por primera vez, aunque el trofeo se lo quedó Benfica de Portugal, que lo derrotó 3-2 en la final jugada en Berna, la capital suiza. Aquel equipo lusitano, que repetiría título al año siguiente, era dirigido por el húngaro Béla Guttmann, que en 1962, tras dejar Benfica y lanzar una maldición sobre ese equipo que dura hasta nuestros días, vino a Uruguay a dirigir a Peñarol.

Pero por su lado el Barça comenzó a tejer su propia maldición en la principal competencia del fútbol europeo, que tuvo un doloroso capítulo en la final de la edición 1986 de la Copa de Europa. La final de dicho torneo se jugó en Sevilla, por lo que Barcelona, dirigido por el inglés Terry Venables, de hecho fue local ante los rumanos de Steaua de Bucarest, que por primera y única vez definieron el certamen. El dramático empate a cero con el que terminaron los 120 minutos de juego llevó a la definición por penales, en la que los rematadores barcelonistas marraron todas sus ejecuciones; con sólo dos penales convertidos, los rumanos se convirtieron en el primer equipo del este europeo en ganar el certamen (cinco años después, en 1991, Estrella Roja, de la extinta Yugoslavia, fue el segundo y último equipo del este que obtuvo la Copa de Europa).

Fue recién en la edición de la temporada 1991-1992 cuando Barcelona ganó su primera Copa de Europa, justamente en la última edición del certamen en su antiguo formato, antes de su rebautismo como Champions League. Un golazo del zaguero holandés Ronald Koeman en el alargue le dió el triunfo 1-0 a los blaugranas sobre Sampdoria de Italia y rompió el maleficio del Barça, en aquella memorable gesta dirigida técnicamente por el mítico Johan Cruyff, uno de los más grandes símbolos del club.

Ese triunfo le dio a Barcelona su primera y única final de Copa Intercontinental, que perdió a manos del excelso San Pablo de Telé Santana, que en Tokio se impuso 2-1 con goles del talentoso volante Raí, hermano de Sócrates, que por 1992 estaba viviendo su mejor momento deportivo. Dos años más tarde, el Barça volvió a estar en las puertas de la gloria europea, pero a pesar de contar con un tremendo equipo en el que brillaban, entre otros, el brasileño Romário, el búlgaro Hristo Stoichkov, Josep Guardiola, José Mari Bakero y Aitor Begiristain, sucumbió feo 4-0 ante el Milan de Fabio Capello en el Estadio Olímpico de Atenas.

Nuevo orden

Aquella debacle en la capital griega fue la última derrota de Barcelona en una final europea. La historia que vino después ya es más reciente. El retorno del Barça a la definición de la ahora llamada Champions League fue con el holandés Frank Rijkaard como director técnico y con el brasileño Ronaldinho como máximo referente en la cancha, en la temporada 2005-2006. En el parisino estadio Saint-Denis los azulgranas derrotaron 2-1 a Arsenal de Inglaterra, con goles del camerunés Samuel Eto'o y el brasileño Juliano Belletti, y alzaron su segunda consagración europea. Ese título metió a Barcelona por primera vez en el Mundial de Clubes, que en aquel año se disputó en Japón.

Luego de golear 4-0 en semifinales a América de México, el equipo del ex zaguero Rijkaard cayó en la final con Internacional de Porto Alegre, postergando la primera estrella mundial barcelonista. La tercera Champions League llegó a las vitrinas de Barcelona en 2009, cuando al equipo ya lo dirigía Josep Guardiola, con Lionel Messi como director dentro de la cancha. La final de la Champions se jugó en el Estadio Olímpico de Roma y allí el Barça fue amo y señor contra los ingleses de Manchester United, que cayeron por un inapelable 2-0 gracias a un gol de Eto'o y otro de Messi. En el Mundial de Clubes que se jugó en Emiratos Árabes Unidos, el primer rival de Barcelona en semifinales fue Atlante de México, al que superó 3-1. En la final, con Estudiantes de La Plata, la cosa no arrancó bien para los de Guardiola, que fueron perdiendo durante buena parte del juego por un gol del pincharrata Mauro Boselli a los 36 minutos. Casi sobre el final, a los 88, el delantero Pedro marcó el agónico gol que condujo al alargue, en el que el duelo fue definido por un gol de Messi. Entonces sí, por primera vez, Barcelona fue campeón mundial.

El mismo grito se repetiría en 2011 en Japón, luego de que Barcelona le ganara en la final del Mundial por un categórico 4-0 al Santos brasileño, que tenía como figura al hoy barcelonista Neymar. Unos meses antes, en la Champions League de la temporada 2010-2011, la cuarta ganada por el club, Barcelona había superado en la final nuevamente a Manchester United de Inglaterra, esta vez 3-1 y en el propio estadio Wembley londinense.

El Barça consiguió la quinta Champions, la que lo clasificó al Mundial de Clubes que se definirá el domingo, en junio de este año, en el Estadio Olímpico de Berlín, donde los goles del croata Rakitic, de Luisito Suárez y de Neymar redondearon el 3-1 con el que los de Luis Enrique dejaron fuera de combate a una Juventus más meritoria y combativa que otra cosa.

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