Con un juego y una efectividad que hicieron recordar al primer River Plate de Juan Ramón Carrasco, ayer el darsenero consiguió ganar un partido que en la previa lo tenía de punto. Bruno Montelongo, Michael Santos, Martín Alaniz y Santiago García fueron los goleadores del encuentro. Peñarol, que ansiaba ganar para ser puntero, no jugó bien ni aprovechó las oportunidades de gol que tuvo. Mientras que el equipo de Juan Ramón Carrasco fue una de las excepciones que confirmaron la regla de la fecha de los empates -el otro ganador de la etapa fue Cerro-, el aurinegro quedó con el sabor seco del olvido al no alcanzar la cima de la tabla.
En la batalla táctica, River Plate se propuso atacar bien abierto por las bandas. Fue una idea lógica y práctica, porque los laterales de Peñarol suben permanentemente y suelen dejar espacios atrás. Alaniz, bien abierto por la izquierda, y Santos, trillando la derecha, fueron los abanderados de llevar el peligro al área aurinegra. Mientras el equipo de Pablo Bengoechea se preguntaba qué quería hacer en la cancha cuando tenía la pelota, los de Carrasco no desaprovechaban las oportunidades para correr. Fue quizá en el mejor momento de Peñarol, cuando Diego Forlán y Carlos Aguiar se empezaban a asociar transitando la mitad del primer tiempo, cuando surgieron las buenas intervenciones del arquero riverplatense Nicola Pérez. Un cabezazo de Diego Ifrán, un anticipo a Marcelo Zalayeta, una volada impecable contra su palo izquierdo tras un tiro de Forlán bien ejecutado desde lejos, más un par de centros sacados a puño limpio, fueron las acciones del uno darsenero que garantizaron el cero en esa etapa de partido. Fue también en ese mejor lapso carbonero que se iluminó Montelongo: recibió de Alaniz, entró rápidamente en el área con la bola dominada y cuando quedó de frente a Gastón Guruceaga lo dribleó y definió con el arco vacío. Golazo.
Peñarol mostró su cambio de intenciones de inmediato en el arranque del segundo tiempo, con el ingreso del argentino Carlos Luque por Sebastián Píriz. Iban dos minutos del complemento y la hinchada aurinegra gritó “gol” cuando el tiro de Aguiar besó la red, pero fue del lado de afuera; cuestión de ópticas, también, porque fue Nicola Pérez el que, una vez más, la mandó afuera. Además de ésa, Peñarol tuvo algún que otro coqueteo cerca del área de River, pero nunca fueron besos. Para colmo de males, el darsenero encontró campo para correr luego de que Peñarol quedara expuesto tras una pelota detenida a su favor y puso el 2-0. De ahí en más, el aluvión fue rojiblanco. Los demás goles cayeron en seguidilla, uno con combinación perfecta y el restante de penal.
Fue un triunfo sin atenuantes para el darsenero, motivante además, porque el equipo de Carrasco no venía bien. Para Peñarol, que soñaba con ganar para quedar primero, la punta del Apertura fue la carta que nunca llegó.
El otro Morro
Con Guillermo Almada hacía trompa porque le tocaba jugar poco. El ex entrenador darsenero prefería otros hombres para cubrir la zona ofensiva de su equipo, entonces el Morro Santiago García iba al banco y se lo veía poco. Jugaba pocos minutos y sus goles parecían ser de otros domingos con nostalgias. Ayer, junto con Nicola Pérez y Bruno Montelongo, fue fundamental para la victoria de River Plate.
Ya llegaba al Centenario con un buen bagaje de goles, y con el que hizo ayer alcanzó a Iván Alonso como goleador del Apertura, con cinco anotaciones. Preferentemente por el medio, aunque en algunos momentos se volcó hacia la derecha, el Morro hizo un partido notable. Habilitó a sus compañeros, generó espacios para que se metieran por el medio -como en el gol de Montelongo-, corrió como las primeras veces cuando se le presentaron contragolpes. Además, el centrodelantero fue importante defendiendo la pelota cuando Peñarol tuvo tiros libres a favor. Con todo, el Morro fue la punta invisible de un tridente de ataque que rememoró las viejas épocas de Juan Ramón y plasmó de forma efectiva el tiquitiqui y los goles.