El mejor argumento que define un 1-0 es el gol. Gustavo Aprile estaba parado al borde del área grande, a la espera de la segunda pelota, tras un córner a favor de Liverpool. En el lugar que indican los manuales: cerca de la media luna. Y la pelota, luego de un despeje a medias, le quedó a pedir de su pierna zurda. El volante negriazul sacó un tiro rasante y potente, cruzado, imposible para Fabián Carini. Fue el único gol, el que saldó el parejo duelo que Liverpool y Juventud jugaron el sábado en Belvedere. Es la explicación de un resultado que dejó al equipo de Mario Saralegui prendido entre los de arriba.
Junto a Nicolás de la Cruz, siempre incisivo, Aprile fue uno de los mejores jugadores de Liverpool. Más allá del gol, el mediocampista cumplió una buena tarea tanto en la marca como en el armado. Empezó jugando por donde más le gusta, de volante por la izquierda, y terminó haciéndolo en el doble-cinco junto a Gonzalo Freitas, señal de que su versatilidad es importante en la táctica negriazul. Pero hubo otro factor determinante en la victoria de Liverpool: Guillermo de Amores, su arquero.
Juventud no fue menos. Los pedrenses hicieron un buen partido sostenido en sus convicciones: una sólida defensa -por algo es la menos vencida del campeonato- y un mediocampo ordenado a la hora de conectar defensa con ataque -por lo general, con transiciones ordenadas y tratando de no perder el equilibrio-.
Con el partido igualado, tanto Delis Vargas como Luciano Isola tuvieron chances de convertir para Juventud, pero se encontraron con De Amores. El arquero negriazul tapó ambas pelotas -la primera a puro reflejo, la segunda achicándole el arco en el mano a mano con Isola- y salvó a los suyos. No aplica para todos los casos ni sirve como regla rígida, pero aquello de que “no hay mejor ataque que una buena defensa” también fue parte del premio negriazul.
La del sábado fue la segunda victoria consecutiva de Liverpool, que llega a tres partidos sin perder y se entusiasma en los puestos de vanguardia, en un momento del Uruguayo Especial en que el que pretenda pelear por el campeonato o por clasificarse a la Copa Sudamericana no debe dejar (casi) nada en el camino.