Lejos de su mejor versión, Wanderers cayó ayer 2-0 con The Strongest, de Bolivia, en el partido de ida por la segunda fase de la Copa Libertadores jugado sobre el final de la tarde en el estadio Centenario. El resultado de ayer es casi lapidario para las aspiraciones bohemias, teniendo en cuenta que la revancha se jugará el jueves en el estadio Hernando Siles de la siempre temible La Paz.
Lo que sucedió en el arranque del partido fue determinante para su definición. Como si fuera la pelota de tenis recorriendo el fleje en Match Point, la notable película de Woody Allen: a los ocho minutos no le cobraron un penal a favor a Wanderers, luego de que un defensa boliviano calculara mal, muy mal su cabezazo y la pelota le diera de lleno en su brazo izquierdo. No hubo nada para el árbitro: salió la jugada mansa en los pies de los bolivianos, cruzaron la mitad de la cancha, la agarró el que sabe, Pablo Escobar, y orquestó la jugada. Abrió a la izquierda para Agustín Jara, este tiró el centro al medio del área chica, no la sacaron los defensas, Martín Rodríguez voló pero la tocó y la dejó corta, y Alejandro Chumacero estaba al lado para tocarla y poner el 1-0.
Un poco entusiasmado por el resultado, pero mucho más por su planificación estratégica, The Strongest se paró largo, presionó la salida por los laterales de Wanderers y tapó a los generadores de fútbol, Matías Santos e Ignacio González. Eso le costó mucha movilidad al bohemio. Lo dejó anudado. Tanto que, más allá de algún centro esporádico con intenciones, recién a los 38 Wanderers elaboró una jugada digna de su forma. Pase de primera de Nacho González a Sergio Blanco, Chapita también se la lanzó de primera a Manuel Castro, pero justo en el mano a mano, el arquero Daniel Vaca se pudo hacer con la pelota.
A la contra. Así remató el partido el tigre boliviano. Una postura lógica, porque los uruguayos dejaron espacios atrás en busca del empate, y efectiva, porque a la primera corrida que tuvieron metieron el 2-0. La pensó Escobar -cuándo no-, habilitó a Chumacero, que se fue como puntero derecho, miró la entrada de Matías Alonso, lanzó el centro fuerte y el delantero uruguayo cabeceó a quemarropa para mandarla a guardar. Si bien los cambios le dieron un poco de entusiasmo a Wanderers, no se aproximó con peligro al arco boliviano. Como se dijo en el arranque de la nota, el resultado es feísimo para el bohemio, que deberá subir a La Paz con la obligación de hacer un partido sin errores y de tener por lo menos dos goles de diferencia a su favor para clasificarse.
La tarea, como mínimo, será difícil.