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Rodrigo Aguirre, de Nacional, al final del partido con Danubio, anoche, en el Gran Parque Central. Foto: Andrés Cuenca

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Supo cómo y tuvo con qué. Nacional terminó el primer tiempo 1-0 abajo pero se recuperó en el segundo tiempo con las variantes que fue introduciendo Martín Lasarte: Rodrigo Aguirre y Martín Ligüera, que se sumaron al ritmo de Kevin Ramírez.

La oncena tricolor, que presentó como única variante la inclusión de Alfonso Espino por el colombiano Sergio Otálvaro respecto de la primera fecha, y los problemas con las entradas (iban varios minutos de juego y en Fútbol & Cía contaban que una larga cola de personas esperaban por entrar aún), le regalaron un déjà vu del fin de semana anterior a un partido que de arranque anunció que iba a ser intenso: no se había completado el primer minuto de juego cuando la reseña podía integrar un ataque de Danubio y una jugada clara a favor de Nacional. E intensos fueron los diez primeros minutos, pero imprecisos. Fue el momento parejo del encuentro, porque de ahí en más, independientemente de los devenires del marcador, el dominio fue casi siempre tricolor. Danubio tuvo que gastar energías más que nada para romper lo que iba construyendo Nacional, o más bien lo que intentaba construir, porque si bien sacaba diferencias en la posesión, las distancias se daban allí, en la posesión, y en no mucho más que eso. Apenas pueden señalarse dos o tres llegadas con oxígeno al área del visitante. Las más claras: una de Kevin Ramírez en que la pelota terminó cruzando el área chica, y más tarde una salida rápida que terminó con Espino definiendo como pudo y como supo, sin hacer mucho más que acercarle la pelota al arquero Federico Cristóforo. Nacional estaba definido en un 4-4- 2, pero con las variantes preestablecidas (Ramírez que baja y presiona, y Sebastián Fernández y Brian Lozano que parecen más delanteros que volantes), mientras que Danubio pasó, según las circunstancias, de un 3-5-2 a un 5-3-2, e incluso a veces a un 4-4-2. Sólo algo tenían de similares los dibujos: dos delanteros, con un punta absoluto (Hugo Silveira en Nacional y Juan Manuel Olivera en Danubio) y un compañero con mayor movilidad (Ramírez y Jonathan dos Santos, respectivamente), tanto atacando como cumpliendo con la presión en la zona de volantes.

Pero más allá de los merecimientos, el primer gol lo consiguió Danubio. Fue gracias a una falta al borde del área que Rafa García cometió antes de los 40 minutos pero fue ejecutada después de los 42, tras interminables discusiones y dos amarillas por la distancia de la barrera. El encargado del tiro libre fue el zurdo Lucas Olaza, que metió la pelota en el palo derecho de Conde. El golero alcanzó a tocarla, pero sólo eso. Después se complicó el partido. A los 45 Kevin Ramírez no devolvió una pelota tras una suelta neutral, corrió, se escapó, y lo talaron al borde del área. En el suelo le acercaron el reclamo que derivó en escaramuza y dos expulsiones: Agustín Peña en Danubio y Gonzalo Porras en Nacional. En el tiro libre fue resarcida la gentileza obviada, pero ya nada fue lo mismo. Como el plato que se rompe; aunque se pegue, ya no es aquel plato. Quedó en evidencia incluso cuando Fedorczuk marcó el final del primer tiempo con no más de dos o tres minutos de descuento cuando desde el minuto 40 no se jugó mucho más que uno.

Para el segundo tiempo Lasarte sacrificó a Lozano para mandar a la cancha a Sebastián Rodríguez. Nacional continuaba teniendo la pelota, Danubio tenía a favor la diferencia y el espacio de un partido en el que ya no jugaban 22 sino 20. Pablo Rodríguez mandó a Grossmüller por Nachito González y Lasarte a Rodrigo Aguirre por Sebastián Fernández y después a Ligüera por Fucile.

El empate llegó con una pelota larga de Ligüera a Kevin Ramírez. Este sirvió hacia atrás para que Aguirre fusilara a un golero que le salió a achicar el arco como un zaguero más. Ramírez, que desequilibraba, pasó a ser incontrolable. Volvió a dejar solo a Aguirre, aunque en la que parecía la repetición del primer gol le sacaron la pelota de la línea. Las llegadas de Nacional se sucedían. Ligüera, que también fue clave para la remontada, se cayó en un mano a mano cuando Sebastián Rodríguez lo dejó solo frente a Cristóforo. Pero sobre los 82 minutos llegó el segundo. La jugada nació con una pelota que Kevin Ramírez robó para habilitar a Hugo Silveira. El ex Cerro recibió y trasladó unos metros y, pese a que la escena era propicia para definir, abrió el camino para que Rodrigo Aguirre solo, con poco ángulo pero solo, marcara el 2-1.

Pero hubo más llegadas, aunque no fueron goles. En una, Ramírez hizo muy bien de Ligüera, pero Ligüera no lo hizo ni como Ramírez, ni como Silveira ni como el propio Ligüera, resolviendo más fuerte que preciso. Danubio intentó reaccionar, pero siempre se quedó corto, porque la mayoría de las veces Juan Manuel Olivera terminó condenado a pelear casi en solitario.

Nacional terminó ganando un partido que supo ir perdiendo, pero que más supo cómo ganar. Claro: tuvo con qué.

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