Con una gran actuación de Nicolás Lodeiro, los xeneizes se impusieron en su estadio por la segunda fecha de la Copa Libertadores. El volante de la selección fue la manija de su equipo, factor fundamental para los goles de Juan Komar y Daniel Osvaldo. El bohemio, que había empatado transitoriamente con el tanto de Diego Riolfo, no jugó mal y se defendió bien, pero le faltó la mitad del libreto: su típica creación.
Wanderers entró con Leonardo Burián en el arco; Alex Silva, Paulo Lima, Gastón Bueno y Maxi Olivera en la defensa; Jonathan Rodríguez y Santiago Martínez de doble cinco; por delante, Nicolás Albarracín, Diego Riolfo y Gastón Rodríguez; y arriba, Joaquín Verges. Con la mentalidad de toque habitual, quiso pero no pudo, porque desde el primer tiempo Boca mostró sus intenciones. Presionó desde la salida del bohemio, y eso dificultó el funcionamiento de Wanderers y aisló de todo juego a Verges, que se convirtió en un solitario delantero. Aplicados a un orden escalonado, los argentinos se hacían rápido de la pelota, y con la movilidad de Lodeiro y Fernando Gago empezaron a inquietar el arco de Burián. La primera fue de Nico, con una palomita que se fue apenas. La segunda la tuvo Osvaldo y tapó bien el Cachorro. La tercera fue la vencida: centro perfecto de Lodeiro y Komar -que ingresó por la lesión de Burdisso- la mandó a guardar.
Soñada fue la jugada siguiente. Riolfo sacó del centro de la cancha después del gol y vio el camino. Los defensores bosteros se quedaron colgados del grito de su hinchada: “Es para vos, es para vos...” y Diego tiró la pared con Gastón. Devolución de éste y golpe seco de Riolfo para el 1-1. Todos mudos. Con el partido parejo, Osvaldo anticipó y ganó de cabeza para meter el 2-1 de Boca.
En la segunda mitad el partido varió en intensidad pero no en orientación. El xeneize siguió controlando las acciones, pero con un juego mucho más pensativo y sin arriesgar. Lo que sí mantuvo fueron los movimientos en bloque por todo el terreno, que constituyeron el factor determinante para que Wanderers no se encontrara siquiera con los piques cruzados de Leandro Reymundez.