Durante el fin de semana fue el grueso de los partidos por el campeonato mundial, y en la jornada de ayer dábamos como información la clasificación de Uruguay a cuartos de final. La selección celeste que dirige el floridense Pablo de Palleja hizo saltar la banca en el grupo A, dejó afuera a Brasil tras vencerlo 2-1 en el cierre de la serie, y se metió primero por encima de Bielorrusia, los locales y quienes además son los actuales campeones europeos.
Como la propia dinámica del fútbol en gimnasio cerrado, la pelota no espera, y hoy se jugarán los cuatro partidos rumbo a las semifinales. Los nuestros serán los primeros en jugar. Será en el Palacio del Deporte de la ciudad de Minsk, desde las 12.30 de Uruguay y ante Bélgica, segundo del grupo B. A continuación la doble jornada en esa cancha se cerrará con un partidazo: Bielorrusia ante Paraguay, primero de la serie B y de los mejores del mundo en este deporte. Por otro lado, en el complejo deportivo Victoria, de la ciudad de Brest, se desarrollarán los otros dos encuentros. A las 13.00 de nuestros relojes van Colombia ante Rusia, mientras que a continuación lo harán Argentina y República Checa. De pasar a semifinales, Uruguay se medirá ante el ganador de la eliminatoria entre colombianos, actuales campeones del mundo, y rusos, partido que será el viernes. Un día después será la final.
Méritos y merecimientos
Sudamérica manda en fútbol de salón. De los diez mundiales que se han jugado nueve títulos han quedado en estos lares: Paraguay tiene 3, Colombia y Brasil 2, Argentina 1; sólo Portugal ha festejado un campeonato sin pertenecer a esta parte del globo. De ahí que no sorprende tanto que, mirando el cuadro de cuartos de final del actual torneo en Bielorrusia, haya mayoría de sudamericanos en la definición.
Uruguay viajó al mundial como invitado por ser el que creó este deporte y sus reglas. Un convidado de piedra hasta el momento. El plantel está compuesto por Rodrigo Giménez (Solís de Pando), Leonardo Triunfo, Marcio Gentil (el goleador del torneo con 7), Carlos Bruschini (los tres de Urupán de Pando), Pedro Oholeguy (La Amistad de Pinamar), Gonzalo López, Esteban Lorier, Diego Martínez (todos de Independencia de Florida), Mauricio Gianechini (Los Abstemios de Mercedes), Fabricio Santos, Elio Hernández (ambos de JAVE de Treinta y Tres) y Sebastián Eguren (La Amistad).
El mejor resultado que ha tenido una selección uruguaya por mundiales de fútbol de salón fue el vicecampeonato en la copa de 1997, disputada en México. La final fue derrota 4-0 ante Venezuela. La celeste también suma dos terceros puestos, uno en Brasil 1982 y otro en Argentina 1994.
Historia nuestra
El fútbol de salón, también llamado futsal, fue creado por el profesor Juan Carlos Ceriani en 1930, en la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ). La idea no fue otra que dar más alternativas al fútbol en cancha grande, que vivía su mejor momento en el país campeón del mundo. Se difundió en forma rápida y en poco tiempo casi todos los gimnasios del país movían la pelota en clave de gol, muchas veces desplazando el básquetbol y el vóleibol. Dar alternativas, de eso se trataba.
El tiempo de institucionalización de este deporte fue bastante largo: 25 años, desde su creación y hasta que en Brasil se formara la primera federación, en 1955. Diez años después se fundó la Federación Uruguaya de Fútbol de Salón (FUdeFS) y ya en 1969 se conformó la Confederación Sudamericana de Fútbol de Salón. Dos años después un señor llamado João Havelange, “buscando” ideas en su incipiente escalada hacia el poder del mundo hecho pelota, creó en su país la Federación Internacional de Fútbol de Salón. No estaría nada mal si sólo lo analizáramos desde ópticas formalizadas o institucionalizadas, pero lo que pasó es que se adueñaron de las reglas, como si el derecho de autor no existiera ni (mucho peor) se reconociera. En 1985 el mismo señor, ya desde su sillón de gordo de la FIFA, preparaba el aparato dominador del fútbol con el fin de que todas las instituciones del salonismo pasaran a integrarlo. Con lo que, aparte del hurto de reglas, también se quiso quedar con el nombre del deporte, fútbol de salón, y su contracción, futsal. Es que ya lo predijo el Mago Carlos Gardel cuando cantó “Por ser bueno /me pusiste a la miseria /me dejaste en la palmera /me afanaste hasta el color.” A aquel plagio Havelange le puso nombre: fútbol 5.
La AMF nunca cedió ante FIFA, en 1989 le dio el portazo definitivo a las negociaciones y sus rumbos se separarían. Antes, el intento de FIFA fue asegurarse que sus asociaciones afiliadas reclamaran formalmente que donde existieran asociaciones de fútbol de salón se reconocieran sus independencias (jurídica, técnica y deportiva) para torneos locales, pero para competencias internacionales deberían utilizar la afiliada a FIFA. Ahí se armó el lío y la confusión en el público entre futbol de salón, futsal y fútbol sala (éste es el único nombre que debe, aunque es un “debería”, usar FIFA).
Esto acá, eso allá
Las reglas de juego entre el fútbol de salón o futsal (el de la FUdeFS) con el fútbol sala (el de FIFA, vale aclararlo) tienen algunas diferencias entre sí. Empezando por la pelota, es visiblemente más chica y pesada la de futsal, 60 centímetros de circunferencia y 450 gramos de peso. La forma de darle vida también es distinta y, mientras en el fútbol sala la reanudación del juego desde los saques de esquina o del lateral son con el pie, en el de salón se efectúan con las manos.
Cuando el arquero saca desde el arco en el fútbol de salón siempre lo debe hacer con las manos y no podrá pasar los límites de la mitad de la cancha; además, una vez jugado, el equipo tendrá 15 segundos para pasar la mitad del terreno o corre riesgo de ser sancionado con una falta a favor del equipo contrario. Las faltas se van acumulando, igual que en el básquetbol, pero tienen tratamiento diferente: en el fútbol sala se patea desde donde se cometió la infracción y en el de salón la reanudación es desde el lateral más cercano a ésta.
Con el tarjetero siguen dándose las disimilitudes. El fútbol sala tiene amarilla y roja, pero el fútbol de salón agrega una tercera tarjeta que es azul. Significa descalificación para el jugador, que debe abandonar la cancha pudiendo ser sustituido por otro de la plantilla.
Otras instancias de juego, como la posición de la barrera y la distancia con el balón, el tiempo de espera para hacer cambios o reponer futbolistas tras una expulsión, o las formas de reanudar el juego, también tienen sus particularidades según la disciplina.