“Si finalmente me alejan de mi cargo, voy a resistir el golpe de Estado junto con los ciudadanos que me apoyan a mí y a las instituciones. Nos juntamos mañana en casa. Mi marido va a ver el partido de fútbol en el living, pero seguramente en la cocina entremos todos”, aseguró la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, en su comparecencia ante el Senado en el marco del juicio político al que está siendo sometida. Es que las manifestaciones de respaldo a la actual presidenta, que fue alejada del cargo en forma provisoria hasta que se decida su situación, concentraron a varios miles de personas, pero estuvieron bastante lejos, en materia de convocatoria, de las que se habían hecho para pedir su destitución.
A pesar de que 60 de los 81 integrantes de la cámara ya anunciaron que votarán a favor de la destitución, un número más que suficiente, en el oficialista Partido de los Trabajadores (PT) creen que aún puede haber una “vuelta de tuerca” en el juicio político. “Hay decenas de senadores que están dispuestos a cambiar su voto por algunos millones de dólares”, aseguró un integrante de la bancada oficialista.
En la interna del PT apuestan a que las investigaciones por corrupción que involucran a la mayoría de los legisladores del país norteño los esté dejando sin su principal fuente de ingresos, que consiste en las coimas que reciben de parte de privados que contratan con el Estado. “Si quieren mantener su estilo de vida van a tener que aceptar dinero de otro lado. Además, la recesión está afectando seriamente el clima de negocios, uno de los factores que más influyen en el clima de coimas”, explicó el legislador. En una línea similar se manifestó un asesor del ex presidente Lula da Silva. “Hoy por hoy, no hay ningún Mundial de fútbol ni Juegos Olímpicos por delante. La situación del corrupto en Brasil es muy difícil, por no decir desesperante. Frente a esta coyuntura, no sería raro que despertara en ellos su conciencia republicana”, aseguró.