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Los jugadores de Nacional Diego Polenta y Rodrigo Aguirre festejan con el trofeo del Torneo Intermedio, ayer, en el estadio Centenario. Foto: Pablo Vignali

Primera vez

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Un gol del pujante y buscador de oportunidades Rodrigo Aguirre, que aprovechó una buena iniciativa del recién ingresado Kevin Ramírez, marcó la diferencia en la final del Torneo Intermedio disputada en la gélida tarde de ayer en el Centenario. Justo cuando Defensor Sporting comenzaba a ganar el partido por puntos –es decir, por haber hecho méritos mayores que el rival–, ese gol, producto de una elaboración futbolística de calidad que le hizo falta al encuentro en la mayor parte de su desarrollo, dio vuelta el destino y le abrió el camino hacia el título a Nacional, oportunidad que no desaprovechó.

Las lucecitas se prendieron en las tribunas ocupadas por los hinchas de Nacional –Colombes, Olímpica y la mitad de la América– cuando el partido llegaba a su final. Miles de pequeñas luces provenientes de los celulares alentaban el triunfo del equipo dirigido por Martín Lasarte y parecían recordar destellos más brillantes mostrados por el equipo a lo largo del torneo corto y en el Torneo Apertura del que fue su continuidad. Además, hay otra luz muy fuerte que alumbra desde la Tabla Anual, en la que Nacional supera por un punto a Defensor, con una distancia estimable respecto del tercero –Peñarol–, que quedó a diez unidades de Nacional y a nueve de Defensor (el partido final de ayer no puntuaba para esa decisiva tabla).

Justo es decir que Defensor ya no tiene a Maximiliano Gómez –emigrado al Celta español– ni a Gonzalo Carneiro. Ayer, a pesar del empeño y la voluntad que exhibió, extrañó a este último porque padeció la falta de habilitaciones y juego asociado cercano que le permitiera influir. El periodista debe anotar, además, que el equipo dirigido por Eduardo Acevedo no contaba ayer con dos valores firmes, habituales y relevantes –el zaguero Nicolás Correa y el mediocampista Mathías Cardacio–, mientras que al bando opuesto le sobraban los titulares. En el banco de suplentes, sin mencionar a los que entraron en el segundo tiempo, quedó sin participar ¡Martín Ligüera!, y Aguirre fue sacado de los pelos para que Hugo Silveira quedara de relevo.

Primer tiempo casi descartable

Saquemos la “gran Ruben Pereira” que hizo Matías Zunino a los 21 minutos; quitemos los atrayentes empujones de Nacional sobre el arco defensorista en los primeros diez minutos, con lúcida participación de Aguirre entrando por la izquierda, que la defensa complicó primero y salvó después; no contemos, tampoco, el anecdótico gol de Defensor, a los 38’, convertido por el Zorro Gonzalo Bueno cuando el asistente Mauricio Espinosa ya había cobrado posición adelantada. El resto fue desorden, nula elaboración colectiva, mucho esfuerzo, sobre todo defensivo; en eso, estuvo el mérito de las estructuras defensivas, que para algo están. Lasarte lo diría al final del encuentro: “Me llevo la sensación de que no fue un partido muy lindo para ver”. Tiene razón el entrenador tricolor. A lo sumo, sobre esta primera parte cabe anotar que la línea de tres defensiva de Defensor parecía ser insuficiente para contener a los tres delanteros netos que alineó Lasarte. Sin embargo, con cierto retraso mayor del habitual de Carlos Benavídez, el asunto pareció arreglado.

Esa observación no excluye otra casi opuesta. Si Tabaré Viudez hubiera jugado suelto, como un enlace libre, detrás de Aguirre y Sebastián Fernández, ¿no habría tenido mejores alternativas de hacer valer su reconocida habilidad? Y, en ese caso, ¿Fernández no habría tenido mayor movilidad, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda? Capaz que sí, capaz que no, pero era un razonamiento que surgía, empujado por la mediocridad de lo que se estaba viendo en la cancha.

Lo que pareció pasar y lo que pasó

Sin embargo, hay que decir todo o casi todo: sobre los 43 minutos del primer tiempo Defensor hizo, durante un minuto al menos, bonitas jugadas colectivas sobre el cuarto de cancha ofensiva-derecha. Eso que saben hacer y que demostraron muchas veces, incluso en el épico y cercano encuentro con Peñarol, en el que se ganaron la oportunidad de ser finalistas al salvar la flagrante inferioridad numérica que padecieron.

Fue algo brillante y momentáneo, pero sucedió que, al avanzar el segundo tiempo, los violetas comenzaron a prevalecer y a situarse en una posición ofensiva más clara que su rival. Para acentuar eso, Acevedo hizo entrar a Facundo Castro por el disminuido Matías Cabrera –jugó a pesar de haber sufrido una molesta lesión intercostal–, y enseguida, cuando se comprobó que no había condiciones para los largos y veloces desplazamientos de Gonzalo Bueno, lo sustituyó por el zurdo melense Ayrton Cougo. Esas buenas intenciones no tuvieron concreción. Entró Kevin Ramírez y, en menos de cuatro minutos, produjo dos excelentes jugadas, bien abierto por la izquierda; en una de ellas, en la que encontró socios, Aguirre hizo lo que sabe: el gol que sería el de la victoria. Y casi se puede decir que fue fácil hacerlo: el delantero quedó solo, de frente al arco, gracias a la jugada previa de Kevin-Tabaré-Kevin. Justo cuando el rival era el que mejor se mostraba. ¡Esto es fútbol, señores, una maravilla de juego!

Colofón

Nacional se quedó –por ventaja mínima, es cierto– con el primer Torneo Intermedio organizado por la Asociación Uruguaya de Fútbol. Con este título el equipo tricolor obtuvo la clasificación directa a la Copa Sudamericana 2018, en la eventualidad de que no logre clasificarse a la Copa Libertadores 2018, y es el primer finalista de la Súper Copa Uruguaya 2018 que se jugará a partido único el 29 de enero de 2018 (el restante finalista será el Campeón Uruguayo de la Temporada 2017) como apertura de la temporada 2018.

Vamo’ arriba, tricolores, entonces.

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