Que locura, muchacho, que locura. El básquetbol debería tener algún convenio con la cardiología nacional. Te juro que hasta le erro a algún teclazo porque el bobo se me hamaca para aquí y para allá, y no me deja escribir. Ganó Hebraica, que, como todos, juega para eso, y en este caso para ser campeón; perdió Aguada, que la había peleado y remado todo el tiempo, tanto que fue ganando más de 35 minutos, pero se le escapó al final. Al final del partido, cuando lo alcanzaron, y al final del juego, cuando el Tallarín Izaguirre la mandó a guardar cuando ya casi no había tiempo para nada.
Poco creíble, pero muy verosímil, porque nuestro deporte de competencia tiene estas cosas, y sobre todo cuando hay colectivos de jerarquía, como Hebraica, que tuvo temple como para dar vuelta la cosa y ahora quedar a un partido del título, dado que quedó 3-1, y el campeón será el primero que alcance las cuatro victorias. El lunes será el quinto juego y allí Aguada defenderá su chance, mientras que Macabi intentará cortar las redes.
Ni me lo recuerdes
Dos ataques, dos triples de Hebraica fueron el primer tinguiñazo en la oreja que le dio el equipo de Leo Zylberstein a Aguada, que había empezado ganando 2-0. Con 7 puntos de Jeremis Smith, pasó el rojiverde, pero un tercer triple macabeo dejó las cosas 9-7. Cuando estaban 11-9 arriba los rojiverdes, se picó el partido porque le cobraron una antideportiva y un técnico contra Aguada, por lo que pasó a ganar Macabi 14-11. Estaba divino. Una final del más histórico país basquetbolero del Cono Sur. Dejate de locas pasiones de andar mirando a los Cleveland, papá. El básquetbol en mi barrio inmenso, mi pueblo, es este de baranda y boquilla, de corridas y rebotes peleados, de destrezas y esfuerzos. Te juro que estuvo divino el primer cuarto, que al final, con un inmenso triple de ocho metros de Demian Álvarez, terminó ganando con luz Aguada por cinco (25-20).
Fue intenso, porque Aguada así lo hizo y porque Hebraica respondió siempre.
En el segundo cuarto se pusieron a cambiar triples y Aguada logró, por lo menos en tres cambios de marcador, tomar ocho de distancia y mantenerla por lo menos hasta la mitad del segundo cuarto, cambiando gol por gol, maniatando a Leandro García Morales y encontrando goles a la fuerza, no por uso de esta, sino por forzar posibilidades.
Cuando se quedó sin gol y con Smith en veremos por una acción violenta tras una falta, Hebraica se puso a tiro 37-33.
Con menos aciertos pero la misma intensidad (y con la conflictividad en ascenso), el partido fue evolucionando en el tiempo e involucionando en la capacidad de juego hasta que se fueron a los vestuarios con un triunfo rojiverde por 6 puntos.
Quedaba mucho por saber, y esas preguntitas nos las anotábamos inmóviles en el colmado cemento del Palacio Peñarol. ¿Podría Aguada dar sostén a tal ritmo defensivo? ¿Se soltaría Leandro García Morales, que terminó el primer tiempo con apenas 2 puntos y convertidos por sendas faltas técnicas?. Pura tensión, emoción y expectativa en el Palacio.
El último electro
Comenzó goleadísimo el segundo tiempo y Aguada recuperó los 8 de ventaja (50-42). Los aciertos en defensa y ataque del anoche motor macabeo, el panameño Michael Hicks, no alcanzaron para ponerse a tiro sino hasta que apareció LGM y, en una jugada de 3 puntos (su primer gol de cancha más un libre), dejó a Hebraica a 5 (54-49). A esa altura del partido, las variables del juego pasaban por contar las tres faltas de Smith y Curtis -los dos estaban con tres- y los aciertos, una y otra vez, del mercedario Demian Álvarez. Fue por esos minutos que Aguada tomó la máxima de 9 (60-51), pero un 8–0 de Hebraica dejó las cosas casi como al principio: 60-59. Al cierre del primer tiempo, Leandro estableció el empate en 60, pero 2 puntos más de Álvarez y una corrida para Barriola en sus primeros minutos del partido dejaron el marcador 64–60 antes de que empezara la de suspenso de los últimos diez minutos. Los 4 puntos de diferencia significaban que Hebraica había ganado el tercer cuarto por 21–19 con 11 puntos de García Morales, que, sin brillar, fue el que cambió el juego.
Sin Demian, que se quedó en el banco a respirar un poco, ni Smith, que sumaba tres faltas, Aguada se apoyó en su juvenil Pereiras y con tanto esfuerzo como calidad llegó a estirar a 6 la ventaja a los 3 del último cuarto, cuando quedaron 70–64.
Con Diego García, el sustituto natural del Panchi -ausente ayer por su problema muscular-, jugando y haciendo jugar, y cumpliendo un partidazo, los rojiverdes retomaron los 7 puntos (75-68). Otra vez con Demian Álvarez y Smith en la cancha (Curtis al banco), Hebraica pudo ponerse a un doble con un triple a la luna de LGM (75-73). Cuando faltaba poco más de un minuto, Aguada volvió a tener 6 de diferencia, pero García Morales con un desmoralizante triple para quien lo recibió, volvió a poner a Hebraica a tiro 79–76. Cuando faltaban 39 segundos, con libres de Hicks, Aguada quedó a 1 y no había corazón que aguantase, ni que fuese la Semana del Corazón, para hacer masivamente decenas de miles de electros de fuerza. Un doble heroico, casi mágico, de Diego García cuando se acababa la posesión dejó a Aguada 81-78, pero Hebraica de inmediato se puso a un punto. Demian puso un libre para Aguada, pero en los últimos segundos, una conexión panameña de las buenas, Hicks–Lloreda, dejó todo igualado en 82 y activó el alargue.
Y al final...
Después de casi 37 minutos pasó Hebraica con 3 libres de Izaguirre 85-84, y consecutivas pérdidas de pelota aguatera fueron aprovechadas por Hebraica, que se fue 89-85. Pero cuando faltaba un minuto lo volvieron a empatar en 89.
Faltaba el último plato y fue pasta en la marca, donde dejaron solo y apareció el Tallarín. Sebastián Izaguirre lo aseguró y Hebraica consiguió un triunfo determinante para quedar a un solo triunfo del título.
Les dije que esto iba a estar bueno, y así está, buenísimo.
Ta divino esto.