Si el Franzini fuera un hipódromo, Plaza Colonia habría sido, antes de la carrera, el caballo que paga más. La semivacía tribuna visitante permitía contar a los apostadores desafiantes del favoritismo violeta. Alguno debe haber roto su boleto luego del grueso error que posibilitó la tempranera apertura fusionada. Pero una sorpresiva reacción coloniense dio vuelta el partido en el arranque del segundo tiempo. Se consolidó cuando los patas blancas alcanzaron el definitivo 3-1. Se festejó en la ruta 1 y, de paso, en los accesos. Es que la caída de Defensor Sporting ayudó a Cerro a quedar como único líder.
Plaza no había ganado en lo que iba de una temporada que hasta ayer lo tuvo último en el Apertura y que aún lo mantiene en la ingrata condición de colista del descenso. Para colmo, en la víspera presentó a su tercer técnico en lo que va del campeonato: dirigió interinamente el gerenciador Roberto Chiqui García, ya que su par Carlos Manta fue expulsado cuando cumplía la misma función, una semana antes, después del cese de Leonel Rocco. Hoy comienza a trabajar el cuarto entrenador: Edgardo Arias toma un plantel crecido tras un espaldarazo obtenido ante un rival que hace apenas horas tenía todo con lo que Plaza soñaba. Defensor era líder, bancaba bien la doble actividad y, partido a partido, estiraba un invicto con raíz en el año pasado. Ya no.
El delantero Federico Castellanos fue clave en la rebelión. Concentró dos goles colonienses en ocho minutos. A los 47 definió luego de recibir un pase hacia atrás. A los 55 minutos aprovechó con maestría una desinteligencia y pinchó la pelota desde lejos, por encima del arquero Guillermo Reyes. Al final, declaró en Fútbol & compañía que los futbolistas de Defensor jugaron en “puntas de pie” mientras estuvieron en ventaja. Una manera de decir que el rival se confió. El primer tiempo sembró esa sensación.
Defensor hizo poco luego de encontrar el gol de Maximiliano Gómez, que a los 15 minutos mantuvo su racha tras aprovechar un toque fallido del zaguero patablanca Sebastián Díaz. Un buen rato después, Carlos Benavídez erró desde una posición favorable. Bien temprano, Matías Cabrera hizo revolcar al arquero Nicolás Guirín con un tiro bajo.
Pero las tres llegadas y hasta la intención de jugar de primera dejaron sabor a poco a la luz de la liviandad del Plaza inicial. El que vino después fue bien distinto. Como si Manta hubiera repetido aquella célebre arenga que realizó cuando dirigía a Tacuarembó, los colonienses crecieron tras el empate sacado del mismísimo túnel. Se animaron a tocar y a profundizar, con asociaciones entre Castellanos, Federico Puppo y Facundo Waller. Se defendieron con fiereza guiados por el empuje de Baltasar Silva, que venía de un buen primer tiempo. Puppo marcó el tercero ante un Defensor distraído, que depositaba la contención del medio en Benavídez para invertir en ingresos ofensivos, como los de Facundo Castro y Gonzalo Carneiro. Pero ni ellos ni los titulares ni los zagueros que se tiraron arriba cambiaron el panorama. Poco antes de irse expulsado, Carneiro tuvo la más clara mientras se podía soñar. Guirín le negó el descuento bajo el arco y recibió merecidos refuerzos defensivos que sacaron el partido de su área, con solidez para neutralizar centros asociados a un fútbol aplicado pero ineficaz. Así se despidió Defensor. Disimulando la desesperación, pero no la derrota.