Conchanegradelalora. Hace rato que te estoy esperando y no venís. Todos, Andrés, Gonza, Juan, yo, estamos esperando que vengas medio encorvado y de pesado, hablando de cayetano pero sin taparte la boca como hacen estos maulas de ahora, y nos digas lo que ya todos vimos, nos carpetees con que vos al guacho lo conocías de hace años, como nos decías que habías empezado con el Facebook casi antes que Zuckerberg y que, a pesar del delay, goces con todos nosotros al encontrar otra vez en la mochila de la vida ese gol que nos mueve y nos sacude.
Bo, te estoy provocando para que nos vengas a preguntar quién escribió “la conchanegradelalora”, porque así no se escribe, que va separado, que no se entiende, que a quién estamos mandando a la conchanegradelalora.
Dale, Negro, no jodas. Estamos esperando que vengas a decirnos que la carrera del Pelo Santos se parece a la del Ñato Ghiggia, que el grone brasileño se acordó de Barbosa y se fue contra el palo y, por eso, no tapó el otro palo y la guinda se pudrió en las redes. Y Uruguay nomá, Uruguay nomá.
Bo, Negro Maidana, no rompas la pelotas. Decinos que este balurdo tuyo con la fea es una joda, que ya vas a venir y te vas a cagar de risa de nosotros por mariquitas, por cómo te lloramos, por cómo anticipamos con la tristeza de la derrota permanente tu ausencia, la ausencia de tus cuentos, de tu pesuca.
Ya está, Osvaldo Maidana. O te aparecés ahora mismo con tus Ray-Ban de Hawaii 5 Cerro como techitos verdes de tus bigotazos, con tu gamulán del Once, tus botines lustraditos y tu cartera en bandolera, o nos vamos a quedar paralizados como Barbosa y todos los maracanaces del mundo.
Laconchanegradelaloraparcademierda. Otra vez ganaste vos, pero si te llegás a arrimar de nuevo por acá, te juro que te vamos a correr con todos los cuentos de Cerro, de los fierros, de las comilonas y todo lo que el Negro nos banque.
Muerte, ya nos lo contó el Negro Maidana: vos corrés.