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Nahitan Nández, de Peñarol, festeja un gol a Sud América, ayer, en el estadio Centenario. Foto: Federico Gutiérrez

A la carrera

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Peñarol goleó a Sud América y quedó a dos puntos de Defensor y Nacional, líderes del Apertura.

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Ocurrió lo que pasaría si se deja la consola del videojuego simulando un Peñarol-Sud América. Con Diego Forlán, Marcelo Zalayeta y Diego Ifrán en la delantera, ya hay una diferencia de dos o tres goles con respecto a uno de los elencos que difícilmente los programadores hayan tenido en cuenta para definir el campeonato. De todos modos, por momentos parecía que los controles de la IASA estaban en manos de un gamer con el talento suficiente como para equilibrar las diferencias, y hasta llegar a herir a un rival, en teoría, muy superior.

Pero está claro que es muy diferente a un juego de consola. En los hechos, cumplidas cinco fechas del Apertura, recién es el primer partido en el que el peso ofensivo de Peñarol, el de titulares y suplentes, rinde colectivamente al nivel que cabe esperar cuando se leen los nombres. En otro nivel estuvo, sin embargo, la defensa, fundamentalmente cuando le llegaban pelotas lanzadas a distancia, tanto frontales como cruzadas. El resto estuvo conectado, al menos cuando se caminaba hacia el área rival. Matías Aguirregaray y Diogo Silvestre, por sus características, ocuparon los espacios de generación cerca de las líneas laterales, permitiendo que los tres volantes (Nahitan Nández, Sebastián Píriz y Luis Aguiar) no tuvieran entre ellos demasiada distancia. A eso se agrega que Forlán siempre se acercó algunos metros, lo que también hizo Zalayeta, aunque no tanto, en los 55 minutos que estuvo en el terreno de juego.

De una pelota que cruzó media cancha vino el primer gol. Lejos aún del área, Ifrán se la alcanzó de cabeza a Zalayeta y se corrió hacia el centro para tomarla nuevamente. Aprovechó que dos defensas se quedaron con su compañero, corrió entonces algunos metros y abrió el juego hacia la izquierda; por allí venía Forlán. Le pegó de primera, de zurda, cruzando el balón al ras del piso, desde el vértice del área mayor al palo opuesto. A partir de eso, del 1-0, Peñarol generó más, y pudo aumentar. Por su parte, la IASA, ayer vestida de celeste con una franja naranja y en contraste el rostro de Alcides Edgardo Ghiggia, logró llegar al área adversaria, pero, salvo una oportunidad, no consiguió generar situaciones claras de gol.

En el segundo tiempo, el punto de inflexión a favor de los carboneros se dio, paradójicamente, durante el clímax buzón. Después de dos llegadas con peligro al arco de Gastón Guruceaga, Nicolás Royón consiguió desparramar a un rival y llegar al área con la pelota controlada. Lo derribó Carlos Valdez y él mismo se encargó de tirar el penal, pero lo atajó Guruceaga con el pie. Aunque pretendió seguir al ritmo que venía, un centro medido de Forlán le permitió a Nández definir de una manera similar a la que su compañero, hace más de cinco años, definió ante Alemania en el Mundial sudafricano tras un centro de Egidio Arévalo Ríos: volea, piso y gol. A esa altura, Peñarol ya no tenía a Zalayeta. Parece cambio cantado ya, porque por él entró el argentino Carlos Luque, que otra vez aportó. Pese al 2-0 y al impacto anímico del gol de Nández en el mejor momento de Sud América, era notorio que el partido no estaba cerrado. Los problemas de Valdez y Emilio MacEachen para aguantar a Royón y Gastón Colman, y los espacios que encontraban Ángel Luna y Fernando Arismendi para sumarse a ellos, eran como ver la tormenta en el horizonte cuando todavía se está bajo cielo despejado: en algún momento puede llegar. Y llegó, nomás, esta vez con tiro de Colman y leve desvío en Arismendi, que venía levantándose tras pelear la pelota con Valdez y Diogo. 2-1, por más que Peñarol era el que llegaba más y con mayor riesgo, era sólo un gol de diferencia.

Apenas cinco minutos duró la incertidumbre. Un despeje y rebote por el sector izquierdo defensivo entre jugadores de la propia IASA terminó habilitando a Luque frente al palo derecho para marcar el 3-1 y, entonces sí, recuperar la confianza y el oxígeno. A ello se agregó que la cancha se agrandó porque por agarrón de Adrián Argachá y rezongo de Nicolás Albarracín ambos se fueron expulsados. Aunque Peñarol podría haber hecho dos o tres más, sólo hizo uno. Fue de Cristian Palacios, en el minuto 89.

Ganó Peñarol, de una manera similar a la que cabía esperar cuando aún no había arrancado el campeonato, pero que este mismo equipo se encargó de desdibujar como posibilidad sólida a medida que fue avanzando en el Apertura.

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