El partido inicial del grupo 6 de la Copa Libertadores terminó en empate 0-0. Fue el primer encuentro en que los tricolores comandados por Alexander Medina no estuvieron cerca de la victoria en lo que va de esta Libertadores, que comenzó cuatro partidos atrás pero era el juego inicial para los argentinos, que completan el grupo junto a Santos de Brasil y Real Garcilaso de Perú.
Desde la primera vez que jugaron por la Copa los tricolores y los pincharratas –en las finales de 1969–, Estudiantes ha sido un rival durísimo para los orientales. Ya fuera en los años en que los platenses forjaron su gloria (de 1968 a 1971 los argentinos jugaron cuatro finales de Libertadores en el Centenario con Palmeiras, Nacional, Peñarol, y de nuevo Nacional cuando perdieron su reinado), hasta estos del siglo XXI, en los que entre otras cosas eliminaron a los tricolores en las semifinales de 2009, el elenco de la ciudad de La Plata siempre ha sido un rival peligroso, pegajoso, con oficio, y, lo que no es menor, con porte de oncena a respetar. Juegue quien juegue, dirija quien dirija.
Anoche no fue la excepción. Después de haber estudiado a Nacional en sus partidos anteriores, y conociendo la importancia de llevarse puntos a la ciudad de las diagonales, Estudiantes planteó un partido con un fuerte tono defensivo, de pocas luces y mucho esfuerzo. Nacional no le pudo agarrar la vuelta y, justamente en el partido en el que jugó menos, no pudo encontrar el gol.
Cinco minutos y nada más
Fueron arrasadores los primeros cinco minutos de Nacional, en los que casi hubo una situación de peligro por minuto. Sin embargo, tal vez la más cercana fue una de Diego Arismendi, que después de la salida de un córner aplicó un efectivo remate de cabeza que dejó a Mariano Andújar mirando mientras la pelota besaba el palo. Pero, como se dijo, hubo otras: la primera con una subida de Matías Zunino que terminó en casi penal, o aquella otra en la que la pelota quedó boyando en el área chica sin que Sebastián Fernández pudiera zambullirse con éxito. Entre los 15 y los 20 minutos, después de aquella exposición a pleno en el campo pincharrata, el tricolor cedió el juego, pero Estudiantes tampoco pudo proponer mucho y se limitó a neutralizar el medio juego, sin poder armar casi ninguna ofensiva.
El equipo de Medina, aún sin atacar, estaba tranquilo en el campo de juego, manteniendo el ritmo del partido y apenas incomodado por Estudiantes, que no lograba armar ningún circuito de fútbol. Justo en la media hora de juego, el equipo argentino pudo correr la cancha y entre Lucas Rodríguez y Lucas Melano estuvieron cerca de cambiar el marcador, pero un sublime cierre de Jorge Fucile y una gran salida de Esteban Conde dejaron el tanteador 0-0. Cuando los futbolistas caminaban rumbo al vestuario para el descanso, en las tribunas, y tal vez también en el campo quedaba la sensación de que no se había podido aprovechar en el marcador aquella enorme diferencia en el juego.
El segundo tiempo empezó con un perfil totalmente distinto al de la primera parte, en tanto Estudiantes fue un equipo mucho más decidido y además jugó y molestó en el campo tricolor.
La búsqueda del partido, de la victoria, empezó a transformarse en una acción más compleja, en tanto Nacional no desequilibraba en el ataque. No podía por los flancos, porque Zunino, jugando de todo por aquella banda y metiendo diagonales, no tenía auxilios desde atrás ni por la izquierda, donde Carlos de Pena primero y Gonzalo Bueno después no encontraron ni socios ni acompañantes para aprovechar la velocidad y la raya. Parece sobrevalorada la presencia de Diego Polenta jugando de lateral izquierdo en desmedro de Alfonso Espino, quien debe resistir una fuerte operación mediática sobre sus posibles déficits en la marca, pero parecen olvidar que el jacintense es una ayuda permanente en los ataques por la izquierda.
Ya con el ingreso de Sebastián Rodríguez, a poco menos de 20 minutos para que terminara el match, el equipo uruguayo pareció ganar posibilidades ofensivas por las asistencias pensadas del mediocampista. Aun así, no se pudo gestar ninguna situación de gol sobre la valla de Andújar, que, a diferencia de la primera parte, tuvo muy pocas intervenciones.
Se sabe: cuando no se puede ganar no hay que perder, y por lo menos ese piso alcanzó Nacional. Habrá que ver cómo le va en el puerto de Santos dentro de 15 días, cuando deba enfrentar al elenco brasileño por la segunda fecha. Dentro de tres meses el hombre que calculaba qué nos toca por padrón sentenciará si fueron dos puntos perdidos o un punto ganado para seguir adelante.