Hay veces que lo que importa no es el cómo sino el cuándo. Por no decir que, si el cuándo es justo en la hora, son 3 puntos y a cobrar. En los descuentos. Así le ganó Liverpool 2-1 a Wanderers el sábado, triunfo que le aseguró el tercer lugar, detrás de Nacional y Danubio. En una de las últimas acciones del partido, como lo habían hecho cada vez que pudieron, se juntaron Federico Martínez y Nicolás de la Cruz y fueron verticales. Armaron una ofensiva rápida y De la Cruz decidió resolver la jugada con una de potrero. Luego de dejar la marca en el camino, tiró, atajó Leonardo Burián, pero en el rebote apareció Gustavo Aprile para cruzarla de zurda y poner el 2-1 definitivo.
Esa forma de ofender, vertical, rápida, con contragolpes a cancha abierta, fue la fórmula con la que Liverpool decidió pararse ante su rival de turno. Lógica e inteligente, porque por propuesta la pelota y la posesión fueron de Wanderers. Y le rindió al negriazul. A tal punto que el primer gol del partido, convertido por Jhonatan Candia a los 26, fue similar: equivocación del bohemio en los pases, el propio Candia que la recupera y se va a la carrera, definiendo el mano a mano con Burián dejándolo en el camino y pateando al arco vacío. Wanderers tuvo su momento entre el final del primer tiempo y el inicio del segundo. Logró empatar a los 34 con una jugada individual de Matías Santos y podría haber ampliado diferencias, pero ni Sergio Blanco ni Manuel Castro estuvieron finos en la definición. Como siempre, el bohemio controló pelota y espacios. Se paró bien adelante armando el fútbol desde atrás, con Matías Santos metido entre sus defensas para hacer de primer tejedor. Si bien el armado del juego fue la parte que le salió, Wanderers no logró transformar la sensación de un juego superior a su rival en goles. Y el gol, cuento conocido, es lo que define los partidos.
El cómo y el cuándo son apenas detalles de la historia.